El análisis de las tendencias políticas en Uruguay revela una dinámica generacional que se contrapone a la observada en gran parte de Occidente, donde la juventud ha mostrado una creciente proclividad hacia opciones de derecha o extrema derecha (como los casos de Javier Milei, Donald Trump o Vox). Para los partidos de la “Coalición Republicana”, este fenómeno se erige como un “desafío demográfico” de la envergadura que el propio Álvaro Delgado, presidente del directorio nacionalista, ha reconocido.
El factor demográfico: riesgo de mediano plazo
El hallazgo de la encuesta de El Observador y la Universidad de la República es contundente y plantea una amenaza a la estabilidad del voto tradicional:
- Hogares Frentistas: La Transmisión del Voto se Resiste: Los hogares identificados con el Frente Amplio (FA) son los más exitosos en la herencia electoral. Más del 90% de los votantes mayores de 50 años provenientes de hogares frenteamplistas mantienen su elección.
- La Brecha Generacional: Esta solidez, sin embargo, se erosiona entre los más jóvenes, donde la transmisión de voto cae significativamente a ocho de cada diez en el electorado con padres frentistas.
- Inercia Demográfica a Favor del FA: A lo largo de varios ciclos, el Frente Amplio ha logrado captar sistemáticamente a los nuevos votantes, mientras que los más veteranos se inclinan por los partidos fundacionales. La “inercia demográfica” actúa como un factor estructural que la consultora Opción habría identificado como un punto crítico para la derecha uruguaya.
El centro como ancla: el desafío de la autoidentificación ideológica
El eje central del debate se sitúa en la autoidentificación ideológica, tradicionalmente un termómetro de la inclinación electoral.
No obstante, una mirada más fina revela un movimiento táctico:
- Corrimiento al centro: Desde la pandemia, los uruguayos de 18 a 29 años se han movido sistemáticamente hacia el centro. En 2024, se ubicaron, en promedio, en la posición más a la derecha desde 1996, un indicador de que el eje ideológico está en tensión y no en estancamiento.
- La gestión pragmática: La ciencia política, citada por el economista Brum, sostiene que la llamada “marea rosa” en América Latina fue un cambio genuino del electorado, no un simple voto de protesta. La clave fue que los partidos de izquierda supieron impulsar cambios pragmáticos para captar el electorado volcado hacia el centro. Una lección de gestión política que tiene su correlato en el giro y la vuelta al “conservadurismo”.
Problemas de agenda y la emergencia del voto femenino
La agenda de preocupaciones de la juventud también ha evolucionado, pasando del foco histórico en la educación y el desempleo a un punto de encuentro con el resto de la población: la seguridad. Esto implica que las propuestas políticas deben responder a problemáticas transversales.
Finalmente, el voto femenino se consolida como el factor de crecimiento del Frente Amplio, un fenómeno que coincide con tendencias globales.
- Las mujeres giran a la izquierda: Mientras los varones jóvenes se derechizan (siendo los que más se han corrido a la derecha en 2024 desde que hay registro), el voto femenino es el que explica el crecimiento de la izquierda de un ciclo a otro. En 2024, las mujeres jóvenes (18-29 años) se situaron más a la izquierda que sus pares varones.
Este escenario de polarización generacional por género y un corrimiento al centro de la juventud presenta un complejo desafío de marketing y estrategia política para ambos bloques. La Coalición Republicana debe encontrar la llave para contrarrestar la inercia demográfica sin perder el centro, mientras que el Frente Amplio debe asegurar que su base joven no se volatilice ante los vaivenes ideológicos.
