l martes 21 de junio, La Nación tituló en su sección Economía & Negocios: La soja y el maíz se cotizaron con fuertes subas en Chicago – El petróleo quedó cerca de los US$60. Con el dólar a $3, eran buenas noticias para la economía argentina. O, más bien, otra manifestación de la fortuna que acompañó al país durante meses. Los altos precios de las materias primas allegan dólares a la Argentina y vía retenciones permiten el superávit fiscal. Además, tienen un efecto positivo en otras áreas de la producción: fortalecen la demanda interna, elevan el nivel de actividad y crean empleo.
Los cereales
La nota de La Nación comenzaba así: Dios es argentino, exclamó ayer un operador después de repasar una y otra vez las importantes subas de los precios de los granos en la Bolsa de Chicago, escala previa a las pizarras del mercado nacional.
Las altas cotizaciones obedecían a causas bien definidas, y lo probable era que se mantuvieran o incrementaran. Los factores determinantes serían:
La sequía que ha afectado a las principales zonas cerealeras de Estados Unidos.
La previsible merma en la producción estadounidense de soja, consecuencia de la roya: la plaga que ataca al cultivo.
La nueva ley de energía de Estados Unidos, que estimula el agregado de biodiesel a los combustibles, lo cual elevará la demanda de maíz y soja.
El petróleo
Los precios del crudo han alcanzado niveles imprevistos. Nadie hubiese imaginado, hasta hace poco, que el barril pudiera llegar a los US$60.
Sin duda, los factores políticos han influido.
La inconclusa guerra en Irak afecta a una de las principales fuentes de abastecimiento. Otra, Irán, está ubicada en lo que el presidente Bush denomina el eje del mal. Por último, Venezuela que hasta ahora honró todos sus compromisos sugiere que podría regular sus exportaciones.
En el hemisferio norte, ya se teme una escasez de combustibles durante el próximo invierno.
Factores externos
Materias primas y bienes durables tienen, en el mercado mundial, una relación asimétrica.
Los precios de las materias primas están sujetos a grandes variaciones. Esto es así porque la oferta de productos primarios que depende de factores climáticos y políticos pasa de la escasez al exceso con suma facilidad. Cuando disminuye, las cotizaciones se disparan; cuando crece, las cotizaciones se deprimen.
Los precios de los bienes durables y la tecnología, en cambio, son más constantes. Pese a que la economía de escalas y la competencia hacen caer los precios unitarios, la innovación impone crecientes necesidades. Eso hace que el paquete industrial-tecnológico (es decir, la suma total de bienes durables y tecnologías que necesita una economía para desarrollarse) sea cada vez más caro.
Como consecuencia de tal asimetría, la economía que dependa de la exportación de productos primarios será necesariamente débil.
Cuando los precios de los productos sean altos, esa economía podrá financiar sus necesidades. Cuando esos precios caigan, la alternativa será: caída del PBI o deuda. O se importa menos bienes durables y tecnología (resintiendo la producción) o se mantiene el ritmo de importaciones mediante la obtención de créditos. A lo sumo, puede ensayarse una fórmula para minimizar la caída del producto y endeudarse lo menos posible; pero difícilmente estos remedios produzcan la salud deseada. Lo corriente es que una caída de los productos primarios produzca en los países que dependen de ellos una fuerte crisis.
A la inversa, el alza de las materias primas suele dar lugar a una euforia y optimismos injustificados. Es lo que estaría pasando hoy en la Argentina.
Organismos y expertos internacionales han destacado, en los últimos tiempos, que la Argentina vive una etapa de reactivación y creciente confianza, originada en factores externos aleatorios.
Desde el Gobierno se rechaza esta interpretación. Se dice que atribuir la recuperación argentina a la suerte es, cuanto menos, mezquino. Según voceros oficiales, invocar la buena fe es un recurso de malos perdedores; lo esgrimirían aquellos que apostaron al fracaso del canje y perdieron; los que se burlaban cuando decíamos que la Argentina no iba a ceder antes las exigencias del FMI; los que fueron incapaces de imaginarse el orden fiscal que hoy tiene el país.
Sin embargo, la discusión sobre el papel de la suerte en la economía no comenzó ahora.
Los ministros y la suerte
En enero de 1989 antes de la caída de Sourrouille, el colapso del gobierno de Alfonsín, la hiperinflación y el triunfo de Menem, Juan Carlos de Pablo dio, en la sede del Banco Mundial (en Washington), una conferencia titulada Macroeconomic adjustment and growth division.
