¿Es diferente en este caso o están cometiendo el mismo error?
Sus defensores explican que, a diferencia de las “punto com” pre-milenio, Google gana plata. ¿Pero cuánto más puede subir el precio de esa acción sin que la inversión corra peligro? La fenomenal alza de abril recuerda, al analista Martin Pyykkonen, la burbuja de los ’90. “La única diferencia, a su favor, es que Google es rentable”, dice. Sus ganancias crecen en forma sensacional (se triplicaron el año pasado) y tiene muy buenos márgenes de rentabilidad (casi 30 centavos por cada dólar ingresado el año pasado quedó en las arcas de la compañía).
La empresa californiana es el principal proveedor de servicios de “búsqueda paga”, o sea pago por cada palabra clave. Al alinear la exposición de avisos con los criterios de búsqueda que introducen los usuarios a su sitio, consigue tasas premium. Google, además, es un innovador, constantemente mejorando su tecnología y fortaleciendo su marca.
Lo que separa a los admiradores de la “acción Google” de los escépticos, es su precio. Sobre la base de sus casi US$282,50 la acción, negoció con ganancias 88,3 veces mayores en los últimos cuatro trimestres. Pero los cálculos internos dicen que Google ganará US$6 este año y entre US$8 y 10 el próximo. Los resultados son múltiplos de 30 y eso justifica un pronóstico de US$400 la acción.
Prever buena suerte parece una apuesta segura, dados los márgenes actuales. Pero aquí es donde interviene otro fenómeno de fines de los ’90: los inversores apuestan a la estabilidad tecnológica, comercial y económica en un campo donde el cambio es permanente. Cuando la burbuja se inflaba, los inversionistas subestimaron groseramente la capacidad de las otras empresas para ingresar y competir con aquellas en las que ellos habían invertido. ¿Podría pasar lo mismo con Google?
Pyykkonen advierte: “Si Microsoft decidiera desafiar a Google en búsqueda paga lo podría hacer, y a mayor escala de lo que nadie imagina, y así erosionaría los márgenes de Google”.
Luego están los imponderables, esos acontecimientos que aparecen de la nada y convierten en obsoletos todos los pronósticos. El último servicio de Google, “Desktop Search”, permite buscar en toda la información alojada en la computadora del usuario. ¿Qué pasa si algún estudiante precoz decide descifrar el código y meterse en el sistema?
Podría surgir un problema con el tema privacidad, dice Pyykkonen. Los anunciantes lo saben, y podrían no querer arriesgar sus marcas en algo que podría convertirse en un peligro. Su consejo a los accionistas es que no se muevan. Pero les advierte que podrían tener un golpe de suerte –en cualquiera de los dos sentidos– cuando Standard & Poor´s decida si incluye o no a Google en su índice de las 500.
¿Es diferente en este caso o están cometiendo el mismo error?
Sus defensores explican que, a diferencia de las “punto com” pre-milenio, Google gana plata. ¿Pero cuánto más puede subir el precio de esa acción sin que la inversión corra peligro? La fenomenal alza de abril recuerda, al analista Martin Pyykkonen, la burbuja de los ’90. “La única diferencia, a su favor, es que Google es rentable”, dice. Sus ganancias crecen en forma sensacional (se triplicaron el año pasado) y tiene muy buenos márgenes de rentabilidad (casi 30 centavos por cada dólar ingresado el año pasado quedó en las arcas de la compañía).
La empresa californiana es el principal proveedor de servicios de “búsqueda paga”, o sea pago por cada palabra clave. Al alinear la exposición de avisos con los criterios de búsqueda que introducen los usuarios a su sitio, consigue tasas premium. Google, además, es un innovador, constantemente mejorando su tecnología y fortaleciendo su marca.
Lo que separa a los admiradores de la “acción Google” de los escépticos, es su precio. Sobre la base de sus casi US$282,50 la acción, negoció con ganancias 88,3 veces mayores en los últimos cuatro trimestres. Pero los cálculos internos dicen que Google ganará US$6 este año y entre US$8 y 10 el próximo. Los resultados son múltiplos de 30 y eso justifica un pronóstico de US$400 la acción.
Prever buena suerte parece una apuesta segura, dados los márgenes actuales. Pero aquí es donde interviene otro fenómeno de fines de los ’90: los inversores apuestan a la estabilidad tecnológica, comercial y económica en un campo donde el cambio es permanente. Cuando la burbuja se inflaba, los inversionistas subestimaron groseramente la capacidad de las otras empresas para ingresar y competir con aquellas en las que ellos habían invertido. ¿Podría pasar lo mismo con Google?
Pyykkonen advierte: “Si Microsoft decidiera desafiar a Google en búsqueda paga lo podría hacer, y a mayor escala de lo que nadie imagina, y así erosionaría los márgenes de Google”.
Luego están los imponderables, esos acontecimientos que aparecen de la nada y convierten en obsoletos todos los pronósticos. El último servicio de Google, “Desktop Search”, permite buscar en toda la información alojada en la computadora del usuario. ¿Qué pasa si algún estudiante precoz decide descifrar el código y meterse en el sistema?
Podría surgir un problema con el tema privacidad, dice Pyykkonen. Los anunciantes lo saben, y podrían no querer arriesgar sus marcas en algo que podría convertirse en un peligro. Su consejo a los accionistas es que no se muevan. Pero les advierte que podrían tener un golpe de suerte –en cualquiera de los dos sentidos– cuando Standard & Poor´s decida si incluye o no a Google en su índice de las 500.