Hawking: un milagro tecnológico al límite

Uno de los astrofísicos más brillantes de la historia ya no mueve los dedos. Stephen Hawking sólo se comunica con el mundo mediante parpadeos oculares. Ha sido arrinconado por el mal de Louis Gehrig, o sea esclerosis lateral amiotrófica.

7 septiembre, 2005

Hace muchos años que vive en una silla de ruedas merced a los adelantos más inimaginables de la tecnología. No puede emitir sonido alguno, sino vía un sintetizador vocal conectado a una computadora, cuyo teclado controlaba, hasta hace cinco días, con leves movimiento de los dedos.

“Sigue peleando”, dijo David Pond, su asistente de cátedra en la universidad de Cambridge, Inglaterra. “Sólo admite que precisa un nuevo sistema, basado en movimientos de párpados y órbitas oculares”. Por el momento y gracias a una sociedad norteamericana de vanguardia, dispone de una herramienta que “lee” los parpadeos.

Ya con 63 años, Hwaking es quien más tiempo a sobrellevado el mal de Gehrig, una rara patología neurodegenerativa que destruye gradualmente la fuerza muscular. Nacido en Oxford, fue niño prodigio y, a punto de graduarse en la universidad, supo que padecía esa enfermedad. Los médicos le daban apenas dos años de vida. Eso fue hace cuarenta.

En una cruel paradoja, mientras el cuerpo iba inmovilizándose, la mente alcanzaba alturas que la ubican en la categoría de “genio puro”. Como Leonardo da Vinci, Isaac Newton o Albert Einstein, fue abordando y hasta definiendo los problemas más arduos en su materia, la teoría cosmológica, esa rama de la ciencia que trata con agujeros negros, universos múltiples y flechas del tiempo. En 1971, aportó el modelo matemático de la explosión primigenia, origen del espacio-tiempo en esta dimensión.

Diez años después, fue más lejos: postuló que, si bien no tiene límites -como tampoco los tiene una esfera-, este universo es finito en el espacio tiempo. En 1988, sus tremendas restricciones físicas no le impidieron escribir “Breve historia del tiempo”. En sí, es libro es un imposible, pues logra explicarles sus teorías a legos sin formación matemática. Ahora, resta una solución nanotecnológoca todavía en las primeras fases de ensayo: la comunicación cerebral a través de ondas vía la retina.

Hace muchos años que vive en una silla de ruedas merced a los adelantos más inimaginables de la tecnología. No puede emitir sonido alguno, sino vía un sintetizador vocal conectado a una computadora, cuyo teclado controlaba, hasta hace cinco días, con leves movimiento de los dedos.

“Sigue peleando”, dijo David Pond, su asistente de cátedra en la universidad de Cambridge, Inglaterra. “Sólo admite que precisa un nuevo sistema, basado en movimientos de párpados y órbitas oculares”. Por el momento y gracias a una sociedad norteamericana de vanguardia, dispone de una herramienta que “lee” los parpadeos.

Ya con 63 años, Hwaking es quien más tiempo a sobrellevado el mal de Gehrig, una rara patología neurodegenerativa que destruye gradualmente la fuerza muscular. Nacido en Oxford, fue niño prodigio y, a punto de graduarse en la universidad, supo que padecía esa enfermedad. Los médicos le daban apenas dos años de vida. Eso fue hace cuarenta.

En una cruel paradoja, mientras el cuerpo iba inmovilizándose, la mente alcanzaba alturas que la ubican en la categoría de “genio puro”. Como Leonardo da Vinci, Isaac Newton o Albert Einstein, fue abordando y hasta definiendo los problemas más arduos en su materia, la teoría cosmológica, esa rama de la ciencia que trata con agujeros negros, universos múltiples y flechas del tiempo. En 1971, aportó el modelo matemático de la explosión primigenia, origen del espacio-tiempo en esta dimensión.

Diez años después, fue más lejos: postuló que, si bien no tiene límites -como tampoco los tiene una esfera-, este universo es finito en el espacio tiempo. En 1988, sus tremendas restricciones físicas no le impidieron escribir “Breve historia del tiempo”. En sí, es libro es un imposible, pues logra explicarles sus teorías a legos sin formación matemática. Ahora, resta una solución nanotecnológoca todavía en las primeras fases de ensayo: la comunicación cerebral a través de ondas vía la retina.

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