Primero sanear, después vender, es la consigna de la empresa, que avanza hacia la privatización buscando mayores niveles de eficiencia.
Desde julio del año pasado, cuando se constituyó Encotesa, la actividad del correo está inmersa en una corriente de cambios destinados a dotarlo de una mayor eficiencia operativa y disminuir el fuerte déficit de explotación, que en 1993 alcanzó a US$ 100 millones y que, según espera Haroldo H. Grisanti, su actual titular, debería absorberse totalmente antes de fin de año.
La disminución de la pérdida operativa será un paso trascendental en la tarea de privatizar la empresa, que tendrá características especiales. El Estado mantendrá la mayoría del capital, para evitar que con el tiempo sea controlada por sus competidores y se transforme en un monopolio privado.
“Cuando nos hicimos cargo”, sostiene Grisanti, “la parte más rentable del negocio era absorbida por las empresas privadas, mientras que el Correo cargaba únicamente con las cartas simples, que en todas partes del mundo son el sector menos atractivo desde el punto de vista de la rentabilidad”.
En las épocas de auge, Encotel manejaba 5 millones de encomiendas por año, mientras que en la actualidad no alcanza a 4% de esa cifra. Esta pérdida de mercado estuvo estrechamente relacionada con la mayor seguridad en la entrega que ofrecía el sector privado. “Nuestra tarea”, agrega Grisanti, “es otorgarle progresivamente mayor confiabilidad al servicio, y ya se lograron avances muy significativos”.
La intención parece respaldada por la cantidad de empresas que, después de haber sido clientes de los correos privados, decidieron confiar a Encotesa la distribución de su correspondencia. Es el caso de Aguas Argentinas, Telecom, Telefónica y los bancos Citi, de Crédito, Francés, Río, Quilmes y otros.
La gran ventaja comparativa de Encotesa reside, por ahora, en los precios: $ 0,40 por pieza, una tarifa que en el sector privado suele ascender a $ 1,50 o $ 2. En el caso de Aguas Argentinas, el pase de proveedor del servicio de correo le significa un ahorro anual superior a US$ 20 millones.
Las condiciones de la privatización deberán ser aprobadas por el Congreso, que recién estaría en condiciones de tratar el tema el año próximo, lo que significa que la participación privada en el capital de Encotesa podría concretarse recién a fines de 1995 o comienzos de 1996, siempre y cuando los directivos cumplan con sus propósitos y coloquen a la empresa en una situación
razonable de rentabilidad. De otra forma, difícilmente haya inversores que apuesten a una empresa deficitaria sin posibilidades de acceder al management. En la tarea de sanear Encotesa, Grisanti cuenta con la colaboración de otros correos del exterior, entre ellos el de Canadá, que ha llegado a exhibir niveles de eficiencia muy elevados, pese a que hace 12 años esa entidad soportaba problemas similares a los que hoy padece Encotesa. Sobre este aspecto, André Donati, vicepresidente de marketing y ventas del Correo canadiense, expresó que a ellos la reestructuración les llevó casi seis años, porque no contaron con la colaboración de otros correos y, por lo tanto, cometieron muchos errores. A nuestro gobierno, afirma Donati, la reorganización de la empresa le significó en los seis años un desembolso de US$ 500 millones, situación muy distinta de la que existe en la Argentina, donde toda la reorganización deberá realizarse con fondos propios, sin ninguna clase de ayuda oficial. Sobre este aspecto, Grisanti sostuvo que el publicitado préstamo de US$ 130 millones del Banco Nación a Encotesa nunca existió. Sólo se trató de un préstamo de US$ 30 millones para
sortear un cuello de botella transitorio y que ya estamos devolviendo.
Procedimientos Más Agiles.
Según Donati, la colaboración internacional le permitirá a Encotesa sanear su situación en un plazo estimado de dos años, con la particularidad de que no se requieren grandes inversiones.
