Prácticamente todos los aspectos del negocio fueron modificados: costos reducidos, subsidiarias vendidas, deuda saldada, dividendos recortados salvajemente y los contratos problemáticos reestructurados o deshechos. El equipo gerencial de Dick Brown, CEO hasta marzo 2003, tampoco existe más.
Pero la transformación rápida que esperaban los inversores no se va a producir. Las acciones de EDS, que se negociaban a alrededor de US$ 14 antes de la llegada de Michael Jordan al cargo de CEO, sólo llegaron a US$ 20. Persisten los interrogantes sobre las perspectivas de crecimiento y la competitividad del grupo en el mercado de los servicios informáticos, cada vez más lleno de participantes.
Mientras tanto su más grande cliente y ex empresa madre, General Motors, que le representa 10% de los ingresos, el año próximo pondrá muchos de sus contratos en licitación pública.
Desde los años ’60 a los ’80, EDS fue la que primero inventó y luego dominó el mercado de servicios de TI. El millonario fundador de la compañía, Ross Perot, vio las excelentes oportunidades que prometía el procesamiento de datos y otros procesos tecnológicos en las grandes empresas.
En 1984, la compañía tejana fue adquirida por General Motors, pero la fusión nunca logró un ensamble perfecto. En 1996, EDS fue separada y GM la compensó con los lucrativos contratos a 10 años que se ofrecerán al mejor postor el año próximo.
Pero la compañía no consiguió aprovechar su libertad. Dick Brown, quien parecía ser la persona ideal para inyectarle nuevas energías, fue nombrado director ejecutivo. Los ingresos aumentaron de US$ 17.000 millones en 1998 a US$ 21.500 millones en 2002.
Pero a pesar de algunos contratos realmente importantes, no todo andaba bien en la compañía. Para lograr los exigentes objetivos de crecimiento fijados por el nuevo jefe, los ejecutivos de EDS firmaban contratos que, o eran poco rentables o imposibles de manejar. El contrato con la marina, por ejemplo, resultó ser un monstruo de problema que este año va a significar a EDS una erogación de US$ 450 millones.
Mientras el equipo dirigente durante la era Brown se preocupaba por hacer crecer la empresa, los costos operativos crecían. En septiembre 2002 la caída de las ganancias fue la señal clara de que estaban en problemas. En seis meses Brown fue despedido aunque con una generosa indemnización de US$ 35 millones.
Era el turno de Michael H. Jordan para encarar el rescate. Había trabajado en McKinsey, Pepsi, Westinghouse y CBS pero nunca en TI. Su único lazo con EDS era Roger Enrico, miembro del directorio y ex compañero de los días de PepsiCo.
Jordan tuvo la inteligencia de rodearse de gente ducha en TI: los principales, Charlie Feld (60), y Dave Clementz, otro veterano a punto de jubilarse luego de ser durante años CIO de Chevron Texaco.
Con su equipo en funcionamiento y las cuentas saneadas, Jordan ahora se preocupa por la estrategia. O sea, cómo hacer para hacer nuevos negocios y ganar dinero en un mundo donde la brutal competencia se come las ganancias.
Recortará 20.000 puestos de trabajo de un total de 120.000. Los 16 data centres que forman la vasta infraestructura con que EDS brinda soporte a sus clientes en todo el mundo también sufrirán racionalización. Utilizará proveedores más baratos y sistemas más flexibles para poder aprovechar componentes estándar.
De todas maneras, tendrá que vérselas con competidores de la talla de IBM, Hewlett Packard y muchos otros que se disputan el mercado de los sistemas en las grandes empresas multinacionales. Jordan lo sabe y promete alianzas que le permitan recorrer en poco tiempo la distancia que necesita.
En Wall Street ya hay señales de que las opiniones se vuelven a su favor. En agosto Goldman Sachs y Sanford C Bernstein mejoraron sus pronósticos sobre el grupo tejano.
