El chip espía

El sueño de muchos – colocar una plaqueta con chip identificador en todos y cada uno de los productos a la venta – es también el terror de muchos otros. De todos modos, parece muy próximo a hacerse realidad.

20 octubre, 2003

Kevin Ashton, director del AutoID Center en el Massachussets Institute of Technology,
promete que para el año 2007 ya habrá 20.000 millones de plaquetas
instaladas y un billón para 2010. Describe así un mundo en el cual
absolutamente todo – desde tubos de pasta dental pasando por zapatos hasta autos
llevará un microchip único de identificación.

Por su parte Catherine Albrecht lidera una campaña destinada no sólo
a desacelerar la aplicación de lo que llama “el chip espía”,
sino a detener su aplicación generalizada. “Recuerden lo que pasó
con Stalin, por más que Ashton lo niegue, al final esta tecnología
va a ser usada para vigilancia. Ellos van a poder saber quién es usted,
dónde está, con quién esta. Me da escalofríos”.

La campaña que Albrecht lleva adelante la enfrenta a grandes empresas
como Wal-Mart, Tesco y Gillette. Todas ellas creen que los microhips van a ayudar
a reducir robos, a aumentar la eficiencia de la cadena de suministro y a ahorrar
millones de dólares sin inmiscuirse en la privacidad de las personas.

Hasta ahora, sin embargo, el finteo entre defensores y opositores era básicamente
un encuentro de argumentos, porque la tecnología que se llama Radio Frequency
Identification (RFID) era algo primitiva y demasiado cara para ser utilizada
fuera de algunas aplicaciones especiales. Ponerlas en miles de millones de productos
individuales para el consumo era ciencia ficción.

Pero ahora un grupo de científicos del MIT, otro de la Universidad de
Cambridge y algunas empresas de reciente formación están trabajando
a toda velocidad para convertir esa ficción en realidad. Ya se pueden
fabricar placas que sólo consisten en una diminuta lámina de silicio
y antena por menos de 50 centavos de dólar. Si el precio sigue bajando
pronto va a ser posible instalar una placa en todos los productos en el mercado
consumidor.

Paralelamente está el escáner que lee el chip. Se trata de un
adminículo que envía señales de alta frecuencia y convierte
la información en un número único de serie. Ese número
refiere a una página web que contiene especificaciones detalladas para
el producto. Los lectores pueden escanear docenas de artículos simultáneamente
y no necesitan tenerlos a la vista. Eso los convierte en infinitamente superiores
a los códigos de barras.También se convierten – dice Albrecht
– en una amenaza para las libertades civiles.

En enero Gillette encargó 500 millones de plaquetas para realizar el
primer test a gran escala de la tecnología. En julio Wal-Mart manifestó
que pediría a los 100 proveedores más importantes que utilicen
plaquetas RFID para fin de año. A los proveedores más pequeños
les da dos años de plazo para incorporar la tecnología.

El Departamento de Defensa de Estados Unidos está considerando exigir
también el uso de los chips a toda su masa de proveedores. Los nombres
más importantes del sector primado y público han decidido adoptar
la nueva tecnología y están compatibilizando estándares
según las especificaciones del auto-ID Center, que además indica
qué frecuencia de radio deben usar los lectores y qué formato
de números de serie deben llevar las plaquetas.

Kevin Ashton, director del AutoID Center en el Massachussets Institute of Technology,
promete que para el año 2007 ya habrá 20.000 millones de plaquetas
instaladas y un billón para 2010. Describe así un mundo en el cual
absolutamente todo – desde tubos de pasta dental pasando por zapatos hasta autos
llevará un microchip único de identificación.

Por su parte Catherine Albrecht lidera una campaña destinada no sólo
a desacelerar la aplicación de lo que llama “el chip espía”,
sino a detener su aplicación generalizada. “Recuerden lo que pasó
con Stalin, por más que Ashton lo niegue, al final esta tecnología
va a ser usada para vigilancia. Ellos van a poder saber quién es usted,
dónde está, con quién esta. Me da escalofríos”.

La campaña que Albrecht lleva adelante la enfrenta a grandes empresas
como Wal-Mart, Tesco y Gillette. Todas ellas creen que los microhips van a ayudar
a reducir robos, a aumentar la eficiencia de la cadena de suministro y a ahorrar
millones de dólares sin inmiscuirse en la privacidad de las personas.

Hasta ahora, sin embargo, el finteo entre defensores y opositores era básicamente
un encuentro de argumentos, porque la tecnología que se llama Radio Frequency
Identification (RFID) era algo primitiva y demasiado cara para ser utilizada
fuera de algunas aplicaciones especiales. Ponerlas en miles de millones de productos
individuales para el consumo era ciencia ficción.

Pero ahora un grupo de científicos del MIT, otro de la Universidad de
Cambridge y algunas empresas de reciente formación están trabajando
a toda velocidad para convertir esa ficción en realidad. Ya se pueden
fabricar placas que sólo consisten en una diminuta lámina de silicio
y antena por menos de 50 centavos de dólar. Si el precio sigue bajando
pronto va a ser posible instalar una placa en todos los productos en el mercado
consumidor.

Paralelamente está el escáner que lee el chip. Se trata de un
adminículo que envía señales de alta frecuencia y convierte
la información en un número único de serie. Ese número
refiere a una página web que contiene especificaciones detalladas para
el producto. Los lectores pueden escanear docenas de artículos simultáneamente
y no necesitan tenerlos a la vista. Eso los convierte en infinitamente superiores
a los códigos de barras.También se convierten – dice Albrecht
– en una amenaza para las libertades civiles.

En enero Gillette encargó 500 millones de plaquetas para realizar el
primer test a gran escala de la tecnología. En julio Wal-Mart manifestó
que pediría a los 100 proveedores más importantes que utilicen
plaquetas RFID para fin de año. A los proveedores más pequeños
les da dos años de plazo para incorporar la tecnología.

El Departamento de Defensa de Estados Unidos está considerando exigir
también el uso de los chips a toda su masa de proveedores. Los nombres
más importantes del sector primado y público han decidido adoptar
la nueva tecnología y están compatibilizando estándares
según las especificaciones del auto-ID Center, que además indica
qué frecuencia de radio deben usar los lectores y qué formato
de números de serie deben llevar las plaquetas.

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