Microsoft ya no es un lobo tan feroz

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Joseph Nocera, columnista del New York Times que diez años atrás cubría los entretelones de lo que la prensa llamaba el “juicio antimonopólico del siglo”, se reunió con colegas para celebrar el aniversario y reflexionar sobre sus resultados.

La invitación fue hecha por una colega, quien preparó una cena para
reunir un grupo de periodistas amigos para conmemorar el quinto aniversario del
final del juicio contra Microsoft. Todos habían cubierto el acontecimiento
para algún medio periodístico. Nocera, lo había hecho para
la revista Fortune.
Hablaron y rieron rememorando aquellas jornadas, cuando el juez Thomas Penfield
Jackson ponía los ojos al cielo ante el fastidio que le provocaban los
testigos de Microsof, cuando el superabogado David Boies, aguijoneaba y atacaba
implacablemente a la empresa de Bill Gates aportando gran parte del entretenimiento
y luego salía de copas con los periodistas.

“Sin embargo, lo que más recuerdo de aquel juicio, dice Nocera, era
que todos sentíamos que estaba haciendo época; seguramente era ése
el juicio antimonopólico del siglo!El resto de Washington se obsesionaba
con el caso Mónica Lewinsky. Nosotros, en cambio, hablábamos horas
y horas sobre los esfuerzos de Microsoft por asfixiar a Netscape — ésa
era la acusación principal – preguntándonos si el juez Jackson tendría
las agallas necesarias para partir al gigante por la mitad.

Tal como resultaron las cosas, no las tuvo. En realidad, cuenta Nocera en el
New York Times, Jackson cometió varias equivocaciones fatales y el distrito
de Columbia, aunque coincidiendo en que Microsoft había abusado de su
poder monopólico, le quitó el caso de las manos y se lo dio a
otro juez. En cuanto la administración Bush asumió el poder, el
nuevo Departamento de Justicia rápidamente solucionó el caso en
términos muy favorables a la compañía.

A cinco años de aquello, el panorama tecnológico está
muy transformado, dice el columnista. Google se ha convertido en el sucesor
de Netscape en cuanto a desafiar la hegemonía de Microsoft. Linux, el
sistema operativo de fuente abierta, ha hecho verdaderos avances en el mercado
de servidores, donde Microsoft planeaba crecer.

Entre los competidores Microsoft sigue siendo respetado pero no tan temido como
antes. Se ha convertido en una compañía más lenta y burocrática
que, por ejemplo, lleva un año de atraso con un nuevo sistema operativo
llamado Longhorn. Sus acciones hace varios años que ni suben ni bajan.

Por otra parte, sigue teniendo dos poderosos monopolios: el sistema operativo
Windows y el juego de aplicaciones Office. Su principal estrategia de negocios
es mantener esos monopolios, el menos en lo que hace a computación personal.

Entonces, se pregunta Nocera, ¿Al final el histórico juicio antimonopólico
hizo alguna diferencia? Marginalmente provocó algunos cambios, aunque
no siempre para mejor. Microsoft es hoy burocrática en parte porque es
lo natural en una empresa que se agranda. Pero también porque cada decisión
que toma la compañía con respecto a Windows se hace con asesoramiento
legal antimonopólico.
Los efectos del juicio también ayudan a explicar por qué Microsoft
ya no es tan temida como antes. Según los términos del acuerdo,
la compañía ya no puede dar mejores condiciones a fabricantes
de computadoras que considere “amigos”. Ahora los fabricantes pueden
hacer acuerdos para preinstalar RealNetworks o la barra de Google sin temor
a represalias de su más importante vendedor.

El juicio sirvió, además, para que Microsoft advirtiera cómo
la odiaba silicon Valley. Desde entonces ha tratado de congraciarse. Ha transado
en una serie de juicios antimonopólicos privados – por un total de US$
3.500 millones – que le hicieron rivales como Sun Microsystems. Y trata por
todos los medios convertir a sus enemigos en aliados.

La invitación fue hecha por una colega, quien preparó una cena para
reunir un grupo de periodistas amigos para conmemorar el quinto aniversario del
final del juicio contra Microsoft. Todos habían cubierto el acontecimiento
para algún medio periodístico. Nocera, lo había hecho para
la revista Fortune.
Hablaron y rieron rememorando aquellas jornadas, cuando el juez Thomas Penfield
Jackson ponía los ojos al cielo ante el fastidio que le provocaban los
testigos de Microsof, cuando el superabogado David Boies, aguijoneaba y atacaba
implacablemente a la empresa de Bill Gates aportando gran parte del entretenimiento
y luego salía de copas con los periodistas.

“Sin embargo, lo que más recuerdo de aquel juicio, dice Nocera, era
que todos sentíamos que estaba haciendo época; seguramente era ése
el juicio antimonopólico del siglo!El resto de Washington se obsesionaba
con el caso Mónica Lewinsky. Nosotros, en cambio, hablábamos horas
y horas sobre los esfuerzos de Microsoft por asfixiar a Netscape — ésa
era la acusación principal – preguntándonos si el juez Jackson tendría
las agallas necesarias para partir al gigante por la mitad.

Tal como resultaron las cosas, no las tuvo. En realidad, cuenta Nocera en el
New York Times, Jackson cometió varias equivocaciones fatales y el distrito
de Columbia, aunque coincidiendo en que Microsoft había abusado de su
poder monopólico, le quitó el caso de las manos y se lo dio a
otro juez. En cuanto la administración Bush asumió el poder, el
nuevo Departamento de Justicia rápidamente solucionó el caso en
términos muy favorables a la compañía.

A cinco años de aquello, el panorama tecnológico está
muy transformado, dice el columnista. Google se ha convertido en el sucesor
de Netscape en cuanto a desafiar la hegemonía de Microsoft. Linux, el
sistema operativo de fuente abierta, ha hecho verdaderos avances en el mercado
de servidores, donde Microsoft planeaba crecer.

Entre los competidores Microsoft sigue siendo respetado pero no tan temido como
antes. Se ha convertido en una compañía más lenta y burocrática
que, por ejemplo, lleva un año de atraso con un nuevo sistema operativo
llamado Longhorn. Sus acciones hace varios años que ni suben ni bajan.

Por otra parte, sigue teniendo dos poderosos monopolios: el sistema operativo
Windows y el juego de aplicaciones Office. Su principal estrategia de negocios
es mantener esos monopolios, el menos en lo que hace a computación personal.

Entonces, se pregunta Nocera, ¿Al final el histórico juicio antimonopólico
hizo alguna diferencia? Marginalmente provocó algunos cambios, aunque
no siempre para mejor. Microsoft es hoy burocrática en parte porque es
lo natural en una empresa que se agranda. Pero también porque cada decisión
que toma la compañía con respecto a Windows se hace con asesoramiento
legal antimonopólico.
Los efectos del juicio también ayudan a explicar por qué Microsoft
ya no es tan temida como antes. Según los términos del acuerdo,
la compañía ya no puede dar mejores condiciones a fabricantes
de computadoras que considere “amigos”. Ahora los fabricantes pueden
hacer acuerdos para preinstalar RealNetworks o la barra de Google sin temor
a represalias de su más importante vendedor.

El juicio sirvió, además, para que Microsoft advirtiera cómo
la odiaba silicon Valley. Desde entonces ha tratado de congraciarse. Ha transado
en una serie de juicios antimonopólicos privados – por un total de US$
3.500 millones – que le hicieron rivales como Sun Microsystems. Y trata por
todos los medios convertir a sus enemigos en aliados.

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