En su exposición, De Pablo se preguntó: ¿Cuál es la importancia de la suerte en las políticas económicas exitosas?. Él mismo respondió: Los economistas que no tienen experiencia en la toma de decisiones se ríen cuando uno les hace esta pregunta, porque ellos creen que la suerte consiste en hacer los deberes. En cambio, la buena suerte aparece con mucha frecuencia cuando yo analizo experiencias pasadas con ex ministros de Economía, y no sólo en la Argentina. El mundo real es mucho más complejo que el más complejo de los modelos, y constantemente los acontecimientos de un país se ven influidos por factores exógenos. En esas circunstancias, los ex ministros coinciden en que la suerte es crucial.
El propio FMI reconoce que así es.
Good luck
Según el Fondo la suerte suele ser determinante de la estabilidad (o inestabilidad) de un país exportador de materias primas.
El organismo se ocupa de las estrategias antiinflacionarias, pero sus conclusiones van mucho más allá.
Dos expertos, A. Javier Hamann y Alessandro Pratti, trataron el tema en un documento del Fondo: Why Do Many Disinflations Fail? The Importance of Luck, Timing, and Political (IMF Working Paper 02/228). Luego volvieron sobre el tema en un artículo publicado en la revista del FMI: Beating Inflation, Finance & Development (junio de 2003).
Dicen Hamann y Pratti: Nosotros hemos encontrado que la suerte, las condiciones iniciales y las instituciones políticas eran los factores más importantes en el éxito de una política antiinflacionaria.
Al desarrollar el concepto, los expertos ejemplifican: Si un país está tratando de estabilizar precios y salarios, pero tiene la mala suerte de quedar expuesto a severos shocks externos (por ejemplo, una caída en la demanda de sus exportaciones), es probable que falle en su intento de estabilización. Un shock tal como un incremento en las tasas de interés de Estados Unidos hace peligrar a un país con una cuenta de capital abierta. Esta variable sigue siendo estadísticamente significativa, aun después de medir el impacto de otros factores, lo cual sugiere que los shocks externos tienen efectos más allá de las situaciones macroeconómicas internas.
Paradigma o fortuna
La Argentina, en los últimos dos años, no ha estado expuesta a ninguno de esos shocks.
Por el contrario, fue favorecida por las impresionantes alzas de los precios de la soja y el petróleo.
No sólo eso: se benefició de otros factores externos que también favorecieron a las economías de los otros países de la región. Los que no exportan soja ni petróleo también tuvieron motivos para celebrar.
De hecho, 2004 fue un año de notable crecimiento económico para toda América latina.
El fenómeno ha sido estudiado por Nouriel Roubini, el economista internacional que más conoce de economía argentina. Hace años que su Web page (ahora rebautizada Argemonitor y reforzada con un blog) ofrece noticias diarias sobre nuestro país, junto con estadísticas, documentos académicos y vínculos a otros sitios relevantes.
Profesor de la Stern School of Business, en la New York University (NYU), Roubini también es investigador del National Bureau of Economic Research, asesoró al ex presidente Clinton, fue consejero del Tesoro (hasta 2001) y consultor del FMI (hasta 2003).
En mayo, Roubini publicó un trabajo titulado América latina: ¿Un nuevo paradigma de crecimiento o la cíclica suerte externa?. Después de años de estancamiento, la región creció 5,8% en 2004. Eso ha alentado a algunos teóricos a predecir un nuevo paradigma de crecimiento, cuyas características serían: macroestabilización, reformas estructurales, gobiernos pragmáticos y buenas condiciones externas, elementos todos éstos que se influirían recíprocamente formando un círculo virtuoso. De tales elementos, sólo uno sería aleatorio: buenas condiciones externas, que esos teóricos señalan como importante pero no primordial.
Roubini recuerda: El principal defensor del nuevo paradigma es el sólido e influyente Mohamed El-Erian, director del mayor fondo de inversiones que se especializa en mercados emergentes. El-Erian, que antes ocupó altas posiciones en el FMI, fue el rival de Rodrigo Rato para el cargo de director gerente del Fondo. El nuevo paradigma fue presentado por El-Erian en una conferencia que se celebró en Miami, auspiciada por el BID y en presencia del titular del organismo, Enrique Iglesias. Sin embargo, el mismo El-Erian propuso que se discutiera si había en verdad un nuevo paradigma o, en cambio, estaba dándose otro ciclo favorable, debido a condiciones externas afortunadas.
