Puede resultar irritante o frustrante para quienes pretender ejercitar el espíritu
crítico con la gestión económica de Néstor Kirchner
y de su equipo. En verdad, esta es la situación que sueñan tener
los opositores si les toca llega al poder.
Fruto de la casualidad, resultado de acontecimientos externos, o de la buena
muñeca gubernamental, el ritmo de crecimiento es impresionante, las buenas
noticias vienen en catarata y nada serio parece perturbar el horizonte económico.
Obviamente, se pueden señalar problemas potenciales que en algún
momento harán sentir su impacto, pero nada relevante como para descarrilar
en el corto plazo. Hay consenso en que la bonanza durará al menos dos
años más.
¿Será 2007 entonces un año aburrido? Depende de cómo
se lo mire. Pronto habrá negociaciones salariales y por tanto surgirán
los principales chisporroteos. Un aumento desproporcionado podría lograr
que el nivel de la inflación –celosamente custodiado–, se
salga de cauce.
El Gobierno no lo permitirá. Sabe que la clave del desafío está
en la resolución razonable de la puja distributiva. Al final, los aumentos
estarán en línea con lo que pretenden funcionarios y empresarios,
y no con lo que proclaman en voz alta los sindicatos.
La lucha contra la inflación también dejará huellas. Guillermo
Moreno llegará a las elecciones presidenciales de octubre agotado y con
su escudo como un colador. Pero será suficiente. Es casi inconcebible
que el oficialismo pierda los comicios.
Como decíamos hace 60 días (ver edición de diciembre, página
15): “Para los optimistas estamos ante circunstancias inéditas
de la economía nacional en, por lo menos, un siglo. Para los pesimistas,
estamos bailando en la cubierta del Titanic. Los más ponderados recomiendan
disfrutar del champagne, mientras dure.”
“Está la crisis energética, el tema de la carne, el precio
del trigo, el nivel del empleo, la presunta falta de inversión, los precios
reprimidos, el ritmo inflacionario. Son todos problemas ciertos, pero ninguno
de ellos tiene el potencial de descarrilar este tren en el futuro cercano.”
¿Cuáles son los indicadores que hay que observar para mantener
la calma?
El primero es el superávit fiscal, que ha sido y es relevante desde hace
cuatro años. También lo será durante 2007, y está
claro que la recaudación impositiva sigue su marcha ascendente.
El segundo es el superávit externo, que también se mantendrá
–aunque inferior al de este año– durante los próximos
doce meses. Todo indica que las exportaciones perforarán la barrera de
los US$ 50 mil millones.
El tercero es el patrón productivo, que parte de la ventaja que suponen
los buenos precios internacionales de nuestros productos básicos y pone
énfasis en una estrategia proindustria, que se consolida a partir del
esfuerzo deliberado por mantener un dólar alto.
El cuarto, finalmente, es la habilidad oficial para administrar la puja distributiva.
Un aumento salarial desmedido puede hacer que se dispare la inflación.
El modelo encuentra virtud en cierta dosis moderada de inflación, pero
este aspecto es también su Talón de Aquiles.
En las páginas que siguen se hace el minucioso relevamiento de cada una
de las variables macroeconómicas durante los doce meses pasados y se
avizoran las perspectivas para este año. El lector tendrá motivo
y ocasión para consultarlo con frecuencia a lo largo de los próximos
meses. M
Estrategia de desarrollo
Por Ariel Dvoskin Implica el diseño de un plan integral de largo plazo que involucre |