Inversores, bancas e intermediarios someten a las empresas a escrutinios más intensos en cuando a prácticas contables, políticas de endeudamiento y compras de activos (inclusive fusiones).
El principal conglomerado mundial de medios y entretenimiento afronta un bajón publicitario, justo mientras sus bonos descienden en los mercados. Ello eleva excesivamente sus rindes (o sea, el interés que paga el emisor a los tenedores) y acerca los papeles al nivel chatarra. Paralelamente, la empresa debe pagar más caros los fondos frescos y el seguro contra riesgos de “default”. Este costo ha saltado 50% en cuanto va de julio.
“Los mercados están nerviosos y tienen miedo de que la deuda de AOL Time Warner se salga de control”, opina Allmerica Asset Management, una cartera de US$ 10.000 millones en bonos del sector privado. El colapso de WorldCom, Qwest y Adelphia Communications siembra dudas sobre los balances y las compras de las empresas. Ni siquiera nombres tan bien calificados como General Electric –una de las poquísimas AAA que quedan- se salvan del escepticismo general, reflejado en una nueva onda de caídas bursátiles.
Inversores, bancas e intermediarios someten a las empresas a escrutinios más intensos en cuando a prácticas contables, políticas de endeudamiento y compras de activos (inclusive fusiones).
El principal conglomerado mundial de medios y entretenimiento afronta un bajón publicitario, justo mientras sus bonos descienden en los mercados. Ello eleva excesivamente sus rindes (o sea, el interés que paga el emisor a los tenedores) y acerca los papeles al nivel chatarra. Paralelamente, la empresa debe pagar más caros los fondos frescos y el seguro contra riesgos de “default”. Este costo ha saltado 50% en cuanto va de julio.
“Los mercados están nerviosos y tienen miedo de que la deuda de AOL Time Warner se salga de control”, opina Allmerica Asset Management, una cartera de US$ 10.000 millones en bonos del sector privado. El colapso de WorldCom, Qwest y Adelphia Communications siembra dudas sobre los balances y las compras de las empresas. Ni siquiera nombres tan bien calificados como General Electric –una de las poquísimas AAA que quedan- se salvan del escepticismo general, reflejado en una nueva onda de caídas bursátiles.