La mayoría de la población cuenta con la cobertura de algún sistema de seguro médico. Según la Superintendencia de Servicios de Salud, 72% de los argentinos tiene cobertura privada o de las obras sociales, y sólo 28% debe recurrir al hospital público como única alternativa. Unos 10 millones de habitantes toman el servicio de una obra social sindical y otros 4 millones están afiliados a alguna de las 269 empresas de medicina prepaga.
A pesar de que pasaron ya cuatro décadas desde que se introdujo el sistema de las prepagas en el país, todavía no hay ninguna legislación que las regule. Y los empresarios se muestran disconformes con esta situación porque quedan comprendidos bajo la ley de defensa del consumidor. Al mismo tiempo, las obligaciones tributarias son muy desparejas en relación con el seguro social y el impuesto al valor agregado tuvo diferentes grados de aplicación en un período muy corto.
El plan médico obligatorio (PMO) es otro punto crítico para el sector. No sólo porque los usuarios apelan ante las oficinas de defensa del consumidor y logran, en general, resultados favorables, sino porque el PMO debe ser aplicado tanto por las obras sociales gremiales como por las prepagas que no reciben subsidios del Estado a través del Fondo de Distribución Solidaria.
En la medicina prepaga los precios que se estipulan en cada uno de los planes ofrecidos están basados en cálculos actuariales sobre el riesgo de cada individuo. En las obras sociales se establece un sistema por el cual el afiliado aporta una parte de su salario, sin tener en cuenta variables como la edad o la cantidad de familiares a cargo del titular.
Un mercado concentrado
De las 269 empresas de medicina prepaga existentes, siete se reparten 37% de los afiliados. En cuanto a la facturación, en un mercado total de US$ 2.100 millones, las ocho primeras firmas del ranking se llevan 44,5%. La mayor cantidad de empresas está ubicada en Capital Federal y Gran Buenos Aires y algo más de la tercera parte opera en el interior.
Claro que hay varios tipos de empresas, según su conformación societaria y los servicios que ofrecen. Así, pueden distinguirse las prepagas propiamente dichas; los planes prepagos de las obras sociales del personal de dirección; las prepagas pertenecientes a grupos gremiales médicos (creadas por los colegios médicos de una determinada región); los sanatorios y hospitales de comunidad, y las mutuales y cooperativas.
Las empresas de medicina prepaga cuentan con planes colectivos por los que se abona una cápita sustancialmente más baja que la que se cobra a cada socio en forma individual. En términos generales, las prepagas cobran alrededor de 40% más que el mismo servicio ofrecido a través de las obras sociales de personal de dirección.
Un antes y un después
El proceso de desregulación de las obras sociales está generando profundos cambios en el sistema de salud argentino. Para empezar, se aceleró el ritmo de traspasos de afiliados entre entidades sindicales, al mismo tiempo que muchas de éstas cerraron acuerdos con empresas de medicina prepaga. Por ejemplo, la Unión Personal Civil de la Nación (UPCN) trabaja con Qualitas, Cemic y Staff Médico. La obra social del seguro, los supervisores metalúrgicos y los árbitros deportivos se relacionan con Medicus. Los empleados de la industria del vidrio operan con Ceprimed/Mediplan; y el personal telefónico tiene un acuerdo de prestación con Aetna.
En estos acuerdos, la obra social retiene el manejo de los aportes y el control de gestión sobre la calidad de los servicios, mientras que el sector privado aprendió a gerenciar padrones más masivos.
El número total de empresas de medicina prepaga ha variado sustancialmente durante la última década, cuando las fusiones y adquisiciones, igual que en muchos otros sectores de actividad, estuvieron a la orden del día. En 1984 los chilenos de Interclínicas compraron Ceprimed y Mediplan. Un año más tarde, el Exxel Group adquirió Galeno, Life y Tim y las fusionó en SPM. En 1996 Top Family de Argentina compró Omaja, la prepaga vinculada con la comunidad japonesa.
Swiss Medical de Argentina compró CIM, Salud, Diagnos y Optar en 1997. En el mismo año, Colmena Golden, de Chile, compró la Clínica Olivos y Cross Vida 3 se quedó con Clío. El banco HSBC adquirió el paquete del Banco Roberts y con ello incorporó a la prepaga local Docthos. Sanitas de Colombia compró Nubial en 1997.
En 1998 Adeslas de España compró el Centro Médico Santa Fe, el Centro Médico Santa Isabel y Omaja Top Family. El año pasado surgió Euromédica, que se divide en partes iguales entre el BBV Francés y Adeslas, la aseguradora de salud del grupo Aguas de Barcelona. También en 1999 Aetna compró Amsa, por un monto cercano a los US$ 120 millones. Y pocas semanas atrás la holandesa ING se quedó con todas las filiales internacionales de Aetna a cambio de US$ 7.700 millones. También durante 1999, la local Acción Médica compró Ampri.
Nuevas reglas, otros jugadores
El mercado de la salud argentino se está preparando para competir. Para participar de la puja por la seducción de nuevos clientes, las empresas de medicina prepaga deberán cumplir con varios requisitos. Entre ellos, tener un capital mínimo de US$ 3 millones en el caso de aquellas firmas que quieran establecerse y dar servicios a escala nacional. Si se inscriben sólo en la Capital Federal y el Gran Buenos Aires, el monto de patrimonio baja a 2 millones, y se reduce a 1 millón por provincia para aquellas que elijan sólo algunas jurisdicciones.
