Por Gustavo Baiman
Considerada como la “madre de las industrias”, por aportar insumos básicos para la industria automotriz, siderurgia, informática, actividad petrolera, industria de la construcción, medicina, y agricultura, la minería viene ganando posiciones en la economía a toda marcha.
De acuerdo a informaciones de la Cámara Argentina de Empresarios Mineros (CAEM), si se mantiene el nivel de inversión en menos de diez años la minería va a generar tantos o más ingresos que el sector petrolero y la agricultura.
El rápido desarrollo del sector se dio principalmente por tres factores: la modificación general del marco regulatorio con la ley 24.196 sancionada en 1993; el aumento de la demanda mundial de metales, en particular por el avance industrial de China y del resto del Sudeste asiático; y el alza constante del precio del cobre.
Según la CAEM, dado el nivel de desarrollo que la Argentina fue protagonizando en los últimos años, en una década podría destronar a Chile, líder actual en el rubro minero.
La minería resultó ser el sector que más creció en los últimos años. Entre 2001 y 2007, triplicó su facturación, en tanto que las exportaciones (85% de las ventas corresponde a cobre y oro) marcaron un récord al acercarse a US$ 3.000 millones.
Para fines de 2007, se estima que la producción será equivalente a US$ 3.467 millones. En tanto, para 2015 se prevé que la actividad exportará cerca de US$ 20.000 millones y generará alrededor de 100.000 puestos de trabajo directos y más de 300.000 indirectos.
Este notable crecimiento de la actividad se evidencia incluso en la ampliación de la exposición anual de minería, Arminería, que pasó de 2.800 m2 y 84 stands en 2005, a 7.500 m2 y 223 expositores en 2007.
Principales proyectos Actualmente se encuentran en marcha cerca de 270 proyectos mineros. Sin embargo, existe una fuerte concentración en las inversiones: no más de ocho de ellos absorben 80% de las mismas. |
Un largo y riesgoso proceso En el sector minero, los proyectos tienen la característica de ser a largo plazo y son considerados de alto riesgo, particularmente los vinculados a la minería metalífera. |
Inversiones
En este contexto de crecimiento, las inversiones aumentaron exponencialmente en los últimos tres años. Respecto de 2003, el aumento fue de 500% y para 2007 se calcula que el monto acenderá a la suma de US$ 3.000 millones, que equivale a 500 mil metros de perforaciones.
Las principales inversiones para la exploración y producción provienen de empresas extranjeras de más de 20 países. Los que encabezan la lista son los operadores de Canadá, que reúnen 40% del total de las inversiones (US$ 1.500 millones) en emprendimientos como Veladero, Pascua Lama (San Juan), Mina Pirquitas (Jujuy), Manantial Espejo (Santa Cruz) y Agua Rica (Catamarca).
Le siguen en orden de importancia China, Estado Unidos, Gran Bretaña, Suiza, Brasil, Chile y Perú.
Según los datos de la Secretaría de Minería, la Argentina es uno de los países con mayor atracción para las inversiones mineras y se calcula que durante los próximos ocho años llegarán más de US$ 12.500 millones para exploración y desarrollo de proyectos productivos. Serán alrededor de quince proyectos de tamaño y características internacionales que generarán una producción estimada en US$ 7.300 millones y exportaciones por más de US$ 6.300 millones.
Marco regulatorio
En la Argentina, previo a la sanción de la Ley de Minería de 1993, la actividad estuvo focalizada en abastecer el mercado interno. El promedio de producción rondaba los US$ 200 millones anuales y la gran mayoría de las minas eran caleras de piedras y de carbón.
Las barreras para ingresar a la minería metalífera son muy altas por los altos costos y el volumen de inversión que se necesita. En este sentido, los especialistas de la CAEM afirman que la industria “nació” en 1993, año en que se promulgó la ley 24.196 que estableció el nuevo régimen de inversión minera. Dicho régimen promovió el ingreso de capitales para encarar grandes emprendimientos.
Algunos de los puntos centrales incluidos en la ley son: estabilidad fiscal por 30 años para todos los proyectos; deducción en el Impuesto a las Ganancias de montos invertidos en exploración, investigación y estudio de factibilidad; amortización acelerada de inversiones; avalúo y capitalización de reservas sin efectos impositivos; y exención de derechos, gravámenes y tasas aduaneras para importación de bienes de capital para desarrollar proyectos mineros. A su vez, otras dos leyes sancionadas en el año 1994 contemplan un régimen de financiamiento para el pago del IVA que favorece las operaciones de compra o importación definitiva de bienes de capital y la devolución anticipada del IVA para nuevos proyectos mineros.
