Viviane Reding, comisionada de justicia de la Unión Europea y vicepresidenta de la Comisión Europea, se preocupa por el tema. Ella ha propuesto que Europa adopte el “derecho a ser olvidado”, una propuesta que está avanzando por el proceso legal y podría convertirse en ley antes de dos años.
Si prospera la propuesta el control del usuario sobre los datos que libremente suministra a una red social pasará a ser sagrado en todos los países. Pero también lo será el trabajo de los periodistas, amparados en la libertad de expresión, o el de boletines oficiales que publican datos de personas que pueden ser usados para otros fines.
Jeffrey Rosen, profesor de derecho de la Universidad George Washington, escribe en el Stanford Law Review que ese derecho podría tener consecuencias profundamente negativas para la libertad de expresión y el periodismo y, en última instancia, podría fragmentar la Internet.
Según dice Simson Garfinkel en Technology Review, la propuesta podría, también, ser innecesaria. Aun sin el derecho al olvido, hay muchas formas en que se puede retirar esa información de la Web. Esos métodos seguramente se van a expandir en el futuro cercano.
Lo que más sorprende, sigue Garfinkel, es que la información más fácil de remover de internet es la almacenada en Facebook, y en menor medida en otras redes sociales.
No todos coinciden con esta opinión. Muchos creen que la desaparición de comentarios, fotos, videos, información personal o cualquier otra cosa que haya circulado a través de dispositivos electrónicos o en el ciberespacio depende de la plataforma por la que haya pasado. Según dónde se encuentre ese material, su desaparición será parcial o cuasi-definitiva.
En el caso de redes sociales como Twitter, Instagram y Facebook, las fotos que se hayan compartido o los comentarios que se hayan hecho pueden ser eliminados por sus autores, de manera que otros usuarios dejan de verlos. Pero las imágenes y las oraciones permanecen en los servidores de las empresas.
En el caso de celulares de última generación, computadoras fijas o portátiles, las perspectivas son más prometedoras porque, en gran medida, dependen del propio usuario. Al arrastrar un documento de Word a la papelera o presionar el botón derecho del ratón en busca de la opción delete, lo que se desee borrar, desaparecerá. Pero siempre quedarán rastros que permiten recuperar lo que se quiso eliminar utilizando programas especializados que se consiguen fácilmente en el mercado.
En lo que respecta a teléfonos inteligentes, la alternativa es “reiniciar” el móvil y utilizar la función que permite que el aparato vuelva al estado en el que salió de la caja cuando se compró. Este recurso es útil y seguro para proteger lo que se almacena el teléfono, ya que en muchos casos, se realizan copias de seguridad sin que el usuario lo sepa.