La totalidad de las tecnologías básicas de registración,
identificación y peso suman actualmente para el comercio minorista argentino
un mercado de alrededor de US$ 150 millones anuales.
Las cajas registradoras, con 52.000 unidades y US$ 65 millones anuales, representan cerca de 45% del share, cifra que es considerablemente superior a la demanda histórica debido a las exigencias legales actuales, que desde 1997 impusieron a las cajas registradoras fiscales como un condicionamiento básico para ejercer distintas actividades comerciales.
Con cerca de 26.000 unidades y US$ 40 millones al año, las balanzas son el segundo rubro en facturación, equivalente a 25% del total. En tanto, los scanners, utilizados para la lectura de códigos de barras, tienen una participación de 14%, con US$ 22 millones anuales de facturación.
A estas cifras hay que sumar unos US$ 12 millones en concepto de periféricos e insumos, así como otros US$ 15 millones que corresponden al rubro de servicios, en especial de mantenimiento.
La demanda directa de cualquiera de estas categorías está representada por el comercio minorista, conformado por unos 420.000 locales, cuyo parque ronda las 220.000 balanzas, 90.000 scanners y unas 450.000 cajas registradoras.
En ese sentido, la demanda se concentró fuertemente en los últimos años con el avance de las grandes superficies comerciales, aunque para analizar el mercado de registro y balanzas hay que realizar una salvedad: si bien los hipermercados y los supermercados fueron los impulsores de la incorporación de tecnologías de avanzada, este formato capta sólo 6% del mercado de registradoras, 12% del total de balanzas y 35% del negocio de los scanners.
De manera particular se pueden destacar diferentes estándares para cada categoría. Las balanzas más vendidas por estos días son del rango medio (que sólo indican peso, precio e importe); las ticketeadoras (registradoras más sencillas) suponen cerca de 50% del mercado, y los scanners de mesa son, claramente, los de mayor demanda.
Las tendencias indican que se dejarán de utilizar paulatinamente las
balanzas que indican sólo el peso y crecerá cada vez más
la demanda de las que emiten alguna clase de comprobante. Por otra parte, para
las registradoras será la interconectividad la que sin dudas marcará
los estándares de uso. Las posibilidades del scanner son tantas
que su uso es en realidad la tendencia más fuerte, dentro de los índices
de crecimiento de este mercado.
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Para arriba
Los vertiginosos cambios tecnológicos que produce la prematura obsolescencia de los equipos, la cada vez mayor necesidad de información de uso interno y externo de las grandes empresas comerciales y, en particular para el caso de las registradoras, la obligatoriedad legal del reemplazo de los equipos tradicionales por otros que cuenten con una memoria fiscal inviolable que permita un estricto control sobre la actividad comercial del negocio, son los principales factores que impulsan a este mercado, dominado por las grandes firmas multinacionales.
Dentro de los factores de impulso del mercado, hay dos que dominan el ambiente. Por un lado, están las disposiciones legales que implementan la utilización obligatoria de controladores fiscales, con un mercado potencial que puede llegar a los 600.000 usuarios y, por otro, la amplia gama de posibilidades que ofrece la codificación y lectura por códigos de barras que llevará el mercado de scanners por arriba de las 50.000 unidades anuales en un futuro cercano.
La profesionalización de los distribuidores y comercializadores de estos equipamientos, bajo la forma de eficientes servicios de preventa y posventa, ya es una necesidad actual a destacar e incrementará su importancia en el futuro.
Los sistemas de registración utilizables en la Argentina deben ser, desde 1997, homologados por la Administración Federal de Ingresos Públicos (Afip). Pasado el año 2000, casi todos los rubros comerciales deberán incluir controladores fiscales de algún tipo. Esto representa un mercado potencial de cerca de medio millón de usuarios para los próximos años.
