domingo, 24 de noviembre de 2024

El papel central de la estrategia

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Para C.K. Prahalad, maestro de estrategia empresarial, lo que interesa es la manera en que influyen los altos gerentes en el destino de las empresas. Y su mensaje es claro para cualquier organización de negocios: hay que abandonar el proceso de redimensionar que no da resultados; restituir el pensamiento estratégico a su lugar original en el diseño empresarial y, recién entonces, proceder a transformar un negocio.

En una entrevista que le hizo <em>Management Review</em> Prahalad dijo que &quot;las empresas sometidas a una creciente competencia global entre los a&ntilde;os '80 y principios de siglo concentraron su atenci&oacute;n en cerrar la brecha del rendimiento. Las empresas con bajo rendimiento deb&iacute;an preocuparse por la reingenier&iacute;a y por redimensionar (que siempre se entendi&oacute; como reducirse). Si eso es todo lo que hacen, sin embargo, no van a resolver su problema de rendimiento en el largo plazo. Cada vez son m&aacute;s los gerentes que admiten que tienen que ir m&aacute;s all&aacute; de la reestructuraci&oacute;n. Nuestro mensaje es: &iquest;c&oacute;mo se sigue?, &iquest;c&oacute;mo sostiene una empresa su capacidad para crear riqueza?&quot;. <br />
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Sobre qu&eacute; significa &quot;crear riqueza&quot; Prahalad dice tres cosas: la primera es manejar la brecha del rendimiento, ponerlo a la par con los mejores del mundo, por lo menos; la segunda, anticipar y manejar cambios estructurales en los negocios (su capacidad para adaptarse); la tercera, manejar nuevas oportunidades. Las empresas necesitan hacer estas tres cosas bien para crear riqueza. <br />
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El gran problema, dice el prestigioso ensayista, es que las empresas est&aacute;n dando demasiada importancia a la reducci&oacute;n de tama&ntilde;o. La raz&oacute;n es bastante evidente. El redimensionamiento (&quot;<em>downsizing</em>&quot;) -reducci&oacute;n de costos- es muy tangible, algo que se sabe hacer. Manejar el crecimiento de los ingresos requiere m&aacute;s imaginaci&oacute;n. Necesita de un proceso en el que se identifican oportunidades nuevas y se planifican innovaciones. Estrategia no quiere decir correr grandes riesgos, sino eliminar los riesgos de las grandes oportunidades. Eso es, ciertamente, un tipo de habilidad y talento distinto del que hace falta para simplemente redimensionar. Si se observan empresas que vienen adoptando el redimensionamiento desde hace siete u ocho a&ntilde;os, se ver&aacute; que est&aacute;n llegando a la conclusi&oacute;n de que hay l&iacute;mites para ese proceso. <br />
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Para Prahalad lo sustantivo es preguntar c&oacute;mo ser&aacute;n las empresas de alto rendimiento. La habilidad central –dice– es s&oacute;lo una pieza del acertijo. Casi todas las compa&ntilde;&iacute;as de alto rendimiento, sean peque&ntilde;as, medianas o grandes, tendr&iacute;an algunas caracter&iacute;sticas comunes. Tendr&iacute;an una agenda intelectual de primer orden compartida y desarrollada con una participaci&oacute;n bastante importante de gente de todos los niveles. Es lo que llama arquitectura estrat&eacute;gica, el territorio que la compa&ntilde;&iacute;a desea ocupar. <br />
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En este enfoque lo que importa es reinventar el negocio. <br />
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La reinvenci&oacute;n de negocios se da todo el tiempo. Eso es lo que hacen los <em>entrepreneurs</em>. Toman un negocio tradicional como calzado deportivo y, como Nike y Reebok, terminan reinventando totalmente su negocio. Son dos de las empresas con mayor crecimiento en un mercado muy desarrollado. Adem&aacute;s, cambiaron la relaci&oacute;n precio-rendimiento. Introdujeron tecnolog&iacute;a muy avanzada, nuevos materiales, publicidad y marcas globales, nada de lo cual exist&iacute;a en la industria del calzado. En el campo de la indumentaria est&aacute; el caso de Benetton y The Gap, que b&aacute;sicamente est&aacute;n creando una nueva l&oacute;gica para la industria. <br />
