Antes era sencillo: se encolumnaban los bancos según el volumen de depósitos, y se extraían conclusiones. A lo sumo se determinaba cuál era la posición de cada entidad crediticia por patrimonio neto o por significación de activos. Con eso se tenía el ranking más completo que se podía realizar de la banca nacional.
A todas luces, el volumen informativo era insuficiente. El Banco Central no daba los datos que ha comenzado a proporcionar ahora -aun cuando no son todos los que interesan- y los bancos locales se mantenían renuentes a que se supiera mucho sobre ellos.
El panorama cambió sustancialmente por dos razones:
1) la necesaria transparencia de esta etapa de la economía nacional obliga a modificar criterios al Banco Central, en primera instancia, y también a los mismos bancos; y
2) MERCADO decidió remover todos los obstáculos y realizar la más completa y minuciosa investigación periodística que se haya hecho sobre este tema .El resultado es una radiografía completa del sistema financiero argentino. Cuando el Estado no garantiza más los depósitos, individuos y empresas necesitan saber cuál es la salud del banco con el que operan.
Se analizó la totalidad de los bancos -160 entidades- a la luz de los datos reveladores de los balances anuales, cerrados durante 1992. Y se actualizaron las cifras hasta mayo de 1993. Hay 20 rankings que arrojan luz sobre la fortaleza de los entes crediticios. La conclusión es que ahora se puede
determinar cuáles son:
* Los bancos más eficientes.
* Los más rentables.
* Los de mayor patrimonio.
* Los que tienen los mayores activos.
* Los que tienen más volumen de depósitos en pesos y en dólares.
* Los que dan pérdidas.
También:
Los depósitos promedio por sucursal para todo el sistema.
Los depósitos promedio por empleado.
La rentabilidad promedio de todo el sistema.
La eficiencia operativa promedio.
La significación de los préstamos sobre el activo total.
La proporción de los depósitos dentro del pasivo, para todo el sistema financiero.
En suma, una edición excepcional que se utilizará durante meses como elemento de consulta y respaldo informativo.
El juicio de los banqueros ha sido, tradicionalmente, tanto o más temido y reverenciado que el de los verdaderos magistrados de la Justicia. En el secreto de sus veredictos suele encontrarse el origen de muchas fortunas ganadas y perdidas. Pero, quizá como una paradoja de la historia, los hombres e
instituciones de las finanzas comienzan a ser, cada vez más, juzgados ellos mismos bajo criterios crecientemente rigurosos.
Tal es el caso de lo que ocurre con las reglas impuestas a partir de este año por un comité especial del Banco de Pagos Internacionales con sede en Basilea. Según la institución, la relación capital/activo de las entidades que aspiren a tener un lugar bajo el sol en el mercado mundial no debe ser inferior a 8%, lo que ha desatado una verdadera conmoción entre los banqueros. En su
edición de julio, la prestigiosa revista The Banker dio cuenta del fenómeno al sumar, a su tradicional ranking de las 1.000 instituciones financieras más grandes del mundo, un listado en el que las entidades aparecen, por primera vez, calificadas según los criterios diseñados en Basilea (ver pág. 89).
En el medio local, una conmoción no menor parece estar gestándose a la sombra del proyecto del Banco Central de medir la solvencia de los bancos de acuerdo con normas internacionales. La idea, que transita infatigablemente los pasillos de entes oficiales e instituciones privadas, parte del entendido de que los resultados de cada evaluación se mantendrán en reserva (esto es, entre los
expertos del BCRA y cada entidad), pero hasta ahora no se descarta que los bancos interesados en hacerlo puedan dar a conocer sus propias calificaciones. (Lo que probablemente abonaría el terreno para una guerra publicitaria pocas veces vista en el sector).
La investigación que ofrece MERCADO en esta edición es, a la vez, un exponente y un instrumento de vanguardia en esta búsqueda de la transparencia. Porque, más allá de la elocuencia de las cifras que
aquí se reproducen, se abre el campo a un análisis de una profundidad y un rigor sin precedentes.
AJUSTE CON DEMORAS.
La banca, igual que los demás sectores del quehacer económico, pasa por una profunda reestructuración que, sin embargo, en el campo de las finanzas no ha alcanzado todavía la dimensión requerida para alcanzar una mayor eficiencia operativa del sistema, que a su vez se traduzca en una notable reducción del spread que las entidades aplican en sus operaciones.
La demora en lograr avances significativos en la reestructuración del sistema suele relacionarse con la existencia de una gran demanda insatisfecha de crédito. Esta situación, argumentan muchos expertos, conduce a que las entidades no pongan suficiente empeño y celeridad en la tarea de
reducir sus estructuras y adecuarlas a las nuevas condiciones del mercado.