Roubini reconoce que América latina ha realizado reformas estructurales (inconclusas) y ha girado de políticas insensatas a las que hoy proponen gobiernos moderados como los de Kirchner, Lagos o Lula.
No obstante, él cree que sería apresurado anunciar un nuevo paradigma. Los buenos resultados del último bienio han sido, en gran medida, efecto de circunstancias externas:
Por más inestable que sea un país, y flojas que sean sus políticas, es difícil tener problemas cuando la economía mundial registra el crecimiento más alto en décadas (2004), las tasas internacionales de interés están tan bajas (como lo estuvieron durante 2004 en Estados Unidos, Europa y Japón) y los precios de las materias primas siguen en alza. El propio El-Erian reconoce que América latina debe parte de su recuperación al crecimiento de Estados Unidos, la fuerte demanda china de materias primas y la liquidez global.
La lotería
El Gobierno tiene razón de quejarse cuando algunos críticos lamentan (o así parece) que hoy la Argentina tenga suerte.
En los períodos durante los cuales los precios de las materias estuvieron por el piso, y los intereses por las nubes, no se decía que el país era víctima de la mala fortuna. Se atribuían todas sus desventuras a la falta de decisión para aplicar las políticas recomendadas por organismos como el FMI.
Ahora, cuando las materias primas se revalúan y los intereses internacionales caen, los éxitos del país son desmerecidos, presentándolos como un mero resultado de la buena suerte.
Claro que, si cabe coincidir con el Gobierno respecto de los críticos de mala fe, también cabe reclamarle a las autoridades que no se engañen a sí mismas.
La recuperación económica ha sido impulsada, en efecto, por varios factores ajenos al Gobierno, ya fuera por preexistentes, por externos o por aleatorios:
1. El tipo de cambio. Al variar la relación peso/dólar (2002) se produjo un tsunami. Kirchner se ahorró la catástrofe y cuando asumió, ya con los vientos en calma, disfrutó de un peso más competitivo.
2. La suspensión de pagos. El default (2001) también desató tormentas. Kirchner se encontró con un país que había declarado la moratoria un año y medio antes, y que recién ahora acaba de reanudar los pagos. Eso le permitió acumular recursos que, de otro modo, se habrían perdido.
3. La soja. El efecto de los transgénicos que multiplicaron la producción y el precio que alcanzó la soja en el mercado mundial, nada tienen que ver con políticas del actual gobierno. Sin embargo, lo han favorecido.
4. El petróleo. También lo favoreció que la Argentina se haya convertido, antes de ahora, en un exportador de excedentes hidrocarburíferos. Esto, unido a los precios que el crudo alcanzó en el mundo, es parte de un pequeño maná.
5. Las retenciones. Impuestas por el gobierno anterior, no son fortuitas sino que obedecen a una decisión política. No obstante, sólo tienen valor porque los precios de los cereales y el petróleo alcanzaron niveles muy altos. De lo contrario, aplicar retenciones sería imposible o escasamente útil.
6. El crecimiento mundial. La expansión de la economía norteamericana fortalece la demanda mundial. Otro tanto ocurre con la irrupción de China en el mercado internacional, haciendo valer su formidable poder de compra.
7. La liquidez internacional. Si bien la Argentina no está en condiciones de acudir al mercado voluntario de crédito, el hecho de que exista liquidez internacional, y bajas tasas de interés, favorece la consolidación de la demanda.
No hay duda: Kirchner se sacó la lotería.
No es malo tener un presidente con suerte. Al contrario. Lo importante es saber qué hace tal presidente con el premio que se ganó. Si él sabe cómo invertir y multiplicar el dinero, el país saldrá beneficiado. Si él dilapida su fortuna sea por falta de planes, incapacidad administrativa o costosas aventuras políticas habrá inutilizado la buena suerte: una condición que no es suficiente, pero sí necesaria para gobernar.
Innovación y esfuerzo
La suerte en los negocios
El premio Empresario del Año, otorgado por la consultora internacional Ernst & Young, es el Oscar del mundo de los negocios. Sólo que no premia a los consagrados sino a las revelaciones.
