Renault, Nissan y Mitsubishi que pudieron sobrevivir — aunque a los tumbos — el fenomenal escándalo de Carlos Ghosn , ahora se proponen superar la debacle del coronavirus.
Las marcas anunciaron que la alianza se mantendrá pero operará según regiones y segmentos. Aumentará la sinergia, compartirán más plataformas y optimizarán los costos. Cada región tendrá una marca de referencia. Nissan será el líder en China, Norteamérica y Japón; Renault en Europa, Rusia, Sudamérica y África del Norte; y Mitsubishi en el Sudeste Asiático y Oceanía. En cada región habrá un “vehículo madre” de la marca líder en la región y “vehículos hermanos” diseñados por la misma empresa líder, con el apoyo de los equipos de seguidores.
El reparto es, además, por segmento. Proyectan que para 2025 la renovación del segmento C-SUV sea liderada por Nissan, mientras que la futura renovación del segmento B-SUV en Europa sea liderada por Renault.
En América Latina, los autos del segmento B tendrán una sola plataforma para los productos Renault y Nissan. Diche plataforma se producirá en dos plantas que fabricarán tanto para Renault como para Nissan.
Este es un esquema que denominan “líder-seguidor” porque pone a un grupo a cargo de la producción de terminados modelos y regiones para aprovechar las fortalezas de cada compañía.
Se espera que este esquema permita reducir los costos de desarrollos de cada modelo en hasta un 40% para vehículos completamente bajo el esquema, que para el 2025 se espera que alcance a la mitad de los productos ofrecidos por la alianza.
Dominique Senard, presidente de Renault, cree que los intentos anteriores de dividir el trabajo entre los negocios creó un lío fenomenal que paralizó a la compañía con permanentes reuniones, idas y venidas.
La reestructuración también contempla cierre de fábricas y despido de trabajadores,. Se proponen recortar US$ 5.000 millones de gastos fijos y eliminar por lo menos 27.500 puestos de trabajo en los próximos años.