La lentitud en lograr una mayor productividad del sistema se vincula también con el elevado número de entidades que todavía permanecen en actividad, a pesar de la drástica depuración registrada en los últimos años. Esto último podría comenzar a solucionarse con la reciente disposición del Banco
Central sobre capitales mínimos.
De esta forma, muchas entidades de dimensiones muy reducidas tendrán que replantear su permanencia en el mercado, ya sea incorporando nuevos capitales al negocio o intentando mecanismos de fusión o absorción.
Esta disposición puede tener una gran importancia en el futuro, especialmente en el interior del país, donde debería producirse una tendencia hacia la regionalización que, de concretarse, posibilitaría una gradual consolidación del sistema y contribuiría a lograr mejoras sensibles en la productividad.
En los países industrializados, las entidades cobran por los préstamos que otorgan un plus que normalmente se sitúa en 60% por encima de los intereses que abonan a los inversores, mientras que en la Argentina ese margen muchas veces supera dos veces el nivel de los intereses pasivos.
Es evidente que, a medida que se consolide el proceso de estabilidad económica, esa relación debería ir acercándose paulatinamente a los niveles internacionales. Cuando se llegue a esa etapa (que, según todo indica, podría comenzar a partir del año próximo) la competencia para captar nuevos
clientes alcanzará niveles mucho más pronunciados que los actuales, lo que a su vez debería reflejarse en menores rendimientos operativos, que ya en 1992 reflejaron una tendencia declinante.
El año pasado, 17% de las entidades cerraron sus balances con quebrantos. Y el índice sería aún más alto si se incluyeran en el cálculo los resultados de los bancos provinciales con mayores problemas, de los que no fue posible obtener estados contables actualizados. Es posible estimar que, si se incorporaran las cifras de estas instituciones a la nómina general, el índice de bancos con resultados en rojo treparía a 20%.
La política permisiva del Banco Central hacia estas entidades, que siguen operando sin cumplir con las disposiciones relativas a la presentación de los balances en los plazos establecidos por el organismo de control, es un aspecto que con el tiempo también debería ser objeto de profundo análisis, para que en este terreno los aspectos estrictamente técnicos no sigan siendo suplantados
por criterios políticos.
RENTABILIDAD EN BAJA.
Durante 1992 la rentabilidad promedio del sistema sobre el activo total alcanzó a 1,31%. Sin embargo, a la hora de realizar un análisis, hay que considerar que este índice surge de balances cerrados en distintas fechas. (Esto es así porque la mayoría de los bancos concluyen los ejercicios anuales en los meses de junio y diciembre.)
La rentabilidad sobre el capital propio también se encuentra por debajo de niveles considerados aceptables, que los especialistas sitúan en 15% anual, un índice representativo de la renta que puede obtenerse en una operación de envergadura de vencimiento a largo plazo.
Es previsible que, a medida que los bancos refuercen sus respectivos patrimonios -por exigencias del mercado o imposición del Banco Central-, la rentabilidad en este campo tienda también a resentirse, especialmente si se confirman los pronósticos de menores márgenes en las operaciones normales.
Se destacan, en este aspecto, las cifras logradas por el Banco del Sud, que en el ejercicio cerrado el 30 de junio del año pasado concretó ganancias equivalentes a 36% de su patrimonio neto, es decir que su rentabilidad operativa quintuplicó el promedio del mercado.
LA PRODUCTIVIDAD.
Otro dato que permite llegar a conclusiones interesantes es la cantidad de empleados ocupados por todo el sistema financiero.
Según lo informado recientemente por Adeba, a fines de marzo (últimos datos disponibles) el personal de las instituciones financieras alcanzaba a 120.000, con la particularidad de que la mitad de esta cifra era absorbida por los bancos públicos, incluyendo los provinciales y municipales.
A esa fecha, el Banco de la Nación contaba en su estructura con 33.114 personas. Si esa cifra se mantuvo relativamente inalterada hasta mayo, cuando el principal banco del país exhibía depósitos por $ 6.158 millones, el promedio sumaría $ 186.000 por agente.
Parece también bajo el promedio ($ 6,75 millones) de depósitos de las 906 sucursales del Banco de la Nación. Sin embargo, hay que tener en cuenta que un número relativamente importante de filiales de esta entidad se encuentra alejado de los centros urbanos y cumple una misión de fomento en la zona
de influencia.
Si se excluye del análisis al Banco de la Nación, el promedio de depósitos por sucursal para las restantes entidades del sistema se eleva a $ 11,1 millones, aunque la cifra no es pareja en todas las entidades.
Por ejemplo, en los nucleados en Abra (Bancos extranjeros) el promedio por sucursal alcanza a $ 15 millones contra un promedio de $ 9,17 millones de las entidades privadas nacionales (nucleadas en Adeba) y sólo $ 3,4 millones de las cooperativas asociadas a Febancoop. Las asociadas al IMFC
(Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos) muestran, por su parte, un promedio de $ 3,15 millones, el más bajo entre las asociaciones empresarias que reúnen a los bancos.
