Todo eso, más inestabilidad laboral, deterioro de planes jubilatorios
e hipotecas, basta y sobra para enfermar a la gente. Y así ocurre.
Varias investigaciones, en las últimas semanas, revelan que el estrés laboral
o profesional -no el de los ejecutivos, que tienen sus necesidades satisfechas-
tiene impacto mensurable en la salud de los empleados.
Por extensión, en la productividad y los resultados de las empresas.
Este tipo de costos significa, sólo en Estados Unidos, más de US$ 300.000
millones anuales en atención médica, inasistencias y producción.
El personal que se enferma representa gastos médicos 46% superiores al promedio
general (US$ 600 por año y empleado).
Los norteamericanos no son únicos en materia de neurosis causadas por crecientes
exigencias laborales.
En la Unión Europea, las compañías están recortando vacaciones otrora generosas
y aumentando horas trabajadas.
67%
deuda, no petróleo
Mientras los crudos pasan de US$ 40 el barril, los expertos se consuelan porque
la economía norteamericana -donde los servicios aportan 67% del pbi- ya no es
tan adicta a combustibles. Pero sí lo es, en grado sumo, al endeudamiento.