El creador del llamado Virus del Amor, que contagió a más de un millón de computadoras la semana pasada y provocó daños extensos, dejó una serie de pistas digitales que están ayudando a los investigadores a descubrir su identidad.
Las autoridades de Filipinas allanaron el domicilio de un individuo de 23 años en una unidad habitacional del gobierno ubicada en el barrio de Pandacan en Manila, área identificada originalmente por el FBI estadounidense como origen del virus.
El apartamento, propiedad de Irene y Rommel Lamores, estaba desocupado cuando llegaron los agentes. La policía ha aislado a la zona, y los investigadores siguen buscando evidencias.
Según José O. Carlotta, alto ejecutivo de Access Net Inc., proveedora de Internet filipina cuyos sistemas fueron usados en el ataque, existen bitácoras de chats que fueron rastreadas a las cuentas de correo electrónico de esta persona y “muestran que varios individuos participaban en chats sobre la piratería informática y la creación de programas de virus”.
Funcionarios judiciales dijeron que un motivo de la demora para detener a sospechosos es la falta de un estatuto que prohiba específicamente la divulgación de los virus informáticos. Los esfuerzos tardaron también debido a la tentativa infructuosa de hallar a un juez dispuesto a aprobar una orden de allanamiento durante el fin de semana.
La policía reconoció que la demora podría haber dado al sospechoso tiempo suficiente para destruir evidencias digitales.
Los investigadores mencionaron también la posibilidad de que el virus haya sido escrita por una mujer. A pesar de las declaraciones anteriores del Buró Nacional de Investigación filipino en el sentido de que el sospechoso era hombre, la agencia de noticias Reuters citó a un funcionario policíaco anónimo en Manila que indicó que el vándalo es mujer.
Ha resultado imposible hasta la fecha calcular con exactitud los daños provocados por el virus. Sin embargo, Computer Economics Inc. -una firma de investigación económica, con sede en California, que tiene estrechos vínculos con las vendedoras de software- los estimó en US$ 2.610 millones.
El creador del llamado Virus del Amor, que contagió a más de un millón de computadoras la semana pasada y provocó daños extensos, dejó una serie de pistas digitales que están ayudando a los investigadores a descubrir su identidad.
Las autoridades de Filipinas allanaron el domicilio de un individuo de 23 años en una unidad habitacional del gobierno ubicada en el barrio de Pandacan en Manila, área identificada originalmente por el FBI estadounidense como origen del virus.
El apartamento, propiedad de Irene y Rommel Lamores, estaba desocupado cuando llegaron los agentes. La policía ha aislado a la zona, y los investigadores siguen buscando evidencias.
Según José O. Carlotta, alto ejecutivo de Access Net Inc., proveedora de Internet filipina cuyos sistemas fueron usados en el ataque, existen bitácoras de chats que fueron rastreadas a las cuentas de correo electrónico de esta persona y “muestran que varios individuos participaban en chats sobre la piratería informática y la creación de programas de virus”.
Funcionarios judiciales dijeron que un motivo de la demora para detener a sospechosos es la falta de un estatuto que prohiba específicamente la divulgación de los virus informáticos. Los esfuerzos tardaron también debido a la tentativa infructuosa de hallar a un juez dispuesto a aprobar una orden de allanamiento durante el fin de semana.
La policía reconoció que la demora podría haber dado al sospechoso tiempo suficiente para destruir evidencias digitales.
Los investigadores mencionaron también la posibilidad de que el virus haya sido escrita por una mujer. A pesar de las declaraciones anteriores del Buró Nacional de Investigación filipino en el sentido de que el sospechoso era hombre, la agencia de noticias Reuters citó a un funcionario policíaco anónimo en Manila que indicó que el vándalo es mujer.
Ha resultado imposible hasta la fecha calcular con exactitud los daños provocados por el virus. Sin embargo, Computer Economics Inc. -una firma de investigación económica, con sede en California, que tiene estrechos vínculos con las vendedoras de software- los estimó en US$ 2.610 millones.