ESTRATEGIA | Empresas
Por Mauro Maciel
Foto: Gabriel Reig
La mejoría de los números puede explicarse –según los actores– a partir de la recuperación del sector productivo, que celebra la existencia de una moneda más competitiva en términos comerciales, que permite ofrecer al consumidor local productos comparables a los que se elaboran fuera del país.
En general, la industria argentina ha debido adaptarse a los cambios estructurales que significaron la apertura comercial a los productos importados durante la convertibilidad de los años 90, y, desde 2003, con la devaluación del peso, al fortalecimiento de la producción y la recuperación del trabajo local. El sector juguetero, por lo tanto, sufrió aquella debacle y posterior mejora hasta la actualidad, donde otra vez resurge cierta incertidumbre.
En el ámbito de la fabricación, el mercado mundial de los juguetes es liderado por China. Según datos suministrados por la empresa Nosis, y de acuerdo con información obtenida de la Aduana, los productos chinos ingresados en la Argentina representaron, durante el año 2008, para el rubro “los demás juguetes”, 70% de las importaciones, de un total que rozó los US$ 100 millones a valores CIF. Es decir, el precio de la mercadería, con costos de fletes y seguros incluidos.
Distanciados por un amplio margen sobre el resto de los países proveedores, la Argentina efectuó durante 2008 compras por algo más de US$ 70 millones de dólares en este rubro, al gigante asiático. En proporciones mucho más pequeñas, las adquisiciones provinieron de Hong Kong (9%) y Brasil (casi 3%), por un monto cercano a los US$ 13 millones y a los US$ 3 millones, respectivamente.
Los principales importadores locales en el rubro “los demás juguetes” son Mattel Argentina S.A., que ingresa 10% de las mercaderías; Arcos Dorados S.A., con 8% del total; Wal-Mart Argentina S.R.L. y Ditoys S.A., quienes adquieren, cada uno, 5% de las compras realizadas en el exterior del país.
“Artículos para juegos de sociedad”
Sin embargo, para la categoría “artículos para juegos de sociedad”, el año pasado, los productos de origen estadounidense lideraron las compras locales, y alcanzaron 55% del total. Las importaciones provenientes de Estados Unidos equivalieron a US$ 66 millones sobre un total de 120 millones de la misma moneda. Bastante lejos, acompañaron las mercaderías elaboradas en China por un monto de 12 millones. Es decir, 10% del total.
En cuanto a las exportaciones, según datos provistos por la fundación Exportar, los “demás juguetes”, se vendieron en el año 2008 por casi US$ 5.250.000, donde Brasil, con 53% del total; Ecuador, 14%; y Uruguay, 10%, fueron los protagonistas de las compras.
El rubro “artículos para juegos de sociedad” representó algo más de US$ 5,75 millones en ventas externas, para el mismo período, y los principales países de destino resultaron México, con casi 42% del total; Colombia, 13%; y Chile, 11%. Allí, los precios correspondieron a mercaderías puestas a bordo en el puerto de embarque. Es decir, considerados a valores FOB.
Antes y después
Para Norberto García, presidente de la Cámara Argentina de la Industria del Juguete (CAIJ), la presencia de productos nacionales en el mercado interno fue casi insignificante durante los años de la convertibilidad. “Solo contábamos con cerca de 9% del mercado. Hasta ese momento había unas 330 empresas y luego de la apertura a las importaciones apenas quedaron alrededor de 60”.
A pesar de las pérdidas y el retroceso que representó el ingreso de los productos extranjeros para el fabricante nacional, García reconoce que la crisis dio a los consumidores la posibilidad de descubrir lo que se producía en el resto del mundo. A raíz de ello, en el marco de la recuperación, la industria local debió ajustarse a los estándares de calidad y exigencia que el consumidor ya conocía.
“El industrial argentino se adaptó a esta nueva situación y comenzó a trabajar de una manera más profesional. Se crearon departamentos de comercio exterior, de desarrollo, de packaging. Es decir, se profesionalizó la oficina”, cuenta el titular de la CAIJ, y añade: “Cada industrial se dio cuenta de que podía ganar una porción importante del mercado, en función de la capacidad de ofrecer productos de mayor calidad, tal como se había acostumbrado el consumidor durante los años de importación indiscriminada”.
