Hay datos y cifras frías que indican que en 2000 la Argentina, Paraguay, Uruguay
y Brasil tenían, en conjunto, un Producto Bruto Interno de US$ 914.200 millones,
guarismo que ganaba envergadura por el gigante brasileño. El sitio oficial del
Mercosur consigna, además, que con los estados asociados de Chile y Bolivia,
ese PBI rondaba los US$ 992.200 millones; que el intercambio comercial de los
cuatro países alcanzaba los US$ 174.500 millones, que se convertían en US$ 212.600
millones si se sumaban chilenos y bolivianos. Las cifras, por supuesto, sufrieron
variaciones luego de que la Argentina comenzara a desbarrancarse a partir de
2001 y de la crisis mundial que afectó a la región en el último año. Según datos
del Indec, el año pasado el país exportó a las otras tres naciones del bloque
por US$ 7.448 millones, e importó por un valor de US$ 5.909,5 millones, con
un saldo favorable de US$ 1.538,5 millones. Entre enero y julio de 2002, siempre
según el Indec, la Argentina exportó a Brasil US$ 2.941,6 millones e importó
de ese país por un valor de US$ 1.328,3 millones. En el mismo período vendió
a Uruguay por US$ 318,4 millones e importó por US$ 78,7 millones. Y sus exportaciones
a Paraguay, en ese lapso, fueron de US$ 199,4 millones, mientras que las importaciones
ascendieron a US$ 147,2 millones. Más allá de lo que representa hoy esta radiografía
del Mercosur, cabe preguntarse cuál es su rumbo y cómo puede consolidarse en
un mundo en el que el gobierno republicano de Estados Unidos gana preponderancia,
fortalecido por el último triunfo electoral, por la reformulación del Consenso
de Washington [ver nota de página 18] y por los vientos de guerra preventiva
o no que provienen de la capital norteamericana.
Plataforma y polo de poder
Juan José Llach fue ministro de Educación de la Nación y es director de Economía
del IAE la escuela de Dirección y Negocios de la Universidad Austral y titular
del Estudio Economía y Sociedad. Para el economista y sociólogo, en el rumbo
económico del Mercosur hay luces y sombras. Entre las primeras, afirma, la más
importante alumbra desde Brasil. Y se llama Lula. “Es un hombre pro-Mercosur,
por llamarlo de alguna manera. La idea imperial, en el buen sentido, que tiene
Brasil de construir un polo de poder, no digo que permita competir con Estados
Unidos, pero puede hacer posible una negociación desde posiciones más fuertes
con vistas a la puesta en marcha del Alca. Y eso es favorable para la Argentina”.
Para Beatriz Nofal, como ex subsecretaria de Industria y Comercio Exterior de
la Nación en los ´80, cuando el Mercosur comenzó a gestarse, los cambios en
Brasil influyen en el mercado común y en la Argentina. Hoy presidenta de Eco-Axis,
Nofal cree que hay que aguardar a las políticas que Lula establezca con su equipo
de gobierno y las formule para Brasil. “Aún no las conocemos pero, por su discurso
de campaña, sabemos que Lula ha señalado la importancia estratégica del Mercosur
y la voluntad de fortalecerlo”, dice Nofal y se muestra optimista. “Eso es bueno
para la Argentina, porque el Mercosur es la mejor alianza estratégica que tenemos
para apuntalar nuestra inserción en la globalización”. Según explica, el beneficio
aumenta porque Brasil es el principal mercado de las exportaciones nativas.
“Si crece, crecen nuestras exportaciones a ese mercado, se fortalece el bloque
y, si se eliminan barreras de acceso, se reflejará en el crecimiento de las
exportaciones”. Por su parte, Jorge Forteza, