Claves

    Seguramente la prudencia y seriedad de Domingo Cavallo dejará
    sin piso a algunos de sus colaboradores más imaginativos
    del equipo económico. Pero el caso es que entre murmullos
    en el Palacio de Hacienda se analiza la conveniencia electoral
    de una mini, crisis cambiaria similar a la ocurrida en noviembre
    último. La tesis, aunque disparatada, tiene pretensiones
    lógicas. Se advierte con preocupación que la opinión
    pública percibe la estabilidad como un valor adquirido,
    y que aumentan las demandas en otra dirección (por ejemplo,
    el crecimiento). Lo mismo que le pasó a Raúl Alfonsín
    -dicen los aprendices de brujo- en 1987, cuando la gente percibió
    a la democracia como una meta lograda y votó en contra
    del gobierno, insatisfecha por la marcha de la economía.


    De acuerdo con el razonamiento, habría que recordarle a
    los argentinos que la estabilidad es todavía frágil.
    Y para ello no vendría mal, dos meses antes de los comicios,
    una mini, corrida cambiaria que el gobierno debería contener
    fácilmente y a bajo costo. Claro está, nadie garantiza
    que las fuerzas


    que se desatan en un caso así sean controlables. Si hay
    algo peor que economistas pronosticando el comportamiento de la
    economía, son los economistas metidos a estrategas políticos.


    ¿POR QUE NO VENDER EL ORO DEL CENTRAL?.


    La producción anual de oro, en todo el mundo, es de 1750
    toneladas. Se ha revelado que durante 1992, el Banco Central de
    Holanda vendió 400 toneladas del metal, equivalentes a
    la cuarta parte de sus tenencias y a 23% de la extracción
    de un año en todo el planeta. No es un fenómeno
    aislado.


    Bélgica vendió 202 toneladas, y se supo que Canadá
    -desde hace años- viene vendiendo 10 toneladas mensuales.


    Los bancos centrales mantenían bloqueadas estas reservas
    -ésa era la teoría- en previsión de catástrofes
    inimaginables. Así acumularon, en conjunto, una montaña
    de 35.000 toneladas (o 20 años de la actual producción
    mundial). ¿Por qué venden los bancos centrales? El
    oro ha perdido toda significación -desde hace años-
    en el sistema monetario internacional; cuesta mantenerlo


    almacenado y protegido; y no genera intereses.


    Algunos gobiernos prefieren desprenderse de estas reservas para
    pasar a otras divisas o títulos que generen mayor rentabilidad.


    Si los ocho principales tenedores de oro en el mundo -que representan
    85% del total acumulado- colocaran ese valor en títulos
    a las actuales tasas de interés internacionales, obtendrían
    un retorno de US$ 20 mil millones anuales.


    En la Argentina, el banco central mantiene en sus arcas 136 toneladas
    de oro, que a valores de mercado representan US$ 1.437 millones
    (calculado sobre la base de US$ 335 la onza troy). Si se colocaran
    estos fondos, por ejemplo, en bonos del Tesoro de Estados Unidos,
    cuya renta oscila entre 2% y 7,5% anual (según el vencimiento,
    entre 6 y 30 años), el país tendría un ingreso
    adicional que oscilaría entre US$ 50 a 60 millones anuales.
    Ese monto le permitiría abonar en su totalidad los intereses
    de las series de Bonos Externos 1984 y 1987 (no la amortización
    de capital).


    EXCESIVA DEMANDA DE CREDITO.


    Según los analistas financieros, este año habrá
    excesiva demanda de crédito con respecto al nivel general
    de actividad esperado. Las razones: 1) los grupos que ganaron
    privatizaciones no tienen todos los recursos comprometidos y demandarán
    a los bancos una porción importante de esas necesidades;
    2) las nuevas empresas privatizadas requieren crédito para
    aumentar el volumen de sus operaciones, y 3) las empresas que
    no se adecuaron a los nuevos tiempos deben hacerlo ya, y la reconversión
    insumirá fondos frescos.


    El anunciado ajuste en el sector bancario no se produciría
    antes de 1994 o tal vez 1995. Desde la vigencia del plan de convertibilidad,
    el índice de monetización se duplicó. Con
    un mercado ampliado, todas las entidades lograron transitar sin
    problemas de caja, aunque los problemas estructurales


    subsisten. Cuando se estanque -o se normalice, como se prefiera-
    el índice de monetización, comenzarán los
    problemas en serio. Entre 60 y 70 bancos estarán en dificultades,
    y seguramente se verá un proceso de compras, concentración
    o fusiones para superar la crisis.