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<strong>Aporte del entrepreneur </strong><br />
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Se puede tomar lo mejor de la &quot;mente del <em>entrepreneur</em>&quot;, lo que tradicionalmente ha sido privilegio de unos pocos individuos o unos pocos grupos, y crear la misma habilidad en una gran empresa. La gran compa&ntilde;&iacute;a puede tener una ventaja si es capaz de ense&ntilde;ar a pensar y a aprovechar oportunidades a miles de mentes. Es dif&iacute;cil ense&ntilde;ar a bailar a los elefantes. Pero cuando lo hacen, todo el mundo tiene que despejar la pista. <br />
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La pregunta central es c&oacute;mo se define liderazgo estrat&eacute;gico, o cu&aacute;l es el valor agregado de los altos directivos. Prahalad cree que el verdadero valor agregado est&aacute; en tres o cuatro cosas que pueden hacer y que nadie m&aacute;s puede. <br />
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o Una es dar a la organizaci&oacute;n un sentido de oportunidad, de que tiene la obligaci&oacute;n de cambiar la forma de ser del mundo creando nuevos productos y servicios que sean atractivos a la gente y que satisfagan necesidades actuales y latentes. <br />
o La segunda es dar un sentido de continuidad. Hay gente que dice: &quot;&iquest;Y qu&eacute; si IBM desaparece?&quot;; &quot;&iquest;Y qu&eacute; si GM desaparece?&quot;. Esas empresas son parte de nuestra historia y del marco institucional de este pa&iacute;s. Para dar continuidad, uno debe ser realmente rentable en el corto plazo. Hablar de continuidad y perder dinero en el corto plazo no tiene sentido. Continuidad en una empresa implica continuo cambio y continua reinvenci&oacute;n de la naturaleza del negocio. El papel de la alta gerencia, entonces, es usar el objetivo de continuidad como una herramienta para el cambio proactivo. Debemos tener una metodolog&iacute;a para anticipar estos cambios en lugar de simplemente reaccionar ante ellos. <br />
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o El tercer valor agregado es fijar est&aacute;ndares claros y nada ambiguos dentro de la compa&ntilde;&iacute;a. El director ejecutivo y la alta gerencia deben convertirse en los encargados de hacer cumplir esos muy altos est&aacute;ndares dentro de la empresa. Su tarea es crear un sentido de entusiasmo y de desaf&iacute;o intelectual dentro de la organizaci&oacute;n. <br />
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Si alguien cree que se pone demasiado en la imagen del l&iacute;der, Prahalad contesta: &quot;Tendemos a pensar que 'l&iacute;der' es una sola persona. Ahora, para m&iacute;, el director ejecutivo finalmente se convierte en la antorcha iluminadora. La gente mira al director ejecutivo, pero eso no significa que todo el esfuerzo intelectual tenga que ser hecho por una persona. En realidad, nosotros proponemos exactamente lo contrario. Proponemos la democratizaci&oacute;n de la compa&ntilde;&iacute;a. Como en una democracia, el l&iacute;der es importante, pero tambi&eacute;n lo es la sabidur&iacute;a colectiva de la gente a la que trata de conducir&quot;. <br />
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Sobre las cualidades y experiencias que hacen falta para un liderazgo efectivo, Prahalad piensa que los gerentes m&aacute;s encumbrados deben primero convertirse en pensadores solitarios. Los cambios son realizados por personas que poseen un rasgo contrario. Si uno no piensa en forma diferente, si uno no tiene un punto de vista, es muy dif&iacute;cil convencer a otros y hacer cambios. Pensar quiere decir nunca subestimar nada; competencia y nuevos negocios quieren decir ideas. <br />
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<strong>Inventar el futuro </strong><br />
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Hay dos tipos de empresas: las que se acomodan al mercado existente y las que lo modifican. Las primeras acatan las reglas de juego y se esfuerzan por mantenerse al d&iacute;a; las segundas crean nuevas reglas de juego, inventan el futuro, miran lo m&aacute;s lejos posible. Gary Hamel y C.K. Prahalad, en su libro <em>Competing for the Future</em> (Harvard Business School, Boston), explican c&oacute;mo ingresar al grupo de organizaciones que no solamente van a sobrevivir sino tambi&eacute;n prosperar en los pr&oacute;ximos a&ntilde;os. <br />
