¿Hegemonía tecnológica o juego político?


    Se reunió durante la tercera semana de noviembre en Túnez, pequeño país del Maghreb (norte de Ãfrica) muy apto ironizaba The Economist- para el tipo de turismo preferido por burócratas y tecnócratas, habitués de las costosas tenidas de Naciones Unidas, la Organización Mundial de Comercio y otras entidades multilaterales.


    Por supuesto, nada ha hecho más por la libre información no necesariamente el conocimiento, solía apuntar Peter Drucker- que Internet. Su continua mutación (reinvención, como suele decirse), siempre imprevisible, la ubica a años luz del proyecto militar norteamericano que originara la Red en los años ´60 y explica, de paso, el papel de Washington en su administración. Las discusiones, empero, pudieron disimular un hecho objetivo: el éxito de Internet se debe a que es un espacio descentralizado, no regulado y casi sin contralores.


    Resulta curioso que algunas propuestas para quebrar la hegemonía estadounidense provengan de países China, por ejemplo- donde impera la censura y no hay libre debate de ideas.


    En verdad, un día antes la cumbre dependía de la disputa entre EE.UU., aliados circunstanciales y un bloque que auspiciaba pluralismo de gestión. A tal punto que el tema central del encuentro al cual los medios occidentales no le dieron casi espacio- quedó en segundo plano, aunque fuese nada menos que llegar a 2015 con 50% de la población en la web, contra el magro 14% actual.


    Al respecto, pocos recordaban una pregunta formulada hace tres años por William Gates: ¿Cómo universalizar la Red, o sea las computadoras conectadas, si la mitad del mundo carece de electricidad?. Podría apelarse a dispositivos portátiles múltiples, pero ¿cuánta gente, fuera de las economías centrales, puede pagarse un celular? En igual plano, la recién presentada PC a US$ 100 es inasequible para africanos o latinoamericanos que sobreviven con menos de tres dólares diarios.



    Cuestión de dominios



    Por eso, resultaba más fácil centrarse en Icann. Vale decir, la sigla de Internet Corporation for Assigned Names and Numbers (entidad para dominios en Internet), organismo privado que opera como contratista del gobierno estadounidense. Sin duda, coordinar ese sistema tiene enorme significación política. Por ejemplo, muchos países se escandalizaron cuando Icann estudiaba crear el sufijo .xxx para sitios pornográficos.


    Tal fue el cimbronazo que se ha suspendido su aplicación por tiempo indeterminado. A muchos regímenes, en efecto, los desvelan más el sexo explícito y las ideas heterodoxas que los niños muertos de inanición o el terrorismo mayorista.


    Varios países querían acabar con la gestión norteamericana y transferir facultades a un nuevo cuerpo bajo los auspicios de la ONU, vía Unión Internacional de Telecomunicaciones (UTT). China, Brasil y Arabia Saudita plantearon un foro intergubernamental con facultades para definir políticas en la Red. Ante semejante yuxtaposición de entes, cada cual con su carga de funcionarios viajeros, a EE.UU. no le costó reclutar apoyo para su tesis: ya sobran mecanismos técnicos y ejecutivos.


    Era un argumento de peso. En parte porque, si bien bajo la autoridad del departamento federal de Comercio, el directorio de Icann es multilateral. Además, funciona un comité asesor del gobierno. Las cuestiones técnicas y administrativas se discuten en público y, por cierto, Washington se ha abstenido de intervenir directamente. Ahora, según el compromiso de último momento, estos aspectos de gestión permanecerán como estaban.


    Desde hace tiempo, Washington sostiene que pasar el contralor de Internet a la ONU o a una agencia intergubernamental separada facilitará injerencias burocráticas, económicas y políticas capaces de frenar el desarrollo o la evolución que no son lo mismo- en la Red. Ante el disenso y sin aviso previo, en septiembre la Comisión Europea, sin retirar totalmente su apoyo a cambios en Icann, propuso un compromiso entre las posiciones opuestas.



    Suspiros y celulares



    Muchos emitieron suspiros de alivio. En el fondo, casi nadie quería desplazar a EE.UU. del sistema. Inclusive los propios europeos, poco dispuestos a que ganaran influencia gobiernos nada propicios a la libertad en el ciberespacio. Particularmente, China, Irán, gran parte del bloque islámico, el africano y según trasunta su acatamiento a presiones de Beijing-, Google, Yahoo y MSN. Esos países no permiten que sus habitantes sean contaminados por contenidos indeseables: sexo, ideas democráticas, pluralismo religioso, etc..


    La eventual participación de regímenes totalitarios, autoritarios y represivos en la supervisión de la Red sería un mal trago, aún para las ONG defensoras del ambiente o los derechos civiles. Todas ellas e innumerables grupos de disidentes tienen en Internet un instrumento indispensable para su propia subsistencia.


    Ya superados los roces en torno de Icann, la cumbre se dedicó a examinar medios para ir cerrando la brecha digital. Sin gran entusiasmo: había más gente recorriendo Cartago que trabajando en el temario. En buena medida, porque las ventajas del acceso a los pobres son dudosas y, en el mejor de los casos, los efectos serían marginales.


    Pero una cosa quedó clara: la difusión de telefonía móvil y asistentes digitales personales (ADP) podría ser la verdadera clave. Sobre todo si en vez de PC a US$ 100- se ofrecieran a los mercados periféricos ADP múltiples a bajo precio, no los más de US$ 1.500 que cuestan algunos juguetes de lujo.



    ¿Qué hay detrás?



    Sea como fuere, los disensos entre EE.UU. y la Unión Europea en torno de Icann reflejan juegos de poder centrados en la política exterior de Washington, no en la administración de Internet. Todavía en la cumbre de 1998, la CE ni siquiera soñaba con planteos como el reciente, porque el gobierno norteamericano de turno no era objeto como en la actualidad- de un creciente escepticismo.


    Dicho de otro modo, la procesión no va por el ciberespacio, sino por Irak, Latinoamérica y, de nuevo, China. Eso pudo comprobarse justo mientras concluía Túnez, cuando George W.Bush visitó Beijing. Por una parte, encontró clima denso. Por la otra, operadores informales del Pentágono lanzaban una campaña internacional de opinión, centrada en una hipotética y loca guerra EE.UU.-China. Eso teorizaba el polígrafo Robert Kaplan en varios medios occidentales, un día antes de cerrar la cumbre y con Bush rumbo al Reino del Medio.


    Volviendo a Icann, debe admitirse que desde su concepción- muchos expertos han pensado en construir un sistema no tan condicionado a los dominios de mayor jerarquía (DMJ). Eso no comporta tener dos o tres redes, sino un sistema de direcciones no sujeto a los DMJ. En tanto se lo coordine por vía multijerárquica, esa eventual reforma no surtiría efectos contraproducentes.


    Lo que casi nadie quiere es una ruptura entre el actual sistema único por DMJ, que genere varios sistemas. Ahí sí que habría conflictos reales en un contexto anárquico, expuesto a todo tipo de injerencias indeseables.


    Finalmente, los gobiernos remisos a una Internet sin cortapisas disponen de recursos para condicionarla, aun sin cooperación de los motores occidentales de búsqueda. Si, por ejemplo, China quiere censurar contenidos, la basta armar una lista de proveedores y bloquearlos vía sus servidores locales.