Ya se usan marcas de identificación vía radiofrecuencias

La Administración de Alimentos y Drogas (FDA) y varias farmoquímicas emplean desde esta semana marcas de identificación por radiofrecuencias (IRF). Su objeto es combatir falsificaciones, fraudes y abusos.

15 noviembre, 2004

A partir del miércoles 17, irán implantándose minianteras de radio en millones de marcas y rótulos RFID, sigla de “radio frequency identification”, o sea IRF. Entre los medicamentos que figuran primeros en el proceso están Viagra o similares y OxyContin, un narcótico analgésico, que se cuenta entre las especialidades preferidas por adictos. Por ahora, se marcan los envases grandes, de donde los farmacéuticos sacan las píldoras destinadas a recetas, vía droguerías mayoristas.

En general, los expertos creen que esta tecnología no parará ahí, pero su adopción en el campo farmacéutico puede promover un proceso que, eventualmente, elimine colas ante las cajas o simplifique el almacenamiento en supermercados y otros comercios. Por otra parte, el dispositivo facilitará localizar equipaje perdido y será clave en la lucha contra robos en aeropuertos y terminales.

“Básicamente, es un código de barras que ladra”, define Robin Koh, del laboratorio Auto-ID (Massacusetts Institute of Technology). “Esta innovación aumentará la eficacia y la seguridad en cadenas de abastecimiento. También lo hará en control de pasajeros”. Por de pronto, el departamento de Defensa y Wal-Wart han dispuesto que, desde el 1 de enero, sus cien proveedores principales incorporen marcas IRF en sus productos y artículos. Por supuesto, se acelera la fabricación de detectores, chips y otros elementos para leer rótulos.

Al igual que los sistemas de peaje automático, se trata de microprocesadores metidos en etiquetas que emiten dígitos ante el estímulo de una señal próxima. Así, en un supermercado le será posible al detector leer al instante cada cosa que alguien meta en changuito. Pero desarrollar este aspecto de la tecnología tomará un tiempo.

En el caso farmoquímico, las etiquetas IRF renovarán el sistema íntegro de distribución mayorista, por donde entra en la cadena de abastecimientos el grueso de falsificaciones, casi siempre vía empleados inescrupulosos de pequeñas droguerías.

Al principio, el costo del sistema será considerable, pues cada rótulo sale entre 20 y 50 centavos de dólar. En tanto, lectoras y detectores cuestan miles de dólares. Pero, en el caso de los medicamentos, su alto precio y la necesidad de asegurar autenticidad justifican los gastos. Obviamente, éstos son aún demasiado altos para bienes de uso final o consumo directo. Pero los precios del sistema irán cediendo a medida como se extienda el uso de dispositivos IRF. Por eso, la etapa farmacéutica es un caso piloto.

Las marcas radiales han generado temores entre grupos de derechos civiles, preocupados por el riesgo de que los detectores puedan “revisar” carteras y bolsillos de la gente. Ni hablar de algún “hermano grande” capaz de espiar pasajeros, compradores, etc. No obstante, la actual legislación federal norteamericana veda la aplicación de esta tecnología en escala minorista. Pero, entonces ¿por qué Wal-Mart, la mayor cadena minorista mundial, invierte en IRF?…

Entretanto, el papel de la FDA es determinante, pues las farmoquímicas no pueden alterar envases sin su autorización. Por eso, esta misma semana la entidad ha puesto en funciones un grupo de trabajo para resolver los eventuales problemas originados en el empleo de identificadores por radiofrecuencia.

Por cierto, la falsificación de medicamentos es aún relativamente rara en Estados Unidos, pero la FDA sostiene que tiende a aumentar. Durante los 90, la agencia tenía unos cinco casos por año. Pero, en el quinquenio 2000-4, se estima en veinte la media anual. Además, este dato no refleja cabalmente los alcances del problema.

El año pasado, por ejemplo, más de 200.000 frascos grandes de Lipitor falso penetraron el mercado. En 2001, un farmacéutico californiano descubrió una gran cantidad de botellas de Neupogen –una carísima hormona recetada para sida y algunos tipos de cáncer- contenían sólo suero fisiológico (agua destilada con sal).

“Existe un punto débil en la tecnología IRF”, advierte William Hubbard, de la FDA. “Es la red mayorista, que despacha más de la mitad de las 14.000 especialidades bajo receta autorizadas por la agencia. Si bien 90% de ese material pasa por McKesson, Cardinal o AmerisourceBergen, funcionan miles de droguerías chicas. Muchas de ellas son apenas un cuarto con una heladera comercial adentro”.

Los fabricantes de narcóticos bajo receta admiten que los nuevos rótulos pueden ayudar a reducir el próspero tráfico de pastillas robadas. “Cada semana, la policía de algún estado pesca a un tipo con dos o tres frascos nuestros para droguerías”, señala Aaron Graham, jefe de seguridad en Purdue Pharma, productora de OxyContin. “Cuando usemos IRF, sabremos si esa mercadería es robada y de dónde”.

En cuanto a normas para aplicar IRF, la FDA por ahora apela a EPCGlobal, un grupo experto sin fines de lucro. En la fase que se inicia, los rótulos serán voluntarios hasta 2007. Después, la agencia podrá exigir etiquetas y especificar de qué tipo y en qué productos o presentaciones.

