La generación del chip

    El proceso tuvo un comienzo lento. Primero apareció el fax
    en las oficinas, teléfonos celulares y dispositivos para
    radiollamadas para los ejecutivos senior, y la ocasional computadora
    personal. Pero todo empezó a cobrar fuerza: sistemas de
    correspondencia por voz, programas de automatización de la
    fuerza de ventas y PC sobre todos los escritorios. Ahora, estos
    dispositivos no sólo se convirtieron en algo común
    —prácticamente una obligación para la
    mayoría de las empresas—, sino que las
    compañías continuaron expandiendo su uso de la
    tecnología hasta incluir correo electrónico, CD-ROM y
    conexión con Internet.

    La corriente no se gestó de la noche a la mañana, ni
    tampoco exhibió una transición fluida. Hubo dudas por
    el costo implicado en incorporar esas herramientas, así como
    una resistencia general al cambio, en especial por parte de los
    ejecutivos tecnofóbicos. Finalmente se están superando
    estas barreras y las empresas estadounidenses comienzan a percibir
    los beneficios.

    Esta situación es una lucha generacional porque ha sido la
    fuerza decisiva para quienes oscilan entre los 20 y los 40.

    Si uno mira atrás, la mayoría de —si no
    todas— las generaciones tuvieron un elemento decisivo. Ya sea en
    la Revolución Industrial, la Gran Depresión, la guerra
    de Vietnam u otro acontecimiento, estas fuerzas actúan como un
    lazo común entre las vidas de las personas de esa era.

    En Estados Unidos, el último acontecimiento que tuvo un efecto
    de este tipo fue la guerra de Vietnam. Independientemente de que se
    estuviera a favor o en contra de ella fue algo que de uno u otro modo
    afectó a todos. Las últimas personas en edad de hacer
    la conscripción al final de la guerra ahora están
    empezando a caminar los 40. Se puede apostar que si observamos a
    quienes manejan el tren de la tecnología —ya sea Bill
    Gates o la persona a cargo de tecnología de la
    información en su empresa— la mayoría
    rondaría los 30 o apenas 40. Esto es más que una
    coincidencia.

    Existen muchísimas pruebas que señalan la corriente
    creciente del uso de tecnología en los lugares de trabajo,
    pero basta con mirar las estrategias de marketing de las
    compañías líderes en tecnología.

    Dado que la tecnología tuvo un papel más importante en
    las operaciones de una compañía, gran parte de la
    mística —y el temor— en torno de ella ha disminuido.
    La pericia en este terreno ya no es sólo campo del
    Departamento de Sistemas de Administración de
    Información. Muchos directivos de todas las áreas a lo
    largo de una organización ahora saben con seguridad qué
    tecnología e incluso qué marcas necesitan para cumplir
    mejor sus funciones específicas.

    Una vez detectado este cambio en la influencia sobre las compras,
    algunas compañías de tecnología están
    reasignando los presupuestos de marketing en función de
    aquél. Si bien aún se emplean los medios
    informáticos, los medios con atractivo masivo son cada vez
    más usados para vastos mensajes de marcas, y los que atraen a
    públicos más altos se utilizan para llegar a nichos de
    mercado selectos.

    No todas las compañías de tecnología se han dado
    cuenta de esto; muchas aún cargan sus esfuerzos de marketing
    con palabreríos y jergas. Sería bueno que muchos
    profesionales del marketing del business-to-business que se
    desempeñan en campos no tecnológicos también
    aprendieran esta lección. Como dato, baste recordar que
    Microsoft recurrió a un clásico del rock para
    identificar uno de sus grandes lanzamientos.



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