Tres años atrás, el gobierno de Ucrania lanzó DIIA, una app que permite a los ciudadanos acceder a servicios del sector privado y del gobierno en sus teléfonos.
“Al principio parecía una herramienta modesta para combatir la corrupción y convertir a Ucrania en un Estado digital”, explica Mikhailo Fedorov, viceprimer ministro de Ucrania, durante una conferencia en Washington.
Pero luego el uso de la app proliferó de un modo impresionante. Ahora la Agencia Norteamericana para el Desarrollo Internacional está trabajando con Kyiv para exportarla.
La app está instalada en 70% de todos los teléfonos ucranianos y 19 millones de ciudadanos (casi la mitad de la población) que acceden a los casi 100 servicios que se encuentran en ella. Esos servicios incluyen herramientas que dan a los ciudadanos el primer pasaporte digital del mundo, les permite obtener licencias de conducir digitales, organizar permisos de construcción, anotar recién nacidos, tener firmas digitales y realizar operaciones bancarias.
Más recientemente se le agregaron otras características que enseñan a los ciudadanos cómo hacer volar drones, informar sobre las actividades de las tropas rusas y solicitar fondos para reconstrucciones cuando las bombas destruyen sus hogares.
La app es tan eficiente que la Agencia Norteamericana para el Desarrollo Internacional (USAID, según siglas inglesas), que financió parte de su desarrollo con el gobierno británico, está trabajando con Kyiv para llevarla al exterior.
Estonia, por ejemplo, está importando el código DIIA. USAID está trabajando con Zambia, Kosovo y Colombia para que ellos también importen el código.
Pero este es solo un ejemplo de la frenética actividad digital pública y comercial en Ucrania. El sector creció 5% en 2022, con gran aumento en exportaciones digitales. Esto ocurrió a pesar de que la economía en general cayó nada menos que 30% ese año.
La otra cosa que muestra DIIA, dice Gillian Tett en el Financial Times, es que ahora vivimos en un mundo de innovación en sentido inverso. En el siglo XX los gobiernos y las empresas occidentales suponían que las innovaciones brillantes comenzaban en Occidente y luego eran otorgadas a los países más pobres.
Ese supuesto quedó debilitado cuando M-Pesa, una de las primeras plataformas de dinero móvil, apareció en Kenia y después fue copiada en todas partes. Luego las innovaciones partieron a raudales de China para ser copiadas en todo el mundo. Eso también podría ocurrir con DIIA, dado que vuelve al gobierno no solo más eficiente sino también más responsable y más transparente.