EL INFLUJO DEL DOLAR.
A fines de mayo, el nivel promedio de depósitos para cada una de las entidades incluidas en el estudio era de $ 211,4 millones, de los cuales $ 94,2 millones correspondían a operaciones en moneda extranjera, cuya gravitación en el total se situaba, así, en 44,5%.
El escaso monto de depósitos en moneda extranjera en algunos bancos oficiales de provincia parece revelar la incertidumbre de los operadores acerca de la situación de estas entidades. En siete bancos oficiales provinciales (de Corrientes, Jujuy, Tucumán, Santa Cruz, San Luis, Salta y Catamarca) los
depósitos en moneda extranjera no alcanzan a representar 10% de los totales, con un mínimo de sólo 2,22% en el Banco de Catamarca.
Por el flanco opuesto, es decir, las entidades cuyos depósitos en moneda extranjera alcanzan un nivel preponderante, se destacan el Nederlanden y el Continental. En estos casos, este tipo de depósitos es virtualmente excluyente, puesto que no aparecen operaciones concertadas en pesos.
Sugestivamente, las nuevas entidades que anteriormente desarrollaban sus actividades como casas de cambio han mantenido una clientela con marcada preferencia por las operaciones en dólares. En ese contexto se ubican, por ejemplo, Banco Piano, con 85,46% de depósitos en moneda extranjera,
Exprinter (84,80%) y Baires (77,54%).
LOS MAS FUERTES.
Al concluir mayo, el patrimonio neto de todos los bancos analizados sumaba $ 9.062 millones, lo que determinaba un nivel promedio de $ 57,7 millones por entidad. Esta cifra, de todos modos, está notablemente influida por los altos montos de los dos bancos principales del sistema: Nación y Provincia de Buenos Aires.
Esto explica que numerosos bancos de cierta envergadura se ubiquen apenas en los escalones medios del ranking. Entre ellos, los extranjeros Supervielle, Chemical, Popular Argentino, Bank of New York, Morgan, Holandés y Tokyo, y los nacionales Mayo, Buen Ayre, Mariva, General de Negocios, Velox y
Federal.
De las 157 entidades analizadas, solamente 31 figuran con un patrimonio neto superior al promedio, incluyendo en este cálculo, por supuesto, al Nación y al Provincia.
Aunque la nómina de entidades (157) analizadas al 31 de mayo es más extensa que la que incluye sólo los balances presentados durante el año pasado (141), no se observan grandes variaciones en los patrimonios promedio. El monto de $ 55,7 millones, registrado en 1992, es apenas superado en $ 2 millones al tomar las cifras de mayo.
Si la diferencia en el número de entidades analizadas en ambas fechas no produce una distorsión muy pronunciada en estas cifras, se deduce que la incorporación de nuevos capitales al sistema durante los meses anteriores a mayo fue prácticamente nula, con la particularidad de que las ganancias también fueron muy escasas, porque de lo contrario deberían reflejarse en este rubro, que está compuesto no solamente por el capital accionario, sino también por las reservas y las ganancias acumuladas.
Una de las formas de determinar la rentabilidad de una entidad financiera es relacionar las utilidades obtenidas durante el ejercicio con el patrimonio neto, que, además del capital, incluye la totalidad de las reservas y las ganancias acumuladas de años anteriores.
La rentabilidad sobre el capital propio muestra cifras mucho más altas que las que surgen de comparar las utilidades con el activo total, porque en este último caso se incluyen los recursos obtenidos a través del endeudamiento, que no sólo se origina en la captación de los depósitos.
También influyen en este aspecto las obligaciones negociables y los commercial papers emitidos por las propias entidades.
Los especialistas consideran que un índice aceptable de rentabilidad sobre el capital propio no debe ser inferior a 15%. Como puede observarse en el cuadro, esta cifra fue alcanzada por una cantidad relativamente reducida de entidades.
Este ranking es liderado por el Banco del Sud, que sobre un patrimonio neto de $ 42,50 millones consiguió, durante el ejercicio cerrado el año pasado, una utilidad de $ 15,30 millones (36%).
La rentabilidad promedio de todo el sistema financiero se ubicó en 7,27% del patrimonio neto, que para todas las entidades analizadas sumó un total de $ 7.852,4 millones.
De los 141 bancos incluidos en el estudio, 24 (es decir, 17%) arrojaron cifras negativas en sus respectivos ejercicios. Entre las entidades de mayor envergadura, se destaca el Banco Santander, que sobre un patrimonio neto de $ 15,30 millones soportó pérdidas por $ 13,10 millones (85,62%).