Deberán presentar, además, un Plan Médico Asistencial, que deberá contener como mínimo las prácticas y servicios comprendidos en el Programa Médico Obligatorio (PMO), una cartilla con el listado de prestadores y la declaración jurada de éstos conformando su participación. El PMO obliga a las prepagas a cubrir por lo menos las mismas prestaciones obligatorias que las obras sociales.
Vigente desde fines de 1996, este régimen comprende la atención primaria, incluida la materno-infantil y las enfermedades oncológicas, a través de médicos de cabecera y especialistas. El PMO establece también que desde el momento de la afiliación el beneficiario está cubierto en su atención médica, ya que no pueden existir períodos de carencia o exclusiones. A pesar de ello, las prepagas suelen excluir de su menú de atención la toxicomanía, la geriatría, los trasplantes o el sida.
En este contexto, ya se observan movimientos de las empresas para hacerle frente al nuevo escenario competitivo. Las prepagas del interior comenzaron a asociarse. Para ser competidores fuertes deben cumplir otro requisito fundamental: la cobertura geográfica. De esta manera, y aunque las reglas de juego de la competencia regulada están en plena discusión, las prepagas se orientan hacia un destino de fusiones y alianzas estratégicas.
La salud tiene precio
Los precios varían de acuerdo con los tipos de planes. Para un plan cerrado tomado por un cliente menor de 30 años, la cuota promedio es de US$ 68. Para contratar un plan cerrado con habitación individual la suma asciende a un promedio de US$ 106. En el primer grupo la cuota más baja corresponde a la Cooperativa Médica de Provisión y Crédito de Villa María, con US$ 21,5; y la más alta a la empresa Asist Med con US$ 155 (IVA incluido).
Para el plan con habitación individual el precio más bajo es ofrecido por Sami Total de Bahía Blanca que cobra una cuota de US$ 41. Y el más alto corresponde a Qualitas que factura US$ 186,8. La compañía que está más cerca del promedio es Staff Médico, que cobra US$ 106,1.
El cliente que quiera acceder a un plan abierto con habitación individual deberá pagar un promedio de US$ 170. En este caso, la cuota más baja la ofrece el Sistema Médico Pampeano (US$ 50,8) y la más alta, Asist Med con US$ 474. Más cerca del precio promedio se encuentra Clío Médica Privada, una empresa con sede en Vicente López que cobra US$ 170,2.
El plan matrimonio incluye una pareja de 35 a 40 años con dos hijos menores. También aquí los precios mantienen oscilaciones importantes. El promedio para el plan más accesible, el que se ofrece con habitación compartida, es de US$ 180. Dentro de este grupo el plan más económico corresponde a Sami Total, de Bahía Blanca, que cobra US$ 65. En la otra punta, Osde cobra US$ 696 por mes para el grupo familiar.
El promedio para el plan con habitación individual se ubica en US$ 333. El más económico es ofrecido por Sami Total que factura US$ 153, y el más caro tiene el sello de Qualitas, que factura US$ 601,1.
Por último, el plan abierto promedia US$ 446. Cami, una empresa de Tandil, cobra US$ 135 mientras Osde trepa a US$ 1.608.
Si bien se toman índices promedio para cuantificar, y así poder clasificar las ofertas que se presentan en el mercado, es interesante observar los múltiples planes que ofrece cada compañía. Por ejemplo, Qualitas tiene nueve propuestas estandarizadas para su plan individual sin coseguro.
Libertad para elegir
El gobierno decretó recientemente la libre elección de obra social y del sistema de salud que regirá a partir del 1º de enero de 2001. Un nuevo ente regulador del servicio de salud controlará la calidad de las prestaciones. El IVA que tributan las prepagas se incorporará al Fondo de Distribución Solidaria (FDS), que se incrementará a US$ 610 millones. Los aportantes de mayores ingresos derivarán mayor porcentaje de su contribución al FDS. En cambio, se eliminarán los subsidios a las obras sociales deficitarias y se lanzará un proceso de reestructuración y fusiones. Para las empresas de medicina prepaga que quieran recibir los aportes legales obligatorios de nuevos afiliados, se fija el criterio de admisión obligatoria de todo beneficiario, así como un mínimo y máximo de afiliados.
Los analistas coinciden en que el mercado se concentrará más aún y, más allá de las grandes, sobrevivirán nichos por regiones o por segmentos de clientes. Aunque la búsqueda de clientes no será tan despiadada como en el caso de las telecomunicaciones o de las AFJP, todos apuestan a que la desregulación depurará el mercado y aumentará la cantidad de asociados, sobre todo dentro del sector con ingresos superiores a los US$ 800 mensuales. Se calcula que el número de clientes podría aumentar de los actuales 4 millones a 7 millones en los próximos años.
En este panorama se prevén múltiples alianzas. En primer lugar, entre las prepagas y las obras sociales para afianzar sus ventajas competitivas y lograr fuertes economías de escala. Se trata de asociaciones entre algunas de las diez primeras obras sociales con algunas de las diez primeras prepagas.
En segundo término, asoman proyectos matrimoniales entre empresas y
obras sociales de menor porte para ampliar su capacidad de competir. Por último,
es de esperar que se produzcan absorciones de las menores por parte de las mayores
o de mejor imagen ante los consumidores.
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Parecido y diferente Las empresas En cambio, Existe en |
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| • “Prepagas para competir”. MERCADO Cuyo, junio de 2000. • “Con • “Una reforma lejana y todavía muy discutida”. Clarín • “El gobierno liquidará 40 obras sociales antes de noviembre”. • “Proyecto para regular la medicina prepaga”. Home page • “Medicina privada, negocio saludable”. Revista Argentime. • “Organización y gestión de los servicios |
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Informe: Alejandro Manzone



