Por Andrés Mombrú (*)
La telefonía celular es uno de esos desarrollos que ocasiona no pocas polémicas y malestares en aquellos que la ven como un producto innecesario; generador de conductas perturbadas, de prácticas consumistas y de estupidización generalizada.
¿Qué ventajas y desventajas trae la expansión incontenible de las comunicaciones? La telefonía celular se inscribe en un desarrollo de tecnologías convergentes que apuntan a unificar todos los medios electrónicos de comunicación y producción. Cada día se integran y suman nuevas funciones y desarticulan hábitos y prácticas que se ven asaltados por situaciones a las que no se sabe dar respuesta.
El uso de la telefonía celular forma parte de la vida cotidiana de la gente, independientemente de su condición económica, social, cultural, de género o edad, y su crecimiento y rápida asimilación radica en varios y diferentes aspectos.
Por un lado, los requerimientos laborales, sociales, familiares demandan una accesibilidad constante y resultan indispensables para el ejercicio de ciertas actividades y profesiones por la propia dinámica que ellas han adquirido por sí mismas y por la posibilidad de tener a mano esas tecnologías.
Otro elemento fundamental es que los grupos humanos cada vez más grandes y concentrados generan en los individuos un profundo sentimiento de soledad y aislamiento. La mayor parte del tiempo de la vida de la gente se encuentra lejos de los ámbitos propios, de los vínculos afectivos más profundos, de los lugares y los tiempos de producción y de encuentros que se sienten como más genuinos.
La diáspora no es sólo un fenómeno de la migración, es también el resultado de las formas de vida en las grandes ciudades. Ese pequeño aparato genera la ilusión del Aleph borgiano, el centro de un universo que nos pone en contacto con todos los lugares y los tiempos, pero de alguna manera es también el cumplimiento de esa fantasía.
El espacio y el tiempo virtual no son un fantasma sino una nueva dimensión del espacio y el tiempo real, son creadores de una nueva realidad que no elimina la “real realidad” sino que la transforma.
Nos fascinábamos cuando en la serie –de los años 60– Viaje a las estrellas el capitán Kirk o el señor Spock sacaban de sus bolsillos y desplegaban sus aparatos de comunicación: “Suben dos Scotty” y nuestros héroes se desmaterializaban y se rematerializaban en la cubierta del “Enterprise” comunicados por aquella tecnología imaginada para el año 2300. Pero, poco más de 30 años después aparatos similares se instalaban en nuestros bolsillos, en las mochilas de nuestros hijos.
Si de algún modo la ciencia ficción anuncia un posible porvenir, los celulares desaparecerán en no mucho tiempo. Serán sustituidos por otros aparatos, con el tamaño de un pequeño audífono y realizando sus funciones en respuesta a nuestra voz o nuestros gestos, o injertados como si fueran un “piercing” en conexión con nuestra corteza cerebral, o de modos hoy inimaginables.
Se proyectarán según nuevas demandas, de origen genuino, o impuestas como conductas enajenadas. Responderán a impulsos instintivos arcaicos, o a nuevas condiciones de seres en constante evolución.
Y será inevitable que formen parte de la vida de quienes encuentren en ellos la posibilidad del despliegue de los inagotables torrentes de la imaginación, la creatividad, el pensamiento, la reflexión, como herramienta que permite nuevos modos de compromiso con la vida y también de los que, con miras mezquinas, sólo vean la oportunidad para el lucro, la manipulación, el oportunismo, la ventaja personal a costa del interés colectivo.
Las tecnologías no son neutras y por ello es preciso pensar en la dimensión ética de sus productos y de sus usos. M
(*) Andrés Mombrú es licenciado en Filosofía; master en Comunicaciones; profesor en la UBA y en la Universidad de Palermo.
La ubicuidad al poder Por Diego Otero (*) ¿Qué es la ubicuidad? Siempre fue la omnipresencia, pero hoy además es la obtención de la información adecuada dónde y cuándo la necesitemos; lo que representa el estadio evolutivo de la ubicuidad (acceso a la información desde cualquier lugar). Este concepto, que sobrepasa la accesibilidad a la información, apunta definitivamente a la obtención inteligente de datos de acuerdo a nuestra necesidad y ubicación. (*) Diego Otero es Visioning Manager de Qoom. |
“Movete, chiquita, movete…” Por Horacio Castelli (*)
El mobile world, impacta en los negocios y en lo personal, como aquélla canción de “Los Náufragos” en los 70… “movete que estoy hecho un demonio y no puedo parar…”. Los pulgares, a ritmo enloquecido y con los “touch screen”, los dedos, dirigen una fascinante orquesta de funciones y servicios. (*) Horacio Castelli es director de La Nube Inquieta S.A. |