La Asociación Argentina de Juguetes y Afines (AADEJA) representa a fabricantes, importadores, comerciantes, distribuidores y cadenas comerciales, a diferencia de la CAIJ, que cuenta entre sus asociados a una mayoría de fabricantes. Sin embargo, ambas han logrado unirse para tratar dificultades comunes y lo han hecho de un “modo exitoso, no por casualidad, sino producto de un intenso trabajo”, en palabras de Carlos Restaino, director adjunto de AADEJA.
Innovación y tecnología
En la actualidad, y en comparación con la década pasada, se advierte que el grado de desarrollo tecnológico y de innovación en la industria nacional ha dado un salto cualitativo considerable. Sin dudas, se trata de un resultado que responde al incremento de la inversión y ambas entidades coinciden en este punto. “Las empresas líderes del sector –considera García– han hecho esfuerzos económicos muy importantes. Se han modernizado y hoy trabajan con las mismas máquinas y matrices que se utilizan en China”.
Por su parte, Restaino argumenta que “la calidad de algunas empresas locales es comparable a la internacional, precisamente por el nivel de sus inversiones”. Sin embargo, advierte que “la tecnología de punta, utilizada en otras partes del mundo, todavía no se encuentra en el país”, aunque resalta, como atributo destacable del productor local, que no existe la tendencia a la imitación de los juguetes extranjeros.
Hoy, ante un panorama más favorable, donde los productos nacionales cubren cerca de 40% del mercado local, existe desde el sector cierta satisfacción aunque se aspira a alcanzar 50%. “Creo que satisfacer la mitad del mercado, y no más, sería lo ideal”, expresa García.
“En 2007, la CAIJ firmó un convenio en el que se trató la repartición del mercado. También los importadores comprendieron que el mercado sin clientes (referencia atribuida al cliente consumidor de los productos que invadieron el mercado “todo por 2 pesos”) no tenía sentido. Entonces, gracias al acercamiento de las partes, alcanzamos una muy buena ecuación en este negocio”, subraya García, al tiempo que remarca el pleno funcionamiento de la industria en la actualidad.
Diferencias de criterio
La CAIJ y AADEJA elaboran problemáticas comunes con idénticos criterios y niveles de enfoque, aunque existe un pequeño margen en el que se manifiestan ciertas diferencias.
El titular de la CAIJ, por ejemplo, destaca el apoyo obtenido de parte de la Secretaría de Industria: “En su momento, solicitamos que los productos importados llegaran escritos en castellano, que tuvieran normas de seguridad y que cumplieran con las normas de restricción de ftalato (grupo de compuestos químicos, empleados en algunos juguetes como plastificadores, que podrían producir daños en la salud de los niños). A ello se suman las licencias no automáticas y los valores criterios, que son mecanismos que hicieron fuerte a la industria del juguete”.
Desde AADEJA, en cambio, señalan la existencia de dificultades operativas que entorpecen el desempeño del sector. A la rigurosidad en los controles de las licencias no automáticas, los valores criterios y el ftalato se suman trabas en el procedimiento administrativo, que responde a una “estructura bicéfala, donde se entremezclan las responsabilidades en las diferentes áreas de los ministerios de Economía y de Producción, que participan del circuito de control”.
“Algunas gestiones de licencia no automática realizan un circuito que empieza en la Dirección de Importaciones (del Ministerio de Producción), luego pasa por Legales (Ministerio de Economía), vuelve a Importaciones y finaliza con la firma del subsecretario de Industria (Producción).
Otras gestiones ingresan por Importaciones, continúan en Lealtad Comercial (Economía), regresan a Importaciones, pasan por Legales y acaban en la firma del subsecretario de Industria”, explica Restaino para graficar las complicaciones que representa ingresar mercadería desde el extranjero.
La última traba que incomoda al sector es una medida, más confusa que conflictiva, impulsada por el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno. La disposición, sin resolución ni decreto que la avale, implica que quien pretenda ingresar productos del exterior deberá comprometerse a exportar por monto idéntico o superior al que adquiere las compras extranjeras.