A partir del miércoles 17, irán implantándose minianteras de radio en millones de marcas y rótulos RFID, sigla de “radio frequency identification”, o sea IRF. Entre los medicamentos que figuran primeros en el proceso están Viagra o similares y OxyContin, un narcótico analgésico, que se cuenta entre las especialidades preferidas por adictos. Por ahora, se marcan los envases grandes, de donde los farmacéuticos sacan las píldoras destinadas a recetas, vía droguerías mayoristas.

En general, los expertos creen que esta tecnología no parará ahí, pero su adopción en el campo farmacéutico puede promover un proceso que, eventualmente, elimine colas ante las cajas o simplifique el almacenamiento en supermercados y otros comercios. Por otra parte, el dispositivo facilitará localizar equipaje perdido y será clave en la lucha contra robos en aeropuertos y terminales.

“Básicamente, es un código de barras que ladra”, define Robin Koh, del laboratorio Auto-ID (Massacusetts Institute of Technology). “Esta innovación aumentará la eficacia y la seguridad en cadenas de abastecimiento. También lo hará en control de pasajeros”. Por de pronto, el departamento de Defensa y Wal-Wart han dispuesto que, desde el 1 de enero, sus cien proveedores principales incorporen marcas IRF en sus productos y artículos. Por supuesto, se acelera la fabricación de detectores, chips y otros elementos para leer rótulos.

Al igual que los sistemas de peaje automático, se trata de microprocesadores metidos en etiquetas que emiten dígitos ante el estímulo de una señal próxima. Así, en un supermercado le será posible al detector leer al instante cada cosa que alguien meta en changuito. Pero desarrollar este aspecto de la tecnología tomará un tiempo.

En el caso farmoquímico, las etiquetas IRF renovarán el sistema íntegro de distribución mayorista, por donde entra en la cadena de abastecimientos el grueso de falsificaciones, casi siempre vía empleados inescrupulosos de pequeñas droguerías.

Al principio, el costo del sistema será considerable, pues cada rótulo sale entre 20 y 50 centavos de dólar. En tanto, lectoras y detectores cuestan miles de dólares. Pero, en el caso de los medicamentos, su alto precio y la necesidad de asegurar autenticidad justifican los gastos. Obviamente, éstos son aún demasiado altos para bienes de uso final o consumo directo. Pero los precios del sistema irán cediendo a medida como se extienda el uso de dispositivos IRF. Por eso, la etapa farmacéutica es un caso piloto.

Las marcas radiales han generado temores entre grupos de derechos civiles, preocupados por el riesgo de que los detectores puedan “revisar” carteras y bolsillos de la gente. Ni hablar de algún “hermano grande” capaz de espiar pasajeros, compradores, etc. No obstante, la actual legislación federal norteamericana veda la aplicación de esta tecnología en escala minorista. Pero, entonces ¿por qué Wal-Mart, la mayor cadena minorista mundial, invierte en IRF?…

Entretanto, el papel de la FDA es determinante, pues las farmoquímicas no pueden alterar envases sin su autorización. Por eso, esta misma semana la entidad ha puesto en funciones un grupo de trabajo para resolver los eventuales problemas originados en el empleo de identificadores por radiofrecuencia.

Por cierto, la falsificación de medicamentos es aún relativamente rara en Estados Unidos, pero la FDA sostiene que tiende a aumentar. Durante los 90, la agencia tenía unos cinco casos por año. Pero, en el quinquenio 2000-4, se estima en veinte la media anual. Además, este dato no refleja cabalmente los alcances del problema.

El año pasado, por ejemplo, más de 200.000 frascos grandes de Lipitor falso penetraron el mercado. En 2001, un farmacéutico californiano descubrió una gran cantidad de botellas de Neupogen –una carísima hormona recetada para sida y algunos tipos de cáncer- contenían sólo suero fisiológico (agua destilada con sal).

“Existe un punto débil en la tecnología IRF”, advierte William Hubbard, de la FDA. “Es la red mayorista, que despacha más de la mitad de las 14.000 especialidades bajo receta autorizadas por la agencia. Si bien 90% de ese material pasa por McKesson, Cardinal o AmerisourceBergen, funcionan miles de droguerías chicas. Muchas de ellas son apenas un cuarto con una heladera comercial adentro”.

Los fabricantes de narcóticos bajo receta admiten que los nuevos rótulos pueden ayudar a reducir el próspero tráfico de pastillas robadas. “Cada semana, la policía de algún estado pesca a un tipo con dos o tres frascos nuestros para droguerías”, señala Aaron Graham, jefe de seguridad en Purdue Pharma, productora de OxyContin. “Cuando usemos IRF, sabremos si esa mercadería es robada y de dónde”.

En cuanto a normas para aplicar IRF, la FDA por ahora apela a EPCGlobal, un grupo experto sin fines de lucro. En la fase que se inicia, los rótulos serán voluntarios hasta 2007. Después, la agencia podrá exigir etiquetas y especificar de qué tipo y en qué productos o presentaciones.

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