Lo reciben mujeres y hombres que han empezado a amasar una fortuna a partir de la innovación y el esfuerzo. Entre los galardonados que se hicieron célebres está Ted Turner, el creador de CNN, que fue Empresario del Año a principios de los 80. En esa época, como recuerda Gregory K. Ericksen, de la propia Ernst & Young, mucha gente se mofaba de Turner: parecía ridículo que hubiera un canal de televisión transmitiendo noticias las 24 horas del día.
Uno no diría que el éxito de la CNN es producto de la buena suerte. Más bien, parece ser el resultado de la creatividad y perseverancia de su fundador.
Sin embargo, la propia Ernst & Young considera que la suerte juega un papel en los negocios. En un libro titulado Whats Luck Got to Do With It? (¿Qué tiene que ver la suerte con esto?), la consultora presenta a 12 galardonados que revelan los secretos detrás de su éxito.
Un sumario del libro anticipa: Usted leerá reveladoras historias acerca de los altibajos, puntos de inflexión, decisiones clave y marchas atrás de estos triunfadores, además de conocer el papel jugado por la coincidencia y la pura suerte.
Ésta es la lista de esos 12 emprendedores:
Ted Waitt | Gateway 2000
Comenzó hace 10 años, trabajando en el campo de su familia, en Iowa,
y ahora dirige una compañía que factura US$1.000 millones por año.
Jim McCann | 1-800-Flowers
Hizo, de una pequeña florería, el mayor delivery de flores del mundo.
Jim Koch | The Boston Beer
Fundó esta cervecería en 1984 y ya ha ganado más de
500 premios internacionales con su marca Samuel Adams.
Joanna Lau | LAU Technologies
Su compañía perdía US$7 millones y ahora gana US$56 millones.
Ely R. Callaway | Callaway Golf
Es un rey Midas que ha tenido desde industrias textiles hasta
clubes de golf.
Jack Stack | Springfield ReManufacturing (SRM)
Famoso por su libro El Gran Juego de los Negocios, a comienzos
de los 80 comenzó a rehacer piezas para automóviles y ahora
tiene una red de firmas que se dedican a refabricar piezas para
autos, tractores y máquinas agrícolas.
Fran Sussner Rodgers | Work/Family Directions
Organizó un sistema de asesoramiento y apoyo para reducir la
carga de trabajo, aumentar la eficiencia y la productividad de
individuos y empresas.
Gary Hirschberg | Stonyfield Farm
Comenzó en 1983 haciendo yogur orgánico. Hoy tiene más de 80
productos que incluyen: leche, yogur, cereales, alimentos para
niños, jugos y helados.
Todos ellos tienen un doble certificado: son orgánicos (en
ninguna etapa del proceso se usan productos químicos) y son kosher.
Pleasant T. Rowland | American Girl
De la nada, hizo un negocio de artículos para niñas (ropa, muñecas, libros), y poco después estaba facturando
US$250.000.
Steven J. Hamerslag | MTI Technology
Desarrolló un sistema para el almacenamiento de datos.
Fundó la empresa en 1987 y la dejó en 2000. El primer año
facturó US$2 millones y el tercer año US$200 millones.
Richard M. Schulze | Best Buy
Creó el sitio más importante del mundo para la venta de
aparatos electrónicos.
William Ungar | National Envelope
Llegó a Estados Unidos sin un penique. Hoy su fábrica
produce 160 millones diarios, desde los más comunes hasta
sobres para CD, tarjetas magnéticas o radiografías. No hay
especialidad que no cubra.
En todos esos casos, como en el de Turner, uno se siente tentado de preguntar: ¿Qué tiene que ver la suerte con esto?. Los 12 emprendedores se ganaron su lugar con ideas y trabajo.
Sin embargo, el azar jugó su papel.
Sólo dos ejemplos:
Todo por un tornado. En 1966, Schulze abrió Sound of Music, un negocio de discos, en St. Paul, Minnesota. Cuatro años más tarde, tenía nueve sucursales; pero en 1981 su casa central fue destruida por un tornado. Fue entonces cuando Schulze, quien quedó en una difícil situación financiera, decidió liquidar toda su colección de discos: venderlos todos a precios muy bajos para hacer dinero cuanto antes. Lanzó, para eso, una promoción: Tornado Sales. El resultado fue tan bueno que Schulze decidió repetirlo cada año, aunque no hubiesen soplado los vientos.
