BlackBerry dejó sin servicio a cinco millones de usuarios en EE.UU.

¿Dónde estaban los grandes medios cuando se apagó BlackBerry en Estados Unidos? Quizá sintonizando otros canales, porque recién el jueves 19 se enteraron lo que había ocurrido el martes 17 desde las 8 pm en el huso de la costa oriental.

20 abril, 2007

El servicio quedó cortado por problemas técnicos aún no identificados y dejó a los usuarios sin su tan caro correo electrónico inalámbrico. Fueron diez horas que les costará mucho olvidar y han perjudicado la imagen del servicio. El apagón, sin duda, resultó traumático para gente que depende –profesional y aun emocionalmente- del pequeño dispositivo manual. No tan inteligente como se suponía.

Stuart Gold, por ejemplo, viajaba por negocios y se quedó sin servicio en el camino. Sucede que es director ejecutivo de Omniture, una firma de software. De pronto, apareció una fatídica X en la pantallita y chau. Su primera reacción –cuenta- fue histérica: empezó a sacudir y desmontar el aparatito, le sacó la pila y la limpió contra la camisa. Ya en el hotel, trepaba paredes en pleno ataque de nervios.

A las seis y mediade la mañana siguiente, miércoles 18, despertó y corrió al celular. Recién a las siete, hora de la costa pacífica, el dispositivo reinició funciones. Lo malo de este apagón es que demasiadas personas suponían ser víctimas de percances individuales: la pantallita se ponía en negro sin dar explicación alguna (algo que una PC común hace, de un modo otro).

Zachariah Nelson, CEO de NetSuite –otra firma profesional de software-, orilló la paranoia. Estaba en medio de una conferencia de ventas en Barados y recibía e-mail de cientos de empleados. De pronto su BlackBerry se borró y llegó a creer que el personal estaba en huelga.

Al viernes, todavía se ignoraban las causas específicas del apagón. Research in Motion (RiM), la compañía canadiense que fabrica los BlackBerry (“arándanos” en castellano) ofrece explicaciones muy parciales o poco convincentes, mientras comienzan a lloverle demandas judiciales. “Los motivos técnicos siguen bajo escrutinio”, señalaba a casi dos días del hecho. “Al Qa’eda no lo habría hecho mejor” comenta Nelson.

Parte del problema, parece, se debe al veloz crecimiento del servicio. De acuerdo con RiM, sólo en 2006 se han incorporado tres millones de abonados y ahora hay más de ocho millones. El éxito refleja la aceptación del extrachato BlackBerry Pearl. Dejando eso de lado, los usuarios del sistema ya han pasado sustos. En junio, hubo dos apagones, pero duraron pocas horas y afectaron a determinados proveedores inalámbricos que venden esos dispositivos. Hace más de un año, por otra parte, un litigio por patentes estuvo a punto de hacer suspender el servicio y le costó a RiM un arreglo extrajudicial por US$ 612.500.000.

El servicio quedó cortado por problemas técnicos aún no identificados y dejó a los usuarios sin su tan caro correo electrónico inalámbrico. Fueron diez horas que les costará mucho olvidar y han perjudicado la imagen del servicio. El apagón, sin duda, resultó traumático para gente que depende –profesional y aun emocionalmente- del pequeño dispositivo manual. No tan inteligente como se suponía.

Stuart Gold, por ejemplo, viajaba por negocios y se quedó sin servicio en el camino. Sucede que es director ejecutivo de Omniture, una firma de software. De pronto, apareció una fatídica X en la pantallita y chau. Su primera reacción –cuenta- fue histérica: empezó a sacudir y desmontar el aparatito, le sacó la pila y la limpió contra la camisa. Ya en el hotel, trepaba paredes en pleno ataque de nervios.

A las seis y mediade la mañana siguiente, miércoles 18, despertó y corrió al celular. Recién a las siete, hora de la costa pacífica, el dispositivo reinició funciones. Lo malo de este apagón es que demasiadas personas suponían ser víctimas de percances individuales: la pantallita se ponía en negro sin dar explicación alguna (algo que una PC común hace, de un modo otro).

Zachariah Nelson, CEO de NetSuite –otra firma profesional de software-, orilló la paranoia. Estaba en medio de una conferencia de ventas en Barados y recibía e-mail de cientos de empleados. De pronto su BlackBerry se borró y llegó a creer que el personal estaba en huelga.

Al viernes, todavía se ignoraban las causas específicas del apagón. Research in Motion (RiM), la compañía canadiense que fabrica los BlackBerry (“arándanos” en castellano) ofrece explicaciones muy parciales o poco convincentes, mientras comienzan a lloverle demandas judiciales. “Los motivos técnicos siguen bajo escrutinio”, señalaba a casi dos días del hecho. “Al Qa’eda no lo habría hecho mejor” comenta Nelson.

Parte del problema, parece, se debe al veloz crecimiento del servicio. De acuerdo con RiM, sólo en 2006 se han incorporado tres millones de abonados y ahora hay más de ocho millones. El éxito refleja la aceptación del extrachato BlackBerry Pearl. Dejando eso de lado, los usuarios del sistema ya han pasado sustos. En junio, hubo dos apagones, pero duraron pocas horas y afectaron a determinados proveedores inalámbricos que venden esos dispositivos. Hace más de un año, por otra parte, un litigio por patentes estuvo a punto de hacer suspender el servicio y le costó a RiM un arreglo extrajudicial por US$ 612.500.000.

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