Minas argentinas

    “El primer proyecto de desarrollo minero con visión nacional fue
    sarmientino”. La frase es del secretario de Minería de la Nación,
    Jorge Mayoral, quien agrega que “en 1865 Sarmiento planteaba desarrollar
    las minas del Tontal para extraer plata, para acuñar una moneda, para
    institucionalizar un país. Una visión modernísima”.
    De esta forma, Mayoral busca de algún modo dar fundamento a la jerarquización
    del área minera (de Subsecretaría a Secretaría) dentro
    de la estructura político administrativa nacional.
    Hombre de confianza del senador justicialista José Luis Gioja, Mayoral
    estuvo al frente de la Subsecretaría de Minería durante todo el
    período en el que Eduardo Duhalde estuvo a cargo del gobierno nacional.
    En mayo de este año, con la llegada de Néstor Kirchner a la presidencia
    de la nación, el funcionario fue confirmado en el cargo y se convirtió
    en el secretario del área. En el ambiente no son pocos quienes aseguran
    que recibieron con verdadera sorpresa la noticia. Por su parte, Mayoral admite
    que todavía está “aprendiendo” a moverse en la política,
    un mundo al que arribó recién en enero del año pasado.
    Por otro lado, los distintos referentes aseguran que, en el sector, todos recibieron
    con satisfacción y esperanza la elevación del estatus del área.
    La medida fue interpretada como una definición importante y positiva
    respecto de la relevancia del campo minero y como posible preámbulo para
    el diseño de nuevas políticas.
    A pesar de la relevancia que, según Mayoral, Sarmiento daba a la minería,
    recién fue en la última década cuando se advirtió
    una saludable evolución en la administración sectorial, en el
    sentido de que el marco normativo y los ejes de política generados durante
    los ’90 resultaron adecuados y suficientes para dinamizar el proceso de
    inversión y la puesta en marcha de nuevos proyectos mineros. En concreto,
    la política minera ganó el estatus de política de Estado.
    No obstante, la realidad es que el proceso de inversión se redujo sustancialmente
    y, en concreto, en los últimos diez años sólo se han puesto
    en marcha cuatro grandes yacimientos: Alumbrera (de oro y cobre, en Catamarca),
    Cerro Vanguardia (de oro y plata, en Santa Cruz), Mina Fénix (de litio,
    en Catamarca) y, en poco tiempo, Veladero (de oro y plata, en San Juan), cuando
    son varios más los que han demostrado tener reservas suficientes para
    su puesta en funcionamiento. El quinto proyecto, en Esquel (de oro, en Chubut),
    está paralizado en medio de un singular conflicto entre el gobierno provincial,
    la empresa concesionaria y la comunidad.
    Los motivos de la relativa pérdida de protagonismo del sector son varios.
    Entre otros, se cuentan el de haber diluido la presencia argentina en el exterior
    y cierta pasividad para enfrentar los nuevos desafíos de la industria.
    También se destaca la falta de una política adecuada para enfrentar
    la complejidad de la cuestión ambiental y, desde la devaluación,
    la ausencia de un programa adecuado para capitalizar las ventajas para las pequeñas
    y medianas empresas mineras.
    Sin embargo, el nombramiento de Julio De Vido al frente del Ministerio de Planificación
    Federal, uno de los de mayor importancia en el gabinete presidencial, ilusiona
    a muchos en el sector. Sucede que en Santa Cruz, y particularmente durante la
    gestión de De Vido como ministro de Gobierno, algunos aspectos de la
    política minera provincial, se desarrollaron con criterios claramente
    diferenciados respecto de la política nacional. La empresa provincial
    Formicruz, por ejemplo, desarrolló políticas mucho más
    activas que las usuales y el Estado provincial tuvo un gran protagonismo como
    promotor del desarrollo, no sólo de minerales metalíferos sino
    también en el campo de las rocas ornamentales o de aplicación
    (para la industria de la construcción, pórfiros en este caso)
    y minerales industriales (cales y arcillas, entre otros).

