Reorganización: expectativas y peligros

    Peter Cappelli, director de Recursos Humanos de Wharton.
    Las reorganizaciones frecuentes son como los médicos que tratan a sus
    pacientes con antibióticos. La medicación funciona en el momento,
    pero, a largo plazo, puede hacer daño. El permanente movimiento que provocan
    esas reorganizaciones genera costos y provoca suspicacias sobre por qué
    se hacen.
    Algo que se suele ignorar es el costo humano de una reorganización. Si
    un líder no se toma el tiempo necesario para explicar por qué
    se realiza, cuál es su objetivo o de qué forma cambiará
    el trabajo de las personas involucradas, los empleados sienten que pierden identidad
    y se confunden dentro del grupo. Eso provoca ansiedad e incertidumbre.
    En la actualidad, las empresas reorganizan de forma tal que las personas se
    sienten amenazadas. Los empleados, hoy, pueden perder jerarquía o hasta
    el mismo puesto de trabajo. Éstas son algunas de las consecuencias negativas
    de la forma en que operan hoy las empresas: sin mucha inclinación por
    proteger a sus empleados”.

    John Paul MacDuffie, codirector del Centro de política gerencial,
    estrategia y organización del Wharton College.

    La clave está en decidir cuál es la estrategia correcta para la
    compañía. Un trazado de estrategia hecho a las apuradas puede
    terminar en una simple movida de piezas con consecuencias insospechadas. La
    estrategia debe surgir orgánicamente de un análisis de las capacidades
    de la compañía para llevarla a cabo.
    Cualquiera sea el método que tome la reorganización, ésta
    debe ser mucho más que simbólica. Cambiar la estructura de una
    empresa –como quién está bajo las órdenes de quién–
    no va a lograr mucho y puede ser muy molesto. Una reorganización tiene
    que proponerse algo mayor, como cambiar la cultura, los incentivos y los valores
    de una organización, y tratar de que la gente cambie su manera de comportarse.


    Nathaniel Foote, consultor del Center for Organizational Fitness en Waltham,
    Massachussets.

    Hay que ocuparse más de los procesos que de la estructura. La estructura
    es sólo una dimensión de la organización. Dentro de la
    estructura existente se pueden cambiar los incentivos de la gente o adoptar
    nuevos sistemas de información y procesos de producción. Para
    hacer todo lo anterior no se necesita reestructurar sino trabajar para mejorar
    rendimientos.
    Además, las reorganizaciones hacen perder conocimiento. Si un solo empleado
    deja la compañía, por la puerta se va todo el conocimiento que
    esa persona adquirió dentro de la empresa. Una reorganización
    significa que, colectivamente, todos tienen que cambiar. De modo que también
    se pierde el conocimiento de cómo trabajar juntos. Ese conocimiento tiene
    que ser reconstruido, especialmente en empresas que dependen de la capacidad
    de la gente para trabajar en conjunto, en forma horizontal y no vertical.

    Michael Useem, director del centro de liderazgo y gestión del
    cambio de Wharton.

    Las reorganizaciones suelen ser difíciles en parte porque atentan contra
    actitudes culturales profundamente enraizadas en la compañía.
    Una manera de superar esa barrera es llegar al corazón de los empleados.
    Otra es tomar una cantidad increíble de medidas tácticas, tales
    como contratar gente nueva previo compromiso con el nuevo modelo o diseño,
    despedir a algunos empleados clave que se convierten en obstáculos, repetir
    una y mil veces por qué y de qué manera las cosas van a ser diferentes.
    Después de seis meses los empleados comienzan a darse cuenta de que la
    compañía emprende esos cambios con verdadera seriedad. M