Los raids aéreos militares sobre Bagdad reconocen hoy una contraparte igualmente belicosa en la guerra de tarifas de las aerolíneas comerciales a la hora de volver atractivo algo que siempre fue inquietante: el subirse a un aparato que desafía la ley de gravedad. Y todo hace pensar que la trama
de un próximo film estilo Aeropuerto no girará en torno de las consecuencias producidas por una catástrofe en las alturas sino que se ocupará de balances en picada y bancarrotas vertiginosas en tierra.
Hay una encarnizada lucha para ocupar el lugar número uno en estos tiempos donde la escalada terrorista es un factor tan determinante como el precio de los combustibles.
Lo cierto es que miles de millones de dólares se pierden como si fueran valijas y ejecutivos de aerolíneas a lo largo, ancho y alto del mundo adoptan esa clásica posición de emergencia que siempre repasamos con inquietud cada vez que nos subimos a un aparato volador. Inquietud más que justificada y que se desglosa como sigue en la bitácora de vuelo fin de milenio:
* Cuando EE.UU. “desreguló” a sus aerolíneas hace más de diez años, encendió los motores de una revolución con alas que todavía hoy está sentando cátedra en otros países.
Los observadores de aviones piensan que ahora es el momento perfecto para iniciar una nueva reforma para evitar la multiquiebra de varias aerolíneas norteamericanas.
Para ello, Washington está considerando seriamente el relajamiento de límites a la hora de permitir la entrada de capitales extranjeros. Canadá está considerando una movida similar. Aumentar los pasajes no puede salvar a nadie a una altura del viaje donde el tráfico aéreo se hace cada vez más
pesado para el turista y más liviano para las aerolíneas: argucias tipo 2XI, se sabe, ofrecen balances engañosos.
* Así y todo -y más allá de resultados inmediatos como KLM reteniendo el 49% de Northwest Airlines- difícilmente se traduzca en rápida entrada de capitales para los descapitalizados. El modus operandi del secretario de Transporte Samuel K. Skinner ya ha fruncido el ceño de varios. Braley R. Larschan,
contador general de la Sociedad para la Inversión Internacional, opinó que “no creo que ayude eficazmente a ninguna de las aerolíneas en peligro”.
* El anuncio de quiebra de Pan Am -o acogerse al famoso Capítulo XI, que es casi lo mismo- no hizo más que terminar de subrayar lo inevitable: “control de tierra, tenemos un problcma”. Eastern se acerca a la zona de desastre y TWA, Continental, Midway y American West esperan resignadas su turno mientras compañías como American y United se trenzan en combates finales por la supremacía global. Stephen M. Wolf (United) y Robert L. Crandall (American) se enfrentan sin tregua a la hora de adquirir rutas y más rutas de compañías en quiebra o a punto de. Al hacerse con las rutas londinenses, American y United han definido sus respectivos perfiles con una fuerza que Pan Am y TWA nunca tuvieron.
* La presión de la guerra del Golfo no ha hecho más que pasar en limpio algo que se venía insinuando hace tiempo y que aporta su cuota de misterio a todo el asunto: no hay fecha más riesgosa para ensayar movimientos expansionistas que las que vivimos por estos días.
Tráfico lentificado, incomodidades para el viajero, asientos vacíos y tarifas “de guerra” para los combustibles son apenas algunos de los síntomas de la enfermedad.
* Con la virtual concentración de la industria aérea norteamericana (que reúne al 40% de los pasajeros del planeta) y su reordenamiento en apenas cinco o seis compañías que se repartirán el total de la torta, ya se empieza a hablar de una posible liberación de los cielos para los tiempos que vendrán. Se sabe de la existencia de reuniones “cumbres” para canjear los costosísimos derechos de aterrizaje en el Heathtrow londinense (pieza clave del rompecabezas) a American y United por una apertura sin precedentes para que British Airways haga lo propio en los aeropuertos de EE.UU.
Amigos son los amigos y nadie sabe a ciencia cierta si el calibre de la estrategia no provocará más de un tiro por la culata. Una cosa es cierta: el trazado de un nuevo mapa mundial demanda el trazado de un nuevo mapa celestial y ahí se anotan Air France, British Airways, Cathay Pacific, Delta Air Lines (la número 3 de EE.UU.), Japan Air Lines, KLM, Lufthansa, Northwest Airlines, Scandinavian Airlines y Singapore Airlines, favorita de las encuestas a la hora de elegir el mejor servicio.
Mientras tanto, los voceros aéreos locales deciden mantener expectante silencio coherente con la delicadeza de la situación.
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