<p>Sus resultados muestran altibajos, porque la firma se centra en zonas no bien explotadas. Pero su actividad se cifra en la creciente puja global por combustibles y fuentes energéticas alternativas. En particular, compatibles con aire más diáfano y agua más limpia. Eso lleva a recursos renovables, por ejemplo energía solar o eólica y biomasa. No obstante, “la falta de perfiles claros explica que aún no nos centremos en biocombustibles”, señalaba.</p>
<p>La helioenergía es interesante como colocación, pues existen posibilidades de hacer diferencia en polisilicones –hay escasez- y otros elementos. Sin embargo, “existen complicaciones tecnológicas, en términos de eficiencia, porque se trata de un sector poco desarrollado, con altos costos de generación. Por el contrario, las fuentes eólicas compiten mejor con otras opciones: hoy ya es factible obtener energía a cinco centavos el kilovatio”. Pero el factor decisivo serán “tecnologías rupturistas, que desaten una ola de cambios en las economías de escala y tornen la energía eólica en una inversión mucho más interesante”.</p>
<p>Ahora bien, ¿de qué cambios se trata? “La electricidad –apunta Greenberg- es difícil de almacenar. Puede acumularse en pilas o baterías, pero las de gran escala son en extremo ineficientes. En cuanto al viento, si sopla de nueve de la mañana a cinco de la tarde, muy bien, porque casi todos pueden aprovecharlo. Pero, cuando lo hace de noche pierde utilidad. Por ende, si fuese factible almacenarlo, habría una revolución en el segmento”.</p>
<p>Ya hay empresas que trabajan en el tema. Una de ellas ha logrado transformar electricidad en hidrógeno y reconvertirla cuando es preciso, empleando una tecnología muy eficiente en costos. Esto ocurre justamente mientras General Motors, Ford o Toyota buscan cómo ingresar a una “economía del hidrógeno”. Pero el problema es cómo generarlo en escala doméstica, para usarlo en el coche, pues nadie querría ver enormes ductos recorriendo el país de punta a punta: sería tan caro como peligroso.</p>
<p>¿Existe una solución capaz de generar energía mediante una pequeña turbina eólica en el techo de la casa o lugares parecidos, para luego convertirla en hidrógeno vía un electrolizador? Por supuesto, ello implicaría un auto a hidrógeno o, como alternativa, alimentar la casa mediante una célula electrógena. En verdad, algo así se hace ya en Gran Bretaña.</p>
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<p>La compañía ITM Power desarrolló una membrana para instalar electrolizadores, hecha de polímero permeable al combustible y similar a una lente de contacto. Resulta mucho más barata que las corrientes en los dispositivos a células electrógenas e ITM la ha sometido a siete mil horas de ensayo. Este detalle importa, pues es clave para los costos de capital, que se amortizan durante la vida útil del electrolizador: cuanto más larga, más barata resulta la energía generada.</p>
<p>En este punto ¿hay plazos para comercializar el electrolizador? La empresa estuvo ensayando membranas hasta fines de 2007. Ahora, debe ajustar el costo por kilovatio/hora a menos de US$ 200. La última proyección era 700, hace quince meses. ITM tiene varias metas para este año entrante. Una de ellas es reducir el platino en las células. Greenberg es optimista, sin olvidar que –años atrás- varias compañías dedicadas a esas células fracasaron e hicieron un papelón bursátil.</p>
<p>Esta clase de firmas ligadas es que sus tecnologías no necesitan subsidios oficiales. Pero sí precisan infraestructura para llevar la electricidad de zonas remotas y desérticas a áreas pobladas, especialmente en geografías como las de Rusia, Estados Unidos, Canadá, China, India o Brasil.</p>
<p>Entonces ¿qué clase de “eolocompañías” le interesan a Muse? Por ejemplo, Vestas Wind Systems (Dinamarca), la mayor de ellas en este momento. La firma pasó malos tiempo hace pocos años, por centrarse en participación de mercado y no en su tecnología única. Obviamente, no leían a Michael Porter.</p>
<p>En general, el sector puede expandir ventas de 15 a 20% anuales entre 2008 y 2012. Sus utilidades brutas debieran subir a razón de 30% anual. A fines del semestre anterior, sus papeles se negociaban en promedio quinces veces por encima de las utilidades previstas para 2008.</p>
<p>En tanto China, Vietnam e India sigan creciendo, la demanda de hidrocarburos se disparará en los próximos quince a veinte años. Mientras tanto, Gran Bretaña publicó el “informe Stern”, que prevé cambios climáticos alarmantes, cuando no terminales. Ambos factores obligaron a que los gobiernos más reticentes (Japón, China, India, Rusia, Brasil, EE.UU. admitiesen la gravedad del recalentamiento planetario y la dependencia de combustibles fósiles no renovables.</p>
<p>ITM y Vestas están lejos de ser opciones únicas para el mercado inversor. Una empresa india, Suzlon Energy, ha tenido bastante éxito en el subcontinente y entra ya en la Unión Europea, EE.UU. y China. Sólo el año pasado, creció 45%, o sea mucho más que los daneses, en parte porque aún es chica y tiene políticas más agresivas. A mediados de año, su capitalización bursátil representaba US$ 8.000 millones en Bombay.</p>
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