    En los ’90, el take off

    A diferencia de diversos sectores industriales, la minería tuvo en la
    década de los ’90 un impulso como nunca había tenido en su
    historia. Hasta entonces, en el contexto de una economía cerrada, el
    escenario macroeconómico le era adverso, el marco legal precario, el
    ambiental inadecuado, la información existente era muy limitada y el
    riesgo para la inversión privada resultaba muy alto.
    En los primeros años de la década pasada se definió un
    nuevo marco jurídico, se fortalecieron los organismos institucionales
    de referencia (el Consejo Federal Minero, las direcciones provinciales de minería
    y el Servicio Geológico Minero Argentino, por ejemplo), se puso en marcha
    el Programa de Apoyo al Sector Minero Argentino (o Pasma) y se firmó
    un tratado de integración minera con Chile, cuyo objetivo es implementar
    la aplicación del principio de tratamiento nacional, para facilitar la
    exploración y explotación de recursos mineros en zonas cordilleranas
    sin restricciones.
    Los principales resultados de esas decisiones se advirtieron con claridad rápidamente.
    Por ejemplo, la inversión acumulada en la actividad minera exploratoria
    entre 1992 y 2000 ascendió a US$ 713 millones. A su vez, el valor bruto
    de la producción creció más de 250% entre 1992 y 2000,
    puesto que pasó de US$ 438 millones a US$ 1.103 millones, teniendo su
    pico en 1999, cuando trepó a US$ 1.150 millones. Las exportaciones, en
    tanto, pasaron de US$ 17 millones en 1992 a US$ 708 millones en 2000. En 1999
    se registró el punto más alto: ascendieron a US$ 775 millones.
    En la actualidad, la actividad minera representa en la Argentina algo más
    de 0,4% del PBI y el valor bruto de la producción ascendió a US$
    849 millones el año pasado. Para el presente trienio se proyecta una
    producción de US$ 870 millones para el año en curso, US$ 918 millones
    para el próximo y, si se cumplen las expectativas de inversión
    previstas, US$ 1.508 millones para 2005.

    ¿Cuántos son los recursos geológicos?

    Hace apenas un año, de los 2,8 millones de kilómetros cuadrados
    de superficie continental de la Argentina, sólo se había explorado
    20%. En ese porcentaje de áreas estudiadas hay reservas medidas de alrededor
    de US$ 60.000 millones de metales sin explotar. La movilización de estos
    recursos requiere una inversión del orden de US$ 5.000 millones. Sin
    embargo, en el mes de octubre se pondrá en funcionamiento el proyecto
    minero de mayor importancia (el de Veladero), que prevé una inversión
    de US$ 425 millones, apenas 7% del potencial. El emprendimiento, en el que se
    extraerá oro y plata, estima una facturación anual que alcanzaría
    los US$ 150 millones por un período de 15 años.

    El mito dice que la Argentina tiene muchos recursos. De hecho, el Servicio Geológico
    Minero Argentino (o Segemar), organismo descentralizado de la Secretaría
    de Minería, tiene la responsabilidad de generar la información
    necesaria para cuantificar los recursos nacionales y promover su aprovechamiento.
    Así, informa respecto de las áreas potenciales y efectúa
    estudios que podrían catalogarse como de preinversión. Entre ellos,
    releva la geología y la metalogenia del territorio nacional.
    Sin embargo, es imprescindible explorar para tener la certeza y cuantificación
    económica, tarea que llevan adelante las empresas privadas. “Nosotros
    pensamos que tenemos muchos recursos, pero se sabe una vez que se explora”,
    enfatiza Liliana Tassile, secretaria ejecutiva del Consejo Federal Minero (o
    Cofemin). Y agrega que, en poco tiempo, debería salir un decreto muy
    importante para la actividad en ese sentido, ya que reglamenta una modificación
    a la ley de inversiones mineras que extiende a las empresas exploratorias los
    beneficios que hasta ahora sólo tienen aquellas que se dedican a la explotación.
    Tassile confía en que la nueva reglamentación volverá a
    despertar el interés de las empresas exploratorias –conocidas en
    el sector como junior– que, entre 1997 y 1998, tuvo su pico en la Argentina,
    cuando alrededor de 80 compañías extranjeras hicieron pie en el
    país para realizar exploraciones.

    Reglas claras

    Entre otros beneficios, la ley de inversiones mineras prevé estabilidad
    tributaria, equipos a precios internacionales, regalías de hasta 3%,
    una previsión de hasta 5% de ganancias para la protección ambiental
    y propicia la inversión de riesgo.
    Para el director nacional de Minería, Miguel Ángel Guerrero, que
    lleva más de 30 años en el sector, “la ley de promoción
    minera –anterior a la que está en vigencia, que es la de inversiones–
    fue seguramente uno de los instrumentos más favorables para incentivar
    a un sector de la economía. Sin embargo, el resultado fue que entre créditos
    fiscales y el fondo de promoción, el Estado resignó más
    de US$ 500 millones y, en concreto, casi no se pusieron minas en marcha. Medida
    en resultados, fue una iniciativa completamente frustrante”.