Ése fue el origen de Best Buy Co., que después se dedicó a la electrónica. Comenzó a crecer y con el advenimiento de Internet se dedicó a realizar, todo el tiempo, Tornado Sales de artefactos.
National Envelope Corp. La historia del judío alemán William Ungar es más dramática. Durante el delirio homicida del nazismo, perdió a su esposa, su hijo y más de 60 familiares. Enviado él mismo a un campo de exterminio, se salvó de la muerte gracias a dos cristianos polacos, que lo ayudaron a escaparse. Escondido en el sótano de su propio departamento que fue ocupado por oficiales de la Gestapo logró permanecer oculto hasta que llegaron lo aliados. Quien quiera saber cómo hizo debe leer su libro Destined to Live.
En 1946, Ungar llegó a Estados Unidos. Viajó gratis, en el primer barco fletado por traer sobrevivientes del Holocausto. No tenía un centavo.
La suerte quiso que consiguiera trabajo con F. L. Smithe, un fabricante de máquinas para hacer sobres. Tres años más tarde, Ungar compró tres de esas máquinas usadas y montó una fábrica de sobres. Hoy, su National Envelope Corp. tiene 20 subsidiarias y emplea a 5.000 personas. Él, por su parte, se ha convertido en un reconocido filántropo.
En el 2000, Ungar recibió la medalla de honor Ellis Island, instituida por el Congreso de Estados Unidos para honrar a los inmigrantes que hicieron importantes contribuciones a ese país.
El propio Ungar uno de los fundadores del US Holocaust Memorial Museum, de Washington afirma: El Holocausto me hizo más humano. Me hizo sentir la obligación moral de compensar todas las ayudas que recibí. A la vez, Estados Unidos despertó mi iniciativa y el primer trabajo que conseguí en este país me permitió abrirme un camino.
Las razones del optimismo
El crecimiento promedio en América latina fue de 5,8% en 2004, la tasa más alta en décadas. Los más optimistas ven este dato como una señal de que la región está entrando en un nuevo paradigma de alto crecimiento. Después de algunos años turbulentos, la estabilidad macroeconómica, las reformas estructurales, los nuevos gobiernos moderados y pragmáticos y las condiciones externas favorables, se combinan en un círculo virtuoso que llevará al crecimiento sostenido.
Los factores de fragilidad macroeconómica que generaron tantas crisis en el pasado parecen superados. Los países de la región tienen superávit en la cuenta corriente y están acumulando reservas, con lo cual no corren peligro de un frenazo súbito en los ingresos de capital, como sucedió después de las crisis de Asia y Rusia en 1998. A su vez, crecieron significativamente los superávit fiscales, permitiendo estabilizar las trayectorias de deuda. Los bancos centrales de la región también son más independientes, y la adopción generalizada del esquema de metas de inflación logró anclar las expectativas inflacionarias. En términos políticos, los gobiernos de centroizquierda de la región Ricardo Lagos en Chile, Néstor Kirchner en la Argentina, Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil y Tabaré Vázquez en Uruguay siguen el ejemplo de sus pares europeos, aplicando políticas fiscales y monetarias moderadas, en lugar de ceder a las tentaciones del populismo.
A su vez, la perspectiva de fuerte crecimiento en la economía mundial, la incorporación de China a la economía global, las bajas tasas de interés en los países centrales y los buenos precios de los commodities se conjugan en condiciones externas óptimas para el desarrollo de la región. Con el mundo en crecimiento dispuesto a comprar lo que América latina vende, y con mejoras en las políticas domésticas, la región y no sólo la Argentina estaría condenada al éxito, tornando contra todo pronóstico al ex presidente Eduardo Duhalde en un estadista visionario. Lo único que podrían temer Kirchner y el ministro de Economía, Roberto Lavagna, es que la esquiva fortuna cambie su cara.
La picadura de la abeja
Erik Durschmied nació en Viena, pero se hizo periodista en Canadá y como corresponsal de la CBS y la BBC cubrió las guerras internacionales y civiles más importantes de la segunda mitad del siglo XX.
Su voz se oyó en todo el mundo, relatando batallas sangrientas desde Vietnam, Irán, Irak y Afganistán; o resumiendo el delirio de Belfast o Beirut.
Nadie como él conoce la intimidad de esos conflictos armados.