Los sistemas de registración que se pueden utilizar en la actualidad son de dos tipos: cerrados y abiertos. Dentro de los primeros predominan las cajas registradoras simples con funciones variables, a las que se les ha agregado un controlador fiscal (memoria fiscal). No varían demasiado de las que ya se comercializaban y entre los modelos más sencillos se encuentran los que sólo cumplen las funciones de las viejas registradoras: identifican cajeros, departamentos, artículos y empleados, e imprimen en papel de entre 18 y 38 milímetros a manera de ticket para el cliente, además de una cinta testigo.
Los más complejos incluyen diferentes medios de pago, mayor capacidad para programar los encabezados de ticket, cálculo de vuelto, conexión a PC, conexión a scanner y memoria para códigos.
Los abiertos son dominados por los sistemas POS (point of sale) integrados a una PC y con una gran capacidad de interconexión a unidades anexas como scanners, teclados especiales, balanzas y lectores de tarjetas, entre otros periféricos, ya que se diseñaron para incorporar funciones relacionadas con el crecimiento de la empresa y de las posibles aplicaciones.
Estos sistemas se desarrollaron principalmente para supermercados, autoservicios
u otros canales de comercialización en los que se trabaja con una gran
cantidad de productos y una afluencia intensiva de clientes.
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El software
Con un mercado potencial de por lo menos 50.000 usuarios, las empresas que desarrollan software de gestión para el punto de venta están comenzando a abrir su oferta en el mercado local.
Aunque en la mayoría de los casos se trata de programas enlatados adaptados al idioma, algunas de las principales distribuidoras cuentan con desarrollos de sistemas personalizados; por lo general, se trata de productos pensados para gestionar toda la cadena de abastecimiento.
La oferta está dividida en dos grandes grupos: los sistemas que integran la operación de depósito/góndolas/ checkouts y los programas independientes para modelos de negocios más específicos, como maxiquioscos, restaurantes y fast food.
Debido al cambio de reglas impuesto por la Dirección General Impositiva,
las empresas que proveían desarrollos informáticos para la integración
de los diferentes periféricos a la gestión comercial debieron
modificar la estructura de sus programas e incluso rehacerlos.
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Barras y estrellas
Aunque en otros países los cambios en las tecnologías de información empezaron a visualizarse algunos años antes que en la Argentina, la necesidad de hacer cada vez más eficiente y rentable el negocio minorista llevó a los distintos operadores a pensar una metodología que concentrara la mayor cantidad de información sobre los productos. Esta información debía estar disponible para ser impresa y leída fácilmente y, por supuesto, operada en forma automática por computadoras.
Así, la utilización de los códigos de barras (bar codes), apuntalada por la naciente tecnología de la lectura por láser, se posicionó rápidamente como la mejor opción para desarrollar esa tarea.
En la actualidad, 90% de las actividades que implican la identificación en serie de alguna clase de objetos o items (comercio, industria, actividades bancarias, correos, medicina, por ejemplo) utilizan algún protocolo de código de barras, de modo que esta tecnología excedió su primera función de identificación, para transformarse en uno de los instrumentos de comunicación más completos.
En el comercio minorista, el sistema de codificación permite acelerar las operaciones en la caja registradora, disminuyendo la posibilidad de error a casi cero. Pero lo más importante es que permite la simplificación de varias tareas, como la administración de stock para mejorar la respuesta eficiente al consumidor.
Mundialmente, los dos sistemas más utilizados para identificar a los productos comerciales son el EAN (European Article Numbering), que se utiliza en más de 80 países, y el UPC (Universal Product Code), que se utiliza en Estados Unidos y es compatible con el EAN.
En la Argentina, el EAN funciona desde 1985. Se calcula que en la actualidad,
de los más de 300.000 artículos codificados, alrededor de 50%
son alimentos. El código más utilizado mundialmente es el EAN
13, un código de 13 cifras de las cuales las tres primeras posiciones
identifican al país, los cuatro números contiguos identifican
a la empresa productora, los cinco siguientes pueden ser utilizados por la empresa
para identificar el producto y el último corresponde al dígito
de verificación que sirve para controlar si las cifras anteriores fueron
correctamente leídas.
