El fax, o la eterna vigencia del papel
En un mundo oficinesco que se ha vuelto digital, portátil e inalámbrico, el fax es una tecnología antigua que se resiste a desaparecer como una burla permanente a las predicción de la sociedad sin papeles.
Cuando a mediados de los ’90 se imponía el e-mail, muchos fueron los consultores que aconsejaban a las empresas librarse del fax. Hoy, sin embargo, las máquinas de fax — silenciosas, rápidas y con buena reproducción—no han desaparecido ni están en vías de hacerlo.
El año pasado en Estados Unidos se vendieron 1,5 millón de aparatos, tanto para uso comercial como hogareño. De ese total, unas 500.000 combinaban con funciones de copiado y escaneo de documentos.
Aunque la ventas de máquinas de fax no llegan a los 3,6 millones logrados en 1997, algunos fabricantes dicen que si se incluyen las máquinas multiuso, la demanda está en permanente aumento. En 1994, Hewlett-Packard dejó el mercado del fax, creyendo las predicciones de su inminente obsolescencia, pero volvió en 1998 porque advirtió que su vigencia.
Las ventajas del fax
Con un fax, el farmacéutico tiene un registro escrito de lo que pidió el médico. Evita las confusiones que se pueden producir cuando las recetas se dictan por teléfono (algo posible en Estados Unidos) y elimina la pérdida de tiempo que se genera cuando hay que presentar las recetas en mano. Otro factor a su favor es la seguridad. Con un fax uno no tiene que preocuparse de hackers o de que alguien nos robe la contraseña del e-mail. Mientras haya una persona lista para recibir el mensaje, el fax es confidencial.
El precio en permanente descenso es otro factor que fomenta su popularidad. Lo que hace diez años costaba US$ 200 hoy se puede conseguir por US$ 45. Además, mientras hace diez años la máquina de era exclusivamente fax y costaba US$ 200, hoy se consigue una combinación (Hewlett) de fax, copiadora y contestador automático por US$ 99.
Los baratos imprimen lentamente. Los caros pueden ser muy caros (US$ 70.000) pero imprimen más de 100 páginas por minuto.
Cuando a mediados de los ’90 se imponía el e-mail, muchos fueron los consultores que aconsejaban a las empresas librarse del fax. Hoy, sin embargo, las máquinas de fax — silenciosas, rápidas y con buena reproducción—no han desaparecido ni están en vías de hacerlo.
El año pasado en Estados Unidos se vendieron 1,5 millón de aparatos, tanto para uso comercial como hogareño. De ese total, unas 500.000 combinaban con funciones de copiado y escaneo de documentos.
Aunque la ventas de máquinas de fax no llegan a los 3,6 millones logrados en 1997, algunos fabricantes dicen que si se incluyen las máquinas multiuso, la demanda está en permanente aumento. En 1994, Hewlett-Packard dejó el mercado del fax, creyendo las predicciones de su inminente obsolescencia, pero volvió en 1998 porque advirtió que su vigencia.
Las ventajas del fax
Con un fax, el farmacéutico tiene un registro escrito de lo que pidió el médico. Evita las confusiones que se pueden producir cuando las recetas se dictan por teléfono (algo posible en Estados Unidos) y elimina la pérdida de tiempo que se genera cuando hay que presentar las recetas en mano. Otro factor a su favor es la seguridad. Con un fax uno no tiene que preocuparse de hackers o de que alguien nos robe la contraseña del e-mail. Mientras haya una persona lista para recibir el mensaje, el fax es confidencial.
El precio en permanente descenso es otro factor que fomenta su popularidad. Lo que hace diez años costaba US$ 200 hoy se puede conseguir por US$ 45. Además, mientras hace diez años la máquina de era exclusivamente fax y costaba US$ 200, hoy se consigue una combinación (Hewlett) de fax, copiadora y contestador automático por US$ 99.
Los baratos imprimen lentamente. Los caros pueden ser muy caros (US$ 70.000) pero imprimen más de 100 páginas por minuto.
