El cerebro humano tiene un ancho de banda determinado que obliga a limitar la cantidad de información que le damos para procesar. Como casi toda la información que nos llega es en forma de palabras, lo que hay que limitar es el lenguaje.
La sobrecarga de información nos distrae, nos vuelve menos ineficientes intelectual y emocionalmente. De ahí que haya nacido la palabra “infobesidad”o obesidad informativa que acosa a todos los obsesionados con la eficiencia.
Se trata de un problema que se puede manejar equilibrando la dieta informativa. Por ejemplo, leer un artículo completo sin ir a mirar los mensajes de texto que llegan o sin escuchar música a la vez. Evitar el multitasking y cuidar el foco, nuestro precioso recurso. Habrá que protegerlo como si fuera un parque nacional.
Para el caso de una desintoxicación extrema se recomienda una dieta de silencio. Dejar de hablar o tomarse un descanso con la tecnología, o ambas cosas a la vez. Retirarse de la palabra, aunque sea por un momento breve, refresca y da perspectiva. También mejora la comunicación.