    En cambio, la ley actual resultó para Guerrero, y en esto coinciden casi
    todos los referentes consultados, “una verdadera ley de inversiones, porque
    ubicó el desarrollo del sector a partir de las necesidades que tienen
    las empresas”. Como la duración de los emprendimientos mineros puede
    extenderse por mucho tiempo (desde las exploraciones hasta la generación
    de ingresos pueden pasar hasta 15 años), las empresas realizan un estudio
    muy minucioso del marco jurídico y tributario antes de comprometerse
    con el proyecto. En ese sentido, la ley de inversiones actual garantiza una
    estabilidad tributaria de 30 años desde el momento en el que cede un
    yacimiento. “Así, quien se involucre en un proyecto minero gozará
    de las leyes al momento del acuerdo y por tres décadas, aun si las reglas
    cambian al día siguiente”, resume Guerrero.

    Políticas activas

    Además de la seguridad jurídica, el sector privado reclama una
    “señal clara por parte del gobierno nacional sobre la política
    minera”. El pedido lo hace por medio del ingeniero Jorge Fillol Casas,
    presidente de la Cámara Argentina de Empresarios Mineros (o Caem), quien
    además estima que “hasta el año 2010, y sólo desarrollándose
    los proyectos conocidos, se requerirá una inversión de entre US$
    4.000 y 5.000 millones y las exportaciones podrían llegar a los US$ 2.500
    millones”.
    Para Mayoral, la generación de políticas activas da lugar a los
    dos últimos puntos de los cinco que constituyen el “ideario básico”
    que guía a la Secretaría de Minería en esta nueva etapa.
    Los otros tres consisten en, primero, la reivindicación del sector minero
    como política de Estado; luego, la generación de escenarios jurídicos
    estables que hagan previsible el modelo de inversión; y, en tercer lugar,
    la reivindicación del modelo productivo nacional minero.
    El cuarto punto estaría dado por la “generación de políticas
    activas en el marco de lo regional, ya que la integración con los países
    vecinos va a facilitar el desarrollo del sector de esta parte del continente”,
    continúa Mayoral. Según datos de Metals Economics Group sobre
    el total de inversiones proyectado en todo el mundo para el quinquenio 2003-2007,
    estimado en US$ 48.489 millones, 41% se harán en América latina
    y el Caribe. En segundo lugar, bastante más atrás, se encuentra
    Asia donde se prevé 21% de las inversiones, y luego Oceanía, 15%.
    En tanto, el último punto del ideario básico consiste en “generar
    políticas para tratar las problemáticas sofisticadas que cuestionan
    la producción, abordándolas activamente, con instrumentos que
    permitan relaciones amigables entre el sector productivo y la comunidad, el
    sector productivo y el medio ambiente”, explica Mayoral. En relación
    con el medio ambiente afirma, además, que la minería ha sido la
    primera actividad productiva que hizo suyo el cuidado ambiental, cuando lo incorporó
    al código que la reglamenta.
    El funcionario remarca además, en relación con los cinco puntos
    de su ideario, que en la actualidad existe “un escenario macroeconómico
    favorable para sustentar la puesta en marcha del sistema productivo, que tiene
    que ver con dos visiones: la de llevar adelante un modelo de sustitución
    de importaciones y, por otro lado, la de hacer realidad la generación
    y desarrollo de mercados externos”.
    No obstante, Mayoral señala que, atado a estas visiones, uno de los desafíos
    más inmediatos es la recomposición de los créditos. Y en
    ese sentido es que la Secretaría está trabajando en la actualidad
    con el Banco Nación y el Bice, con el propósito de poner al sector
    “en la órbita de quienes manejan los instrumentos financieros”.
    Según el secretario, la Argentina “ha sustentado su desarrollo económico
    y social en torno de las expectativas que generó siempre la pampa húmeda,
    mientras que otros sectores como el minero, en teoría más pequeños
    o marginales en términos geográficos, nunca han sido contemplados
    por políticas activas ciertas y por las herramientas financieras”.
    “Nuestro objetivo es redefinir esos escenarios, por eso salimos a plantear,
    con humildad, cuáles son las expectativas que abriga el sector, porque
    la tradición dice que sólo hay minería a partir de proyectos
    de US$ 1.000 millones, pero en la realidad eso no es así”, redondea.
    Por el contrario, para Mayoral “hay un talle de proyecto a la medida de
    la capacidad financiera del jugador de turno”. Según datos de la
    Dirección General de Minería, la participación de las Pymes
    en el valor de la producción minera ronda 46%. M

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    saber más?

    En el sitio de MERCADO, podrá acceder al siguiente documento vinculado
    con el tema. “Planes indefinidos. La revitalización en el sector
    de la construcción reactivó la actividad”.
    http://mercado.com.ar/mercado/vercanal_nota.asp?id=310378