Humai, una start-up con sede en Los Ãngeles, aspira a llegar a resucitar humanos en un plazo de 30 años. Si lo logra, habrá derrotado a la muerte. En una era como la que vivimos, de donación de órganos, de ingeniería genética, de robótica, de biónica y de nanotecnología ¿qué quiere decir ser humano? ¿Hasta qué punto se pueden introducir cambios a la naturaleza?
Hoy hay extremidades robóticas controladas desde el cerebro; implantes biométricos de última generación y tratamientos médicos que ni siquiera se imaginaban cincuenta años atrás. ¿No parecería que estamos cada vez más cerca de ganarle la partida a la muerte?
Humai está usando inteligencia artificial y nanotecnología para almacener datos de estilos de conversación, patrones de conducta, procesos de pensamiento e información sobre cómo funciona el cuerpo de adentro hacia fuera. Todos esos datos serán codificados en múltiples tecnologías de sensores que serán utilizadas para construir un cuerpo artificial CON EL CEREBRO DE UN HUMANO FALLECIDO. Dicho de otra forma, proyecta cablear el cerebro de un muerto con “chips” de su personalidad. Podría decirse que es una forma de traer al muerto de regreso a la vida.
Esto trae a la memoria aquel libro escrito por Mary Shelley en 1818 que llamó Frankestein y que cuenta la historia de un estudiante de ciencias, Víctor Frankenstein, que estaba obsesionado con descubrir el origen de la vida y cómo dar animación a objetos inanimados. Frankestein roba de los cementerios partes de personas muertas y con ellas arma un cuerpo humano al que da vida mediante un mecanismo eléctrico: una vez que logró su objetivo, se horroriza con el monstruo que ha creado. Mary Shelly escribía en un momento en que el mundo florecía la ciencia, la química, la anatomía, la medicina en general y, sobre todo, la mecánica y la electricidad.
Volviendo al presente el gran desafío que se ha puesto por delante esta start-up a quien aun nadie conoce es tomar un cerebro muerto y traerlo de nuevo a la vida; cablearlo de manera tal que controle una máquina hecha de silicio y tratar de copiar lo vital que tiene una persona: su personalidad, sus experiencias pasadas, su mente.
En suma, explica el CEO y fundador de Humai, Josh Bocanegra, “vamos en busca de la inmortalidad”.
Van a juntar todos los datos que puedan sobre un grupo de personas antes de que mueran y los guardarán en apps. Después de la muerte congelarán los cerebros usando tecnología criogénica. Cuando la tecnología esté totalmente desarrollada implantarán el cerebro en un cuerpo artificial. Cuando el cerebro envejezca usarán nanotecnología para reparar y mejorar células. También van a usar clonación.
La parte más importante de todo este proceso que, en este momento de increíbles avances no parece tan irrealizable, es lograr éxito en el proceso quirúrgico de implantar un cerebro humano a un cuarpo artificial.
Por el momento la compañía financia sus propias investigaciones, pero proyecta en el futuro salir a buscar capitales de riesgo.
El CEO cree que podrán resucitar al primer ser humano en 30 años. Cuando le preguntan por qué quiere combatir a la muerte contesta que no es así. Lo que quieren es lograr que la muerte sea opcional.