En el contexto de la celebración del Día Mundial del Café, cada 1 de octubre, la costumbre de compartir café en la oficina se consolida como un hábito que trasciende lo meramente funcional. Estos momentos se han transformado en espacios de pausa que contribuyen a la interacción espontánea entre equipos y fortalecen el sentido de pertenencia en las organizaciones.
La evolución de las dinámicas laborales en los últimos años ha dado mayor importancia a los encuentros presenciales. En ese marco, las pausas activas emergen como instancias clave para desconectar de las tareas cotidianas y estimular la colaboración dentro del entorno de trabajo.
Las pausas activas representan breves interrupciones en la jornada laboral, donde se integran ejercicios de estiramiento, movilidad articular y respiración guiada. Con solo cinco a diez minutos, estos momentos ayudan a clarificar la mente, reducir la tensión y prevenir afecciones como el burnout y el boreout, vinculados al estrés crónico y al agotamiento físico o emocional.
WeWork ha presentado una serie de recomendaciones para fomentar estas pausas durante la jornada: establecer microdescansos regulares, crear espacios específicos para socializar sin dispositivos electrónicos, incentivar el movimiento en áreas comunes, incorporar pausas sociales que refuercen la conexión interpersonal y promover el ejemplo desde el liderazgo, legitimando estos descansos.
Romina Diepa, Head of People de WeWork Cono Sur, afirmó: “Incorporar breves momentos de descanso durante la jornada, ayuda a despejar la mente, fomentar la colaboración y fortalecer el sentido de pertenencia dentro del equipo.”
La compañía destaca que los rituales cotidianos, como compartir un café con colegas, tienen impacto en el bienestar y la productividad, generando charlas espontáneas que favorecen la cohesión y el sentido de comunidad.












