Hallazgo científico

Un grupo de investigadores de un instituto de Melbourne, en Australia, desarrollaron un cromosoma artificial muy pequeño que ayudaría a combatir diversas enfermedades.

3 mayo, 2001

(EFE).- Científicos australianos crearon los cromosomas humanos artificiales más pequeños del mundo, que ayudarán en las terapias genéticas humanas contra enfermedades como la fibrosis cística, la distrofia muscular y la hemofilia, informó ayer (miércoles 2) el jefe del equipo de investigadores, Andy Choo.

Choo, experto en genética molecular del Instituto de Investigación Infantil Murdoch de Melbourne, dijo que “las terapias genéticas han fracasado porque emplean virus como portadores de los genes que son inoculados en los pacientes”.

El problema de los virus es que “producen reacciones inmunológicas o son neutralizados por anticuerpos humanos en la mayoría de los casos”, señaló.

La alternativa son estos microcromosomas artificiales, ya que “tienen una capacidad de transportar material genético mil veces superior a la de los virus que se utilizan actualmente para conseguir este objetivo”.

Los microcromosomas son entre 100 y 200 veces más pequeños que los cromosomas normales y poseen sus mismas características y composición.

Otra de las ventajas proviene de que los genes sanos que transporta en su interior no serán inoculados directamente en el ADN (ácido desoxirribonucleico) del paciente.

“El material genético permanecerá dentro del cromosoma artificial extra para que no se altere el genoma o patrón genético de la persona y evitar efectos indeseados como la creación de células cancerígenas”, subrayó Choo.

El descubrimiento surgió de la clonación de un “neocentrómetro” descubierto hace más de una década en un niño de cinco años que ingresó en el Instituto con problemas vocales.

“El cromosoma diez de ese niño tenía una estructura simple y más pequeña que un cromosoma normal, aunque carecía de un centrómetro”, y en su lugar tenía un neocentrómetro que no repetía las secuencias del ADN, aunque actuara como un centrómetro, indicó Choo.

El experto espera que el descubrimiento pueda empezar a ser utilizado en pruebas genéticas en unos cinco años.

(EFE).- Científicos australianos crearon los cromosomas humanos artificiales más pequeños del mundo, que ayudarán en las terapias genéticas humanas contra enfermedades como la fibrosis cística, la distrofia muscular y la hemofilia, informó ayer (miércoles 2) el jefe del equipo de investigadores, Andy Choo.

Choo, experto en genética molecular del Instituto de Investigación Infantil Murdoch de Melbourne, dijo que “las terapias genéticas han fracasado porque emplean virus como portadores de los genes que son inoculados en los pacientes”.

El problema de los virus es que “producen reacciones inmunológicas o son neutralizados por anticuerpos humanos en la mayoría de los casos”, señaló.

La alternativa son estos microcromosomas artificiales, ya que “tienen una capacidad de transportar material genético mil veces superior a la de los virus que se utilizan actualmente para conseguir este objetivo”.

Los microcromosomas son entre 100 y 200 veces más pequeños que los cromosomas normales y poseen sus mismas características y composición.

Otra de las ventajas proviene de que los genes sanos que transporta en su interior no serán inoculados directamente en el ADN (ácido desoxirribonucleico) del paciente.

“El material genético permanecerá dentro del cromosoma artificial extra para que no se altere el genoma o patrón genético de la persona y evitar efectos indeseados como la creación de células cancerígenas”, subrayó Choo.

El descubrimiento surgió de la clonación de un “neocentrómetro” descubierto hace más de una década en un niño de cinco años que ingresó en el Instituto con problemas vocales.

“El cromosoma diez de ese niño tenía una estructura simple y más pequeña que un cromosoma normal, aunque carecía de un centrómetro”, y en su lugar tenía un neocentrómetro que no repetía las secuencias del ADN, aunque actuara como un centrómetro, indicó Choo.

El experto espera que el descubrimiento pueda empezar a ser utilizado en pruebas genéticas en unos cinco años.

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