California se larga a imponer combustibles ecológicos

Arnold Schwarzenegger, ex Conan, hoy gobernador del Estado más rico del país, usa su popularidad para imponer coches híbridos. Las grandes petroleras y automotrices no logran frenarlo, aun repartiendo dádivas entre medios y periodistas.

18 enero, 2005

Apelando a un arsenal tomado de Hollywood, uno de los dos potenciales contendientes republicanos por la sucesión de George W. Bush –el otro es Rodolfo Giuliani, neoyorquino- se ha ubicado en el centro de una polémica que salpica a Texas y otros estados que explotan hidrocarburos.

En síntesis, Sacramento decidió hace poco transformar en híbridos –vale decir, con motores eléctricos- todos los vehículos patentados en California. Motivo: las emisiones de anhídrido carbónico deberán reducirse 30% en la “dodécada” 2005-16. El austríaco naturalizado estadounidense (como el ex alemán Henry Kissinger, retiene un perceptible acentro germano, pero es mucho más carismático) milita desde hace tiempo en causas ambientalistas, ecológicas, feministas y demás tabúes para Washington.

Pasando por alto campañas de opinión y críticas de petroleras y automotrices –éstas sostienen que la conversión de motores es muy costosa-, Schwarzenegger practica un activismo notable. Por de pronto, parece haber convencido a sus colegas de Oregon, Maine y (tal vez) Nueva York para subirse al ómnibus; híbrido, por supuesto.

“Si creen que el cambio es caro, dejen de incentivar con descuentos y crédito barato la venta de coches. Cada uno les representa apenas 50% del precio de lista y así andan sus balances”. Así decía Maria Shriver, esposa –demócrata- de quien gobierna la quinta economía del mundo.

Apelando a un arsenal tomado de Hollywood, uno de los dos potenciales contendientes republicanos por la sucesión de George W. Bush –el otro es Rodolfo Giuliani, neoyorquino- se ha ubicado en el centro de una polémica que salpica a Texas y otros estados que explotan hidrocarburos.

En síntesis, Sacramento decidió hace poco transformar en híbridos –vale decir, con motores eléctricos- todos los vehículos patentados en California. Motivo: las emisiones de anhídrido carbónico deberán reducirse 30% en la “dodécada” 2005-16. El austríaco naturalizado estadounidense (como el ex alemán Henry Kissinger, retiene un perceptible acentro germano, pero es mucho más carismático) milita desde hace tiempo en causas ambientalistas, ecológicas, feministas y demás tabúes para Washington.

Pasando por alto campañas de opinión y críticas de petroleras y automotrices –éstas sostienen que la conversión de motores es muy costosa-, Schwarzenegger practica un activismo notable. Por de pronto, parece haber convencido a sus colegas de Oregon, Maine y (tal vez) Nueva York para subirse al ómnibus; híbrido, por supuesto.

“Si creen que el cambio es caro, dejen de incentivar con descuentos y crédito barato la venta de coches. Cada uno les representa apenas 50% del precio de lista y así andan sus balances”. Así decía Maria Shriver, esposa –demócrata- de quien gobierna la quinta economía del mundo.

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