Ganarán dinero las empresas de tecnología que puedan seguirles la pista a sus usuarios desde sus computadoras de escritorio hasta sus teléfonos móviles y en última instancia hasta las tiendas, cines y pizzerías donde gastan su dinero.
La denominada revolución móvil es el definitivo paso que darán las compañías de teléfonos celulares hacia redes de alta velocidad de transmisión de datos. La demanda de servicios por parte de los usuarios y la definición de una norma estándar de los operadores son los temas de fondo.
Detrás de la presión que ejerce el mercado de consumo por volcarse hacia la movilidad total con dispositivos multipropósitos, se encuentran las posibilidades reales del bolsillo del consumidor y de la infraestructura que deben montar los operadores de telefonías para contar con una red suficientemente estable como para dar soporte a los servicios de valor agregado.
El crecimiento de los datos, fundamentalmente por el uso de Internet, enviados por tecnología inalámbrica está magnificando la necesidad de contar con espectro adicional antes de la inminente escasez, cuando la demanda supere la capacidad y la calidad del servicio se vea impactada seriamente. Se prevé que el tráfico inalámbrico mundial crecerá 25 veces en los próximos cinco años.
Según la organización que promueve el desarrollo de tecnologías de banda ancha móvil, los usuarios de América latina continúan demandando servicios de datos de alta velocidad: la penetración de la banda ancha móvil aumentó de 8% a 15% durante el año pasado y se estima que la penetración de los datos móviles alcanzará 30% al término de 2013.
El promedio de América latina en el uso de datos es 23% como media. En Norteamérica el promedio del uso de datos es de 37%. La Argentina lidera el consumo de datos con un promedio de uso de 49% y le sigue Venezuela con 36%.