Prácticamente todos los aspectos del negocio fueron modificados: costos reducidos, subsidiarias vendidas, deuda saldada, dividendos recortados salvajemente y los contratos problemáticos reestructurados o deshechos. El equipo gerencial de Dick Brown, CEO hasta marzo 2003, tampoco existe más.
Pero la transformación rápida que esperaban los inversores no se va a producir. Las acciones de EDS, que se negociaban a alrededor de US$ 14 antes de la llegada de Michael Jordan al cargo de CEO, sólo llegaron a US$ 20. Persisten los interrogantes sobre las perspectivas de crecimiento y la competitividad del grupo en el mercado de los servicios informáticos, cada vez más lleno de participantes.
Mientras tanto su más grande cliente y ex empresa madre, General Motors, que le representa 10% de los ingresos, el año próximo pondrá muchos de sus contratos en licitación pública.
Desde los años ’60 a los ’80, EDS fue la que primero inventó y luego dominó el mercado de servicios de TI. El millonario fundador de la compañía, Ross Perot, vio las excelentes oportunidades que prometía el procesamiento de datos y otros procesos tecnológicos en las grandes empresas.
En 1984, la compañía tejana fue adquirida por General Motors, pero la fusión nunca logró un ensamble perfecto. En 1996, EDS fue separada y GM la compensó con los lucrativos contratos a 10 años que se ofrecerán al mejor postor el año próximo.
Pero la compañía no consiguió aprovechar su libertad. Dick Brown, quien parecía ser la persona ideal para inyectarle nuevas energías, fue nombrado director ejecutivo. Los ingresos aumentaron de US$ 17.000 millones en 1998 a US$ 21.500 millones en 2002.
Pero a pesar de algunos contratos realmente importantes, no todo andaba bien en la compañía. Para lograr los exigentes objetivos de crecimiento fijados por el nuevo jefe, los ejecutivos de EDS firmaban contratos que, o eran poco rentables o imposibles de manejar. El contrato con la marina, por ejemplo, resultó ser un monstruo de problema que este año va a significar a EDS una erogación de US$ 450 millones.
Mientras el equipo dirigente durante la era Brown se preocupaba por hacer crecer la empresa, los costos operativos crecían. En septiembre 2002 la caída de las ganancias fue la señal clara de que estaban en problemas. En seis meses Brown fue despedido aunque con una generosa indemnización de US$ 35 millones.
Era el turno de Michael H. Jordan para encarar el rescate. Había trabajado en McKinsey, Pepsi, Westinghouse y CBS pero nunca en TI. Su único lazo con EDS era Roger Enrico, miembro del directorio y ex compañero de los días de PepsiCo.
Jordan tuvo la inteligencia de rodearse de gente ducha en TI: los principales, Charlie Feld (60), y Dave Clementz, otro veterano a punto de jubilarse luego de ser durante años CIO de Chevron Texaco.
Con su equipo en funcionamiento y las cuentas saneadas, Jordan ahora se preocupa por la estrategia. O sea, cómo hacer para hacer nuevos negocios y ganar dinero en un mundo donde la brutal competencia se come las ganancias.
Recortará 20.000 puestos de trabajo de un total de 120.000. Los 16 data centres que forman la vasta infraestructura con que EDS brinda soporte a sus clientes en todo el mundo también sufrirán racionalización. Utilizará proveedores más baratos y sistemas más flexibles para poder aprovechar componentes estándar.
De todas maneras, tendrá que vérselas con competidores de la talla de IBM, Hewlett Packard y muchos otros que se disputan el mercado de los sistemas en las grandes empresas multinacionales. Jordan lo sabe y promete alianzas que le permitan recorrer en poco tiempo la distancia que necesita.
En Wall Street ya hay señales de que las opiniones se vuelven a su favor. En agosto Goldman Sachs y Sanford C Bernstein mejoraron sus pronósticos sobre el grupo tejano.