Respecto de esto, desde la CAEM se apresuran en aclarar que estas facilidades no son exenciones impositivas y que el sector contribuye con aportes significativos. En 2006, aportó $3.085 millones en concepto de impuestos sobre la producción, $4.357 millones por intereses y rentas, y $257 millones al sistema social.
Empleo y economías regionales
Actualmente, el sector aporta un punto y medio al índice de ocupación. Genera en forma directa cerca de 40.000 puestos de trabajo (lo cual representa un crecimiento de 80% respecto de 2003) y de manera indirecta más de 170.000. Por otra parte, de acuerdo a un estudio de la Secretaría de Política Económica, la minería tiene los niveles de salario más altos; el promedio en 2003 era de $1600 y este año llegó a $4.700.
El año pasado, el total de la masa salarial fue de $1.630 millones.
A esto se agrega que el sector se caracteriza por presentar el nivel de formalidad más alto de la economía.
Por otra parte, la actividad minera es neurálgica para diversas provincias del interior del país. En San Juan, 20% de la población activa trabaja en el sector. En Catamarca, la minería aporta 70% de los ingresos fiscales de la provincia. En Mendoza, sólo la mina Potasio Río Colorado, explotada por la empresa Río Tinto, exportará productos por US$ 500 millones, una cifra que supera las exportaciones de toda la industria vitivinícola del país.
Además, se estima que 70% del abastecimiento de las minas es realizado por Pyme locales, estrechamente ligadas a su actividad. Y los proyectos más importantes generan, a su vez, el desarrollo de la hotelería, infraestructura vial, de telecomunicaciones, sanitaria y servicios geológicos.
El potencial de la Argentina
En la industria minera metalífera el líder indiscutido en la región es Chile, cuyas exportaciones superan los US$ 17.0000 millones.
Sin embargo, especialistas del sector sostienen que, de continuar el nivel de desarrollo que viene dándose en el país, en diez años la Argentina podría incluso superar al país trasandino. El potencial de la Argentina estaría dado por la existencia de enormes porciones de territorio que todavía quedan por explorar; sustancialmente más extensos que en el caso de Chile.
Otra de las ventajas competitivas de nuestro país es su riqueza en cobre. Este mineral, que encabeza las exportaciones, en diez años multiplicó su precio por seis y se estima que mientras China mantenga los actuales niveles de crecimiento, el precio seguirá en aumento.
Otros de los minerales con buena proyección son el uranio, por la utilización creciente de la energía nuclear a escala mundial, y el molibdeno, un metal básico para las aleaciones con acero, que los provee de dureza y resistencia ante la corrosión. Sólo el grupo Techint compra anualmente US$ 400 millones de este mineral.
Un tema sensible
Uno de los puntos más cuestionados a la minería es el vinculado con el impacto ambiental, principalmente por el uso de cianuro para la extracción y procesamiento del oro. Los representantes del sector insisten en que el cuidado del medio ambiente es una prioridad y que las normas de seguridad y ambientales de las empresas son de tolerancia cero. La garantía está dada por la ley 24.485 de Protección Ambiental que establece todas las normas a cumplir. Entre ellas, se exige a las empresas que presenten un estudio de impacto ambiental, que debe ser aprobado por las autoridades gubernamentales nacionales y provinciales, y se establece la realización de un monitoreo constante sobre las minas.
Por otra parte, agregan que el impacto sigue una tendencia creciente a la reducción, a partir de la incorporación de nuevas tecnologías para el procesamiento de los minerales.
Respecto de este tema, la consultora Servicios Regionales del Sur, especializada en el sector, sostiene que el incorporar el concepto de la comunicación social como una herramienta más del desarrollo de un proyecto constituye uno de los desafíos que está asumiendo la minería hoy. La comunicación social, mediante una información transparente, puede generar confianza en el público. Esta transparencia es, entonces, un valor que hace que puedan construirse puentes de confianza cada vez más sólidos, que le permita al sector obtener la licencia social para el desarrollo de los proyectos.
