Un menú cada vez más variado

    El nuevo sistema jubilatorio inauguró un nuevo mercado:
    el de las coberturas previsionales. Los expertos vaticinaron un
    desarrollo sostenido de esa plaza, pero se necesitaron dos
    años para que esos pronósticos encontraran respaldo en
    la realidad.

    Aportes voluntarios, depósitos convenidos, seguros de
    retiro y de vida mostraron en 1996 signos de crecimiento. Sin
    embargo, deben recorrer todavía un largo camino para llegar a
    los niveles internacionales.

    La clientela potencial de esas opciones es de vastas
    dimensiones. La demanda principal proviene de quienes perciben
    sueldos superiores a $ 4.700 y los autónomos. Luego vienen las
    empresas interesadas en aumentar los beneficios de sus empleados y
    quienes deben permanecer, por diversas razones, en el sistema de
    reparto.

    Los expertos coinciden en que ni las contribuciones
    espontáneas ni los seguros de vida son, per se, mejores
    opciones para unos u otros. Todo depende del perfil, condiciones y
    aptitudes de una persona. Por eso, lo primero a definir es si se
    desea ahorrar, cubrir un riesgo o ambas cosas. Habrá que
    determinar después si se está pensando en un corto o
    largo plazo, con disponibilidad o sin ella. Por último, es
    preciso establecer si se busca o no una ventaja impositiva.

    Cuando se trata de incrementar la pensión, las alternativas
    son tres. Por el lado de las administradoras están los aportes
    no obligatorios y convenidos.

    “Es natural que aumente la demanda en este segmento. Se observa
    una megatendencia de consumo de productos de ahorro”, afirma Javier
    Bringas, subgerente general de Siembra retiro. “Se podría
    decir que el mercado cobra recién verdadera fuerza.”

     

    Sentarse a esperar

     

    Los volúmenes de las imposiciones adicionales en AFJP
    son aún modestos. Para fines del 1995 sumaban $ 12 millones.
    Casi se duplicaron a lo largo de 1996. “Nuestra AFJP manejaba
    más de $ 2.000 millones en febrero. Y los aportes
    espontáneos apenas superaban los $ 5 millones. El
    inconveniente de más peso que existe con estas opciones es la
    inmovilización del dinero”, reconoce Carlos Peguet, gerente
    general de Consolidar. “Al despositarlo uno debe olvidarse de
    él por aproximadamente 30 años.”

    Estas contribuciones pueden canalizarse de dos formas. Una es
    el depósito convenido (la figura que toma el aporte por parte
    de una compañía), y la otra, las imposiciones
    voluntarias (efectuadas por una persona en forma particular). Ambas
    son 100% deducibles de la base imponible del impuesto a las
    ganancias. Se trata, en realidad, de un diferimiento.

    Si se selecciona la segunda alternativa es preciso tener en
    cuenta los siguientes factores:

    *Es ahorro jubilatorio puro. No se descuenta para el seguro de
    vida.

    *Es un instrumento válido para los mayores de 50
    años. Se inmoviliza ese capital por un período corto.

    *No hay un monto preestablecido. Pueden efectuarse con la
    frecuencia deseada. Incluso, una sola vez durante toda la vida
    laboral.

    El depósito convenido origina un contrato combinado.
    El empleador paga una suma determinada y el trabajador una cantidad
    igual o menor. La manera de contratarlo, pautas y normas
    varían de firma en firma, y de caso en caso.

    “Algunas empresas que otorgaban seguros de retiro a sus
    empleados optaron, en 1995, por los depósitos convenidos”,
    señala Peguet. “Esto se debió, sobre todo, a razones
    impositivas.”

    El sector de las coberturas de retiro se compone de tres
    opciones: los individuales, los colectivos y las rentas vitalicias
    previsionales. “Suele decirse, erróneamente, que este negocio
    evoluciona gracias al aporte de las rentas vitalicias. Pero la verdad
    es otra”, afirma el ejecutivo de Siembra Retiro.

    La actividad generó $ 247 millones en 1996. Los
    contratos individuales representaron $ 28,8 millones de ese total y
    los colectivos contribuyeron con $ 63,2 millones.

