Entre el 4 y el 8 de mayo tuvo lugar en Ginebra una reunión para tratar, en el marco del Convenio Estocolmo, el tema de los POP. El Convenio de Estocolmo es el instrumento internacional que regula el tratamiento de las sustancias tóxicas, auspiciado por el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). Este convenio ha sido el resultado de largos años de negociación para obtener compromisos legales de los países que obligue de manera urgente la eliminación de todos los Compuestos Orgánicos Persistentes (COP). Fue firmado por 151 países y en la actualidad 34 países ya lo han ratificado. Es necesaria la ratificación de 50 países para que el Convenio entre en vigor 90 días después y se comiencen aplicar políticas de eliminación de estos compuestos. Su objetivo es eliminar o restringir la producción y utilización de los COP, cuyos efectos sobre la salud humana y animal son múltiples : deterioro de los sistemas inmunitarios, nerviosos y reproductores ; mutaciones genéticas y distintos tipos de cáncer. "Los agricultores, las mujeres embarazadas, los jóvenes, las generaciones futuras y ciertas comunidades aisladas como las del Ártico son especialmente vulnerabless", explica Achim Steiner, director del Programa de Naciones Unidas por el ambiente. <br />
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Hasta ahora, sólo doce pesticidas y productos químicos figuran en la lista negra de la Convención. Se la llama « La docena sucia” e incluye distintos tipos de insecticidas, pesticidas, raticidas, avicidas, etc. <br />
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La delegación presentó en Ginebra la necesidad de agregar nuevos venenos muy utilizados en la industria electrónica y textil. El sulfonato de perfluoroctano (PFOS), del cual la China es el principal productor, fue objeto de intensas negociaciones. Pequín hizo valer su derecho a obtener asistencia técnica y financiera a cambio de posibles concesiones. El PFOS, prohibido en Estados Unidos (en otro época primer productor) y en Europa, es ampliamente utilizado para la fabricación de computadoras y televisores, contaminando obreros y luego a usuarios. También interviene en la composición de impermeabilizantes y productos anti-manchas con que se impregnan ciertos textiles, en las espumas de los matafuegos y los fluidos hidráulicos. Mientras los productos que inundan los mercados no se conozcan a fondo, mal se podrá conocer sus efectos a largo plazo. <br />
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Otro producto en la picota es el lindano, un pesticida que sólo siguen produciendo Rumania e India, utilizado para champúes antipiojos y en medicina veterinaria en muchos países africanos, asiáticos y sudamericanos. La Unión europea y Estados Unidos lo han prohibido. La sustancia, que se dice « bioacumulativa » (sus cantidades aumentan a medida que remonta la cadena alimentaria) sirve también para tratar los ananás y las semillas de maíz, en particular en Kenia, gran exportador de productos agrícolas hacia Europa. <br />
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Finalmente, el PentaBDE – y otros retardadores de llamas — , todavía con presencia masiva en los países en vías de desarrollo, siguen provocando vivos debates. La Unión Europea, que ha prohibido su utilización, se preocupa por los problemas de reciclaje que afrontaría si la sustancia fuera incluida en la lista de COP. Los productos que lo contienen deberán ser tratados aparte, lo cual sería un verdadero dolor de cabeza con costos altísimos. <br />
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Crece la lista de productos tóxicos
Se los llama COP (compuestos orgánicos persistentes) y son contaminantes orgánicos, sustancias químicas altamente tóxicas y resistentes a la degradación que se acumulan en organismos vivos y se propagan por el aire contaminando por largo tiempo los ecosistemas terrestres y acuáticos.