Minera Alumbrera El yacimiento más importante de la Argentina es Bajo de la Lumbrera, ubicado en el noroeste de la provincia de Catamarca a 2.600 metros de altura sobre el nivel del mar. Este emprendimiento, iniciado en 1997 con una inversión de US$ 1.200 millones, produce oro y cobre. La empresa que la explota, Minera Alumbrera, es una sociedad compuesta por la compañía suiza Xstrata Copper, que posee 50% del capital accionario, y las empresas canadienses Golscorp y Northem Orion con 37,5% y 12,5% de participación respectivamente. |
Reserva de minerales Por definición, se considera un recurso mineral o reserva a una concentración o presencia in situ de un material de interés económico presente en la corteza terrestre con posibilidades razonables de extracción. Una vez realizadas las evaluaciones apropiadas para justificar la extracción en condiciones técnicas y económicas asumidas como reales, la parte explotable del recurso calculado o indicado es denominada reserva mineral. |
Mapa minero
Oportunidades en América latina
Al margen de los hidrocarburos, una parte importante de los minerales proviene de Sudamérica. Una serie de emprendimientos bien planeados puede hacer que la región mantenga o mejore su posición como extractora.
Estimaciones de Wieland Gurlit, Eduardo Mencarini y Ricardo Montealto, de McKinsey señalan que, en el decenio 2003-12, alrededor de US$ 54.000 millones –28% de las colocaciones globales en el sector– se orientan o se orientarán a nuevas explotaciones o grandes ampliaciones de las existentes. Ninguna otra parte del planeta ofrece semejantes perspectivas.
Dos tercios de ese monto se dirige a Brasil, Chile y Perú, con objeto de elevar capacidad extractiva de cobre (en los tres países), mineral de hierro, bauxita y níquel (en Brasil, principalmente), y cinc (en Perú). A la inversa, en otros insumos primarios –acero, celulosa, papel–, las condiciones generales de oferta y demanda no dan para semejante auge.
A las economías locales, inclusive varias no tan “especializadas”, la minería les depara notables superávits comerciales y, por tanto, les permite sostener y hasta repreciar sus monedas. En Perú, el sector aporta 75% de ingresos por exportaciones y 19% del producto bruto interno. En Chile las cifras son 44 y 9%. Aun en Brasil, una economía más grande, avanzada y diversificada, los metales han desempeñado un papel relevante en el prolongado aumento del real contra el dólar.
Salvo Venezuela, Bolivia (hostiles al capital foráneo) o Colombia (virtualmente balcanizada), en general Sudamérica da la bienvenida a las multinacionales. Les impone pocas restricciones, regalías bajas –quizá demasiado– y tributación razonable. Chile, primer productor global de cobre, lo nacionalizó en 1971 (durante el gobierno de Salvador Allende), vía la Corporación Nacional del Cobre (Codelco). La dictadura militar no la abandonó –como hizo la Argentina con YPF–, pero reabrió el sector al capital externo (en 1979) y atrajo cientos de millones.
Hoy, mineras internacionales, como Anglo American, BHP Billiton, Phelps Dodge, Río Tinto o Xstrata, controlan casi la mitad del cobre chileno y Codelco funciona como empresa testigo, algo que ha desaparecido a este lado de los Andes. Si YPF aún lo fuera, cosas como la guerra entre Buenos Aires y Royal Dutch/Shell no sucederían. En 2006, Anglo y BHP obtuvieron 27 de sus ganancias operativas globales en Sudamérica, mayormente en Chile.
El perfil brasileño es muy distinto. Si bien nunca se nacionalizaron activos extranjeros, el gigante estatal Companhia Vale do Rio Doce (CVRD) pesa más que las multinacionales. En 1997 se la convirtió en sociedad de derecho privado, pero con privilegios de firma estatal: acceso preferencial a reservas, derechos mineros en todo el territorio y una red ferroportuaria para llevar la producción a los mercados. Opera como empresa testigo, igual que Petrobras en hidrocarburos (papel que puede terminar desempeñando en todo el Mercosur).
Esa posición fuerte les dificulta a Alcoa, Anglo American y BHP aprovechar oportunidades. No obstante, las tres invierten miles de millones en alúmina, bauxita, mineral de hierro y níquel. Como se ve no es necesario que un país desarme empresas estatales para atraer capitales externos.
Por el contrario, en Perú las multinacionales controlan la mayoría de activos en el sector. Mientras BHP, grupo México y Xstrata se centran en cinc, el resto lo hace en oro. Antiguamente, la estatal Centromín dominaba en cinc, pero ha privatizado la mayoría de sus actividades y éstas quedaron en manos de compañías peruanas.