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El mercado de los chicos
Si bien las grandes superficies comerciales fueron las impulsoras de este mercado, en los pequeños comercios de todas las categorías se encuentra el grueso de comercialización de balanzas, registradoras y lectores de códigos de barras. Y la tendencia indica que es donde se encontrará el grueso del crecimiento: se calcula que actualmente, tanto en volumen como en valor, los pequeños comercios sobrepasan holgadamente, como demanda, a las grandes superficies.
Los supermercados e hipermercados, en cambio, utilizan sistemas específicos que les permiten un considerable ahorro, agrupando funciones en una menor cantidad de unidades de trabajo.
Los comercios minoristas tradicionales y de cercanía son los principales usuarios de balanzas pequeñas independientes y de registradoras fiscales comunes. Los autoservicios, supermercados e hipermercados son usuarios típicos de los sistemas de punto de venta POS, balanzas interconectadas y emisoras de etiquetas con código de barras y scanners de sobremesa y uso intensivo.
En tanto, las cadenas de retailers y negocios especializados, como fast-foods, farmacias, tiendas, restaurantes, confiterías, estacionamientos, peajes, centros de prácticas deportivas, esparcimiento, videoclubes y ferreterías, utilizan impresoras fiscales homologadas anexadas a sus propios sistemas informáticos o de facturación que pueden ser POS o PC.
Igual que en el mercado de las PC y sus periféricos, uno de los factores que determinaron la expansión de los rubros analizados en este informe fue la importante caída de los precios, que se produce simultáneamente con un aumento de los estándares y de la competencia.
Los primeros scanners que llegaron a la Argentina tenían precios
que rondaban los US$ 3.000; hoy, por US$ 650 se puede adquirir una unidad para
punto de venta y por $ 18 un lápiz óptico como los que se utilizan
para identificar las facturas de la electricidad o el gas.
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Importación y exportación
Hasta hace cinco años, la Argentina debía importar casi todas sus necesidades en materia de registradoras, balanzas y scanners. Pero esta situación viene revirtiéndose lentamente, sobre todo en los casos de tecnologías en las cuales la integración de elementos electromecánicos es más importante.
Las balanzas son, tal vez, el segmento que recuperó más rápidamente su capacidad de producción local y, aunque se siguen importando algunas piezas que no pueden fabricarse en el país, recientemente se comenzaron a fabricar las celdas de carga, elemento constitutivo principal del sistema de medición de la balanza, que hasta entonces debía ser adquirido en Israel o Estados Unidos. Las dos firmas más importantes en la producción de balanzas electrónicas están exportando alrededor de 45% de su producción a los países del Mercosur.
Los scanners de uso comercial provienen íntegramente del exterior, aunque hay producción local de algunos equipos destinados a otras funciones, fuera del alcance de este informe.
En la mayoría de los casos, los importadores de estos sistemas de registración, peso e identificación se dedican sólo a la introducción de los equipos en el país, dejando la comercialización local en manos de casas dedicadas al ramo, establecidas casi todas desde hace varias décadas y con un conocimiento claro de la dinámica del mercado.
En balanzas, el primer importador del período analizado abril de 1998 a marzo de 1999 es Moretti, seguido por Hobart, Invel y Cencosud. En registradoras, Ser y NCR importan casi 70% del total (40% y 30%, respectivamente) y los siguen IBM y Jorge Pérez Valiño, que juntos suman algo más de 10%.
Por último están los importadores de scanners, entre los cuales se hace más notoria la desvinculación que tienen las compañías introductoras con la distribución. Artisans, con 25%, seguida por Nodos y Datco, que suman 21%, son los más representativos en volumen y luego se registra un grupo muy grande de unas 40 empresas que, en el mejor de los casos, llega a 6% del volumen total.
Fundamentalmente por parte de las firmas fabricantes se empieza a ver acuerdos
de integración y cooperación entre compañías dentro
del Mercosur. Todavía no hay una relación importante en cuanto
a cantidad de operadores, pero hay empresas con diferentes grados de expansión
fronteras afuera e, incluso, hay acuerdos de intercambio de tecnologías
para la fabricación de máquinas.
El sumario La siguiente 1.
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Investigación: Alejandro Manzone