En 1999, Durshcmied publicó el libro The Hinge Factor (Coronet Books, Londres), que no sólo se refiere a los episodios de los cuales fue testigo sino a la guerra a través de la historia.
Hinge significa bisagra, y el autor sostiene que, a menudo, el factor que hace girar una guerra, el que actúa como bisagra es la suerte.
Una de las batallas narradas por Durschmied es la que durante la primera guerra mundial libraron Alemania y Gran Bretaña en Tanga, Ãfrica oriental alemana (hoy Tanzania).
Tanga es un puerto sobre el Océano Ãndico.
A principios de la guerra, Gran Bretaña entonces dueña de India despachó desde Bombay un ejército de 8.000 indios, al mando del mayor general Arthur Aitken. Su objetivo era establecerse en Mombassa, cerca de Tanga (pero en Kenya, colonia británica) y desde allí intentar la captura de las posesiones alemanas.
Tanga estaba defendida por 800 askaris, o soldados de a pie (infantería nativa), al mando del coronel Paul von Lettow-Vorbeck.
La superioridad numérica del ejército de Aitken auguraba la victoria. Además, los 8.000 indios habían llegado en barcos, armados con cañones.
Aitken ordenó el desembarco y la captura de la ciudad.
Los askaris no sólo eran muy pocos sino que enseguida se quedaron sin balas, y tenían que luchar con bayonetas. Era la batalla de uno (desarmado) contra 10 (armados).
Sin embargo, un hecho fortuito determinó el triunfo de los askaris.
Los pantanos de la zona estaban poblados por árboles muertos, de cuyas ramas grises colgaban unas canastas ocupadas por unas gigantescas abejas.
El ruido de los fusiles alborotó las colmenas, y las balas destruyeron más de una.
Densas nubes de abejas salieron a atacar furiosamente a los invasores. ¿Por qué sólo a los invasores? ¿Cómo hacían las abejas para distinguir entre los indios y los askaris? Al parecer, por el olor de los cuerpos. Así como los perros pueden oler el miedo, las abejas habrían recibido, a través del olfato, una indicación que les permitió orientar su ataque.
Además, los askaris, habituados a comer la miel y protegerse de las picaduras, solían untarse la piel con una grasa que los indios no tenían.
Conviene, en este punto, cederle el relato a Durschmied:
Las abejas picaban, y picaban, y picaban. El pánico se extendió entre los indios, que se daban vuelta y huían, perseguidos por nubes de abejas irritadas. Uno puede imaginarse el espectáculo que se presentó a los ojos del general Aitken, quien desde su barco contemplaba a centenares de sus soldados, que emergían de los manglares sin sus rifles, agitando sus brazos como si fueran molinos de viento, y se arrojaban al mar.
Aitken se puso lívido ante la cobardía de sus tropas y ordenó el bombardeo naval de Tanga. La primera bomba cayó sobre el hospital local, lleno de heridos británicos. Las otras cayeron, casi todas, sobre sus propios hombres, que se batían en retirada.
Cuando el campo de batalla se aquietó y las abejas volvieron a sus colmenas, el recuento indicó que las bajas alemanas, entre muertos y heridos, sumaban 70: 15 europeos y 54 askaris. Del bando británico, había 800 muertos y otros tantos soldados heridos o desaparecidos.
¿Qué habría pasado si Aitken hubiese tenido éxito?:
El Ãfrica oriental alemana se habría convertido en la Tanganika Británica, y la parte africana de la guerra habría terminado en 1914.
¿Qué pasó gracias a las abejas?
Lettow-Vorbeck fue promovido a mayor general. Con las armas que los británicos dejaron en su huida, formó un nuevo regimiento. Ayudado por los generales sudafricanos Smuts y Van Deventer, inició operaciones que le permitieron consolidar posiciones alemanas en Ãfrica.
Los askaris pelearon hasta el último día de la Guerra, y sólo se rindieron el Día del Armisticio, en 1918.
Aitken, por su parte, fue degradado y dado de baja.
El factor bisagra, en Tanga, fue un enjambre de abejas enojadas, concluye Duschmied.
Si fue adversa para Aitken, en cambio la suerte jugó a favor del propio Duschmied. Como ha dicho Le Monde, él sobrevivió más batallas que ningún general viviente.
Sin heridas de guerra, se retiró y compró dos casas: una en París, para vivir gozando de la ciudad luz; la otra en Provenza, para escribir libros como The Hinge Factor.
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