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Citan lo que ocurri&oacute; en la d&eacute;cada de los '80 con los grandes l&iacute;deres industriales de Estados Unidos -IBM, Caterpillar, Daimler Benz, Citicorp, Westinghouse, Digital Equipment, Sears- cuando fueron v&iacute;ctima del cambio tecnol&oacute;gico, demogr&aacute;fico y regulatorio, y de los notables aumentos en la calidad y productividad de competidores no tradicionales. <br />
Para responder a su escaso crecimiento y pocas ganancias, las grandes compa&ntilde;&iacute;as se dedicaron a redimensionar (&quot;<em>downsizing</em>&quot;), a bajar costos, a redise&ntilde;ar procesos. Los remedios fueron todos dolorosos: 600.000 personas perdieron su empleo en 1993. <br />
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Pero ninguno de esos gigantes nacionales, dicen Hamel y Prahalad, pod&iacute;a echarles la culpa a firmas extranjeras. Ellos tuvieron problemas porque sus dirigentes se durmieron en el tim&oacute;n. Dejaron que se inflaran los gastos internos, incursionaron en negocios poco relacionados y permitieron que una dirigencia conservadora paralizara la compa&ntilde;&iacute;a. <br />
Los autores creen que reestructurar pocas veces mejora las cosas. Trabajar con menos gente es una manera de corregir los errores de ayer, pero no crea nuevos mercados. <br />
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Las empresas recurrieron a eliminar procesos innecesarios, reducir el tiempo de los ciclos, mejorar calidad y prestar atenci&oacute;n al mercado. Los fabricantes de autos de Detroit, por ejemplo, lograron igualar a sus competidores japoneses en costo y calidad. Pero, mientras tanto, los japoneses instalaron nuevos obst&aacute;culos competitivos, como maniobrabilidad nunca antes conocida e impresionante rendimiento del motor. <br />
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Para crear un futuro de &eacute;xito, una empresa debe ser algo m&aacute;s que reducida y ligera, debe reinventar su negocio regenerando su estrategia. <br />
Qui&eacute;nes son los transformadores de negocios: <br />
1. Los que cambian las reglas del juego. <br />
2. Los que redefinen las fronteras del negocio. <br />
3. Los que crean nuevos negocios. <br />
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Una empresa debe ser capaz de reconcebirse. Sus directivos deben pensar siempre a cinco o diez a&ntilde;os vista, pregunt&aacute;ndose: &iquest;a qu&eacute; tipo de clientes deberemos atender dentro de cinco o diez a&ntilde;os?; &iquest;a trav&eacute;s de qu&eacute; canales llegaremos a ellos?; &iquest;qui&eacute;nes ser&aacute;n nuestros competidores?; &iquest;qu&eacute; capacidades deberemos tener?; &iquest;de d&oacute;nde saldr&aacute;n las ganancias? Para imaginar y crear el futuro, hay que des-aprender el pasado. <br />
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Estamos en el comienzo de una revoluci&oacute;n en informaci&oacute;n, gen&eacute;tica, materiales, medio ambiente y muchas otras &aacute;reas. Hay campos enteros del conocimiento -microbi&oacute;tica, comunicaciones satelitales, por ejemplo- abiertos para cualquiera dispuesto a desafiar lo establecido. <br />
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Nadie est&aacute; a salvo si est&aacute; en un &aacute;rea tradicional, como comercio minorista, transporte, educaci&oacute;n, publicaciones, farmacia. El futuro no va a ser una extrapolaci&oacute;n del pasado; se va a transformar la estructura de todos los negocios. <br />
Muchas de las grandes oportunidades del futuro acaban de ser concebidas. Pero los competidores de ese mercado futuro est&aacute;n peleando entre s&iacute; ahora, a la puerta de entrada. Se forman alianzas, se re&uacute;nen habilidades y se realizan experimentos. <br />
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Aquellos que sepan hacia d&oacute;nde quieren conducir sus respectivos negocios, y quienes puedan juntar y orquestar recursos en todo el mundo, tienen una posibilidad de obtener una interesante recompensa.

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