<p>Seguramente los usuarios de Blackberry habrán notado en los últimos días algunos cambios en sus agendas de contactos. Es que con la nueva política de privacidad de Google todas las cuentas comparten la información de usuario y por lo tanto la foto y la información de usuario se sincronizarán con los teléfonos inteligentes. Cuando una persona sube información a la red social de Google, Plus, el contenido compartido se incorpora a la libreta de direcciones de Gmail y de ahí a las agendas telefónicas.</p>
<p>Pero este es sólo un ejemplo de cómo Google, que es dueña de la información gracias a sus populares servicios web, puede combinar las diferentes cuentas del usuario. Muchos grupos que protegen el derecho a la privacidad y también entidades reguladoras de diferentes países (entre ellas la Comisión Europea) pusieron el grito en el cielo cuando anunció los cambios a principios del mes de febrero. Principalmente el problema radica en que los usuarios no tienen opción: o aceptan los cambios o se mudan a otro servicio porque la empresa no tiene en cuenta sus opiniones o necesidades.</p>
<p>Google usa la información que recoge de todos sus servicios para vender productos que mejor se adapten al consumidor que navega en la web. Esta unificación de sus políticas de privacidad les permite ajustar la publicidad a los usuarios. La excusa de Google es que antes del mes de marzo los 60 servicios de Google tenían políticas separadas y diferentes y trataban a un mismo usuario de diferente manera según la plataforma de trabajo. Como escribieron en su blog: “Trataremos al usuario como uno solo en todos nuestros productos, lo que creará una experiencia más simple e intuitiva”.</p>
<p> </p>
<p>Que Google haya omitido información sobre el historial de navegación en su entrada de blog original no ayuda a su transparencia pero lo cierto es que fueron pocos los que hicieron click en las cajas amarillas que anunciaban los cambios en todas las plataformas de servicios de Google. De la misma manera que el dueño de un auto no quiere saber cómo se repara, los usuarios de Google prefieren ignorar los cambios y seguir usando los productos con una conciencia limpia.</p>
<p>Pero aunque no se entienda – o no se quiera entender- los datos personales que Google recolecta son el motor de la economía en Internet. El método tradicional de caja de publicidad al costado del contenido está siendo reemplazado por avisos perfectamente diseñados pensando en los gustos del usuario. Las cookies –software instalado en las PC que identifican a una computadora- ayudan a registrar estos datos que luego componen la fotografía digital de los hábitos de una persona. Antes las agencias de publicidad tenían que investigar por sí mismas en qué canales convenía pautar: hoy la tecnología de Google, su algoritmo mágico, lo hace por ellos.</p>
<p>Con la nueva política de privacidad, que identifica a un mismo usuario a través de todas las plataformas, Google se asegura que los avisos sigan al usuario y no que el usuario se encuentre con los avisos en un sitio de manera aleatoria. Desde una perspectiva comercial es una movida brillante.</p>
<p>De todas maneras, Google no venderá la información que recolecta a terceros, sino que conectará lo que las agencias quieren con su algoritmo de manera interna. Este punto es tal vez el más controversial de todos porque es sobre el que hace hincapié la Unión Europea. Mucho depende de cómo Google maneje esta situación públicamente. Y en definitiva, parte de su atractivo de marca tendrá que ver con que los usuarios disfruten la experiencia de sus servicios gratuitos al final del día, a pesar de que para eso tenga que ceder parte de su privacidad.<br />
</p>