La operación también añade uno mil vendedores especializados, capaces de colocar mejor los sistemas de Sun, que guardan datos en disco y compiten con EMC, Hewlett-Packard o International Business Machines. Según el acuerdo, los accioinstas de StorageTek reciben US$ 37 por papel, es decir 18,% del cierre al miércoles 1. Por ende, esos papeles saltaron 16,5% el jueves, en tanto los de Sun cedían 3,1%.
Suna venía buscando, sin mucho éxito, mejorar y estabilizar rentabilidad desde el colapso de la burbuja puntocom (abril de 2000). No obstante, la empresa ha acumulado más de US$ 7.000 millones en efectivo y está determinada a emplear eventuales adquisiciones para consolidarse en el mercado.
El almacenamiento de datos era un objetivo lógico. En general, las empresas usuarias siguen añadiendo hardware para contener la creciente marea de archivos. Estas necesidades se han agudizado a raíz de nuevas normas federales sobre conservación de registros contables y correos electrónmicos. El segmento de almacenamiento en disco redondeó US$ 13.500 millones en 2004 y, seún la consultora Gartner, crecerá 10% este año.
A los propios sistemas de Sun –ocupan el quinto o el sexto puesto mundial- no les ha ido muy bien últimamente. Sus ventas declionaron 5,5% en 2004. Naturalmente, McNealy (director ejecutivo de la compañía) dice que su hardware es tan de primera como su software para almacenamiento de datos. Pero admite que le faltan especialistas en la materia, que aporten los niveles de apoyo y pericia requeridos por los clinetes. Por eso compra StorageTek.
No obstante, Wall Street tiene dudas sobre la movida. Por un lado, StorageTek es muy rentables, con US$ 2.220 mil1ones en ventas y 191 millones en ganancias (2004) Pero, por el otro, sus ventas dependen mucho de sistemas a cinta, que creen a razón de apenas 1% anual.
La joya de su corona es un gigantesco acervo llamado “powder horn” (chifle, cuerno de pólvora), que acumula miles de cintas y las baja del estante por un mecaniso tipo selector de victrola. En inglés, eso se llama una “library”; o sea biblioteca y no “librería”, como dice el cocoliche de los tecnócratas latinoamericanos.
La operación también añade uno mil vendedores especializados, capaces de colocar mejor los sistemas de Sun, que guardan datos en disco y compiten con EMC, Hewlett-Packard o International Business Machines. Según el acuerdo, los accioinstas de StorageTek reciben US$ 37 por papel, es decir 18,% del cierre al miércoles 1. Por ende, esos papeles saltaron 16,5% el jueves, en tanto los de Sun cedían 3,1%.
Suna venía buscando, sin mucho éxito, mejorar y estabilizar rentabilidad desde el colapso de la burbuja puntocom (abril de 2000). No obstante, la empresa ha acumulado más de US$ 7.000 millones en efectivo y está determinada a emplear eventuales adquisiciones para consolidarse en el mercado.
El almacenamiento de datos era un objetivo lógico. En general, las empresas usuarias siguen añadiendo hardware para contener la creciente marea de archivos. Estas necesidades se han agudizado a raíz de nuevas normas federales sobre conservación de registros contables y correos electrónmicos. El segmento de almacenamiento en disco redondeó US$ 13.500 millones en 2004 y, seún la consultora Gartner, crecerá 10% este año.
A los propios sistemas de Sun –ocupan el quinto o el sexto puesto mundial- no les ha ido muy bien últimamente. Sus ventas declionaron 5,5% en 2004. Naturalmente, McNealy (director ejecutivo de la compañía) dice que su hardware es tan de primera como su software para almacenamiento de datos. Pero admite que le faltan especialistas en la materia, que aporten los niveles de apoyo y pericia requeridos por los clinetes. Por eso compra StorageTek.
No obstante, Wall Street tiene dudas sobre la movida. Por un lado, StorageTek es muy rentables, con US$ 2.220 mil1ones en ventas y 191 millones en ganancias (2004) Pero, por el otro, sus ventas dependen mucho de sistemas a cinta, que creen a razón de apenas 1% anual.
La joya de su corona es un gigantesco acervo llamado “powder horn” (chifle, cuerno de pólvora), que acumula miles de cintas y las baja del estante por un mecaniso tipo selector de victrola. En inglés, eso se llama una “library”; o sea biblioteca y no “librería”, como dice el cocoliche de los tecnócratas latinoamericanos.