     

    Temporada alta

     

    “El seguro de retiro entró en una meseta entre 1994 y
    1995. Su producción mensual sumaba entonces entre $ 12 y 14
    millones”, recuerda Bringas. “Los colectivos mostraban una curva
    ascendente en el primer trimestre del año. Ese aumento
    reflejaba las gratificaciones anuales que se pagaban por esta
    vía.”

    Contratar esa cobertura de retiro es algo así como
    hacerse un traje a medida. Este servicio ha sido concebido como una
    herramienta para retener al personal. Por lo general, se aplica a los
    empleados jerárquicos o de mayor especialización. Pero
    hoy se vislumbra una tendencia a la ampliación.

    Al igual que los depósitos convenidos, la firma realiza
    una contribución y el trabajador otra. El empleado será
    propietario de esos fondos si se cumplen ciertas pautas establecidas
    por la empresa. Si un particular desea comprarlo puede también
    establecer reglas.

    Las características más sobresalientes de estos
    seguros son:

    *Ofrecen liquidez total o parcial

    *Los aportes pueden hacerse en pesos o en dólares

    *Tiene una desgravación impositiva de $ 1.200 por
    año para los individuos y de $ 650 para las empresas.
    Están exentos totalmente del fondo de bienes personales.

    El seguro de vida, por su parte, sirve tanto para extender la
    cobertura del seguro previsional como para incrementar la futura
    jubilación. Su desgravación impositiva tiene un tope de
    $ 996 anuales para los individuos. Las empresas, en cambio, gozan de
    100% de desgravación cuando lo contratan para un empleado.

    La actividad creció 45% en 1995 y trepó a $ 80
    millones el año pasado. “A pesar de estos avances, el seguro
    de vida es todavía un mercado casi virgen”, indica Oscar
    Schmidt, director general de Metropolitan Life.

    Esta opción ofrece un amplio abanico de
    posibilidades. Estos son algunos ejemplos de las ofertas que se
    encuentran actualmente en la plaza:

    *El seguro temporario, contratado por un período
    preestablecido, es el más clásico y accesible.

    *En el caso del seguro de retiro con cláusula vida se
    reciben aportes de la compañía y del trabajador. De
    esas contribuciones se deduce la prima del seguro de vida. Se lo
    puede complementar con una póliza por invalidez. En ciertos
    casos, su costo sube a medida que el asegurado envejece. En otros, en
    cambio, decrece según aumenta el patrimonio acumulado en la
    cuenta de retiro.

    *El de vida más ahorro es para toda la vida. Tiene una
    prima nivelada y puede ser de invalidez total o parcial. Se acumula
    un fondo de ahorro al que se aplica una tasa de interés.
    Existe la opción de graduar la proporción de
    previsión y la de ahorro según lo desee el cliente.

    “La edad promedio de los tomadores de estos seguros está
    entre 40 y 50 años”, señala Luis María Bollini,
    gerente de Marketing de Metropolitan Life. “Contratan por lo
    común pólizas de $ 1.200 que les demandan una
    inversión mensual de $ 100.”

    Oscar Schmidt, por su parte, afirma que la demanda de los
    seguros de vida se incrementa en las épocas de crisis. “Cuanto
    más preocupada está la gente, por ejemplo, por perder
    el empleo, tiende a asumir posturas conservadoras. Busca alguna forma
    de protección. La capacidad de ahorro es, por supuesto, un
    factor de importancia. Pero pesa más la preocupación
    por lo que pueda suceder.”

    Las empresas acuden crecientemente a las coberturas
    adicionales de previsión para mejorar el cuadro de beneficio
    para el personal.

    Para satisfacer esa demanda se creó el mecanismo work
    site marketing. Una compañía de seguros diseña
    para la empresa un paquete especial de cobertura tanto de vida como
    de retiro. Estos productos permiten contratar seguros bajo
    condiciones distintas de las vigentes en plaza. Los empleados deciden
    voluntariamente si compran o no esos servicios.

    Yanina Mazzia

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