Simplemente agilizar los procedimientos, para lo cual ya se dieron pasos importantes para la conformación de una infraestructura que permita agilizar los procedimientos y evitar superposiciones que demoraban innecesariamente la distribución.
El déficit será atacado a través de dos frentes: aumento de los ingresos y disminución de los costos. En lo que respecta al primero, Grisanti sostuvo que en 1993 los ingresos totales de Encotesa alcanzaron a US$ 360 millones, que este año se elevarán a un nivel mínimo de US$ 400 millones, teniendo en cuenta que las posibilidades de expansión del mercado son enormes. Actualmente se procesan entre 15 y 20 cartas por habitante y por año, mientras que en Canadá esa cifra es de 400 y en Estados Unidos de 600.
En el mercado total la participación de Encotesa, según Grisanti, alcanza a 70%, que en el rubro de las cartas simples supera con cierta holgura 80%. Del volumen total de operaciones, 90% es absorbido por el mercado interno y sólo 10% por el internacional. Por lo tanto, un aumento significativo en la dimensión del mercado tendrá una repercusión inmediata en los ingresos de Encotesa. Sin llegar a las cifras de Estados Unidos y Canadá, el Brasil tiene un mercado anual estimado de 50 cartas por habitante, lo que pone en evidencia las enormes posibilidades de expansión que ofrece la plaza.
Para corroborar esta apreciación, Donati expresó que en los primeros años de la década del ´70 el correo procesaba 1.000 millones de piezas por año y hoy está en la tercera parte de esa cifra. Ello sin contar la innumerable cantidad de nuevos productos que se incorporaron al mercado en estos 20 años y que en el país todavía no tuvieron una adecuada difusión.
En lo que se refiere a los costos, los avances para disminuirlos fueron significativos, especialmente en lo referente a personal. A través de un plan de retiro voluntario, el plantel se redujo de 27.500 en junio del año pasado, a 25.000 en la actualidad y a fin de año quedaría disminuido en un 10% adicional. A partir de ese momento, todo dependerá de la evolución de los negocios, ya que si éstos aumentan en la medida de lo previsto, esa cifra podría ser la ideal. De lo expuesto se desprende que los resultados de este año deberán cargar todavía con las indemnizaciones de aproximadamente 2.500 personas.
Luis García.
Agfa en la Argentina.
Un Crecimiento de Película.
La filial local de Agfa, el gigante alemán de la fotografía, tiene razones sobradas para el optimismo.
El año pasado sumó ventas en el mercado interno por US$ 65,8 millones y generó exportaciones por US$ 30 millones. Según reconoció el presidente de la corporación, Klaus Gerlach, durante una reciente visita a Buenos Aires, ningún otro país ha mostrado cifras reveladoras de un crecimiento de esa magnitud. “En comparación con 1990, hemos duplicado nuestro crecimiento en la Argentina”,
aseguró Gerlach. Las principales plantas de Agfa se encuentran en Alemania y en Bélgica, mientras que los sistemas electrónicos de preimpresión provienen de Estados Unidos. En la Argentina, Agfa produce películas radiográficas y para la industria gráfica en su planta de Florencio Varela, las que son exportadas a toda Sudamérica. Por esto mismo, Gerlach aseguró que a la Argentina se la
considera “cabeza del Mercosur”.
Entre las novedades, figuran la nueva película Agfacolor Optima 400, presentada en estos días en Estados Unidos, la introducción del nuevo papel color tipo 10, nuevas películas de Rayos X de procesamiento rápido y las planchas de impresión Lithostar, que pueden ser procesadas tanto en
cámara Repro como en forma digital.
Finalmente, el presidente de Agfa señaló que “a nivel mundial invertimos 13% de nuestra cifra de ventas, es decir, US$ 270 millones para la investigación y US$ 233 millones para adquisiciones de bienes de capital”. La empresa emplea en todo el mundo a alrededor de 24.000 personas, de las cuales 400 trabajan en la Argentina.