En caso contrario, los legajos para la autorización de licencias que se encuentren bajo su órbita (en la Dirección de Lealtad Comercial) no podrán avanzar sin su consentimiento. La razón está fundamentada por la necesidad de evitar el déficit en la balanza comercial nacional.
En consecuencia, el plazo para obtener las licencias de importación, que no debería superar los 60 días, se resuelven ahora dentro de los 120 días en promedio, desde el inicio hasta el fin del trámite. “Si el empresario planifica tener las licencias habilitadas en menos de 120 días, debe saber que asume un riesgo”, resume el representante de AADEJA.
Dificultades
Así descripta, quizá la situación puede interpretarse como una oportunidad que permitiría incrementar la participación del productor local en el mercado. Sin embargo, la mayoría de los fabricantes nacionales se nutre de piezas y componentes importados, como parte de sus insumos, o, en algunos casos, importan productos terminados para completar su línea de ventas. Restaino aclara: “Son muchos los actores del sector afectados por este mecanismo y es por eso que la temática se ha vuelto común para las dos entidades (CAIJ y AADEJA)”.
Una alternativa compensadora, que ha sido propuesta a las autoridades, es identificar en diferentes categorías a las empresas que importan piezas, componentes o productos terminados, y otorgar un orden de jerarquías que dé prioridad a aquellas que se dediquen a los juguetes como su actividad principal.
“Estas –señala Restaino–, deberían ser receptoras de un trato privilegiado y una mayor celeridad en el análisis de sus licencias, en lugar de retener y acumular las mercaderías en la Aduana”.
En la CAIJ, su presidente cree que el financiamiento es el inconveniente que más afecta al sector, aunque asume que “no se trata de una dificultad exclusiva de los jugueteros, sino de toda la industria”. En caso de profundizarse la falta de capacidad financiera, una consecuencia cierta podría ser el crecimiento de las importaciones en detrimento de la producción local.
“Sin el financiamiento, el bolsillo (del fabricante argentino) no da para mas”, opina García. A su criterio, el problema radica en la “falta de flexibilidad de los bancos, que exigen tasas de financiación muy elevadas”.
Comercio exterior
Restaino admite que se desconocen los números exactos que representan a la industria del juguete en la Argentina y, por lo tanto, el valor del mercado local. La razón es que “nunca hubo una medición seria, ni datos estadísticos, que permitan cuantificar sus diferentes rubros y categorías, al igual que la calidad de la información, discriminada por productos, sectores y canales de venta”.
En tal sentido, AADEJA y la CAIJ, en conjunto, proyectan para este año trabajar en una investigación profesional que describa la situación detallada del mercado.
Aunque los volúmenes exportados aún representan un porcentaje poco relevante (es decir, que la balanza comercial del sector es deficitaria), ambas entidades destacan el trabajo realizado por la fundación Exportar. Al respecto, han surgido algunas tratativas impulsadas por la embajada de Alemania para participar de la feria de Frankfurt.
A su vez, la Secretaría de Industria ha promovido acuerdos de delegación inversa, en los que se invita a acercarse al país a posibles importadores extranjeros, en lugar de trasladarse los productores locales hacia el exterior. “Esta metodología se puso en práctica en mesas de trabajo durante la exposición que se realizó en Costa Salguero, adonde llegó gente de toda Latinoamérica”, explica García.
Restaino desconoce las razones por las que el negocio exportador es pequeño pero, en parte, lo atribuye a cuestiones culturales y remarca además de que las limitaciones de capacidad instalada impiden expandirse de manera considerable hacia nuevos mercados.
“Los exportadores son pocos y lo que exportan es poco. Es como si todavía no estuviera incorporada a la idiosincrasia del productor esta actividad (de ventas al exterior), pero también es cierto que no hay un excedente de producción que permita pensar en hacer crecer las exportaciones”.
Licencia para crear
La experiencia de la empresa familiar argentina, Intek, ilustra cómo se convirtió en una fábrica de ideas que diseña para las marcas internacionales más prestigiosas, gracias a su crecimiento en el desarrollo de juguetes de licencia. Creatividad, calidad e innovación son las fortalezas, que traducidas en ventajas competitivas, le permiten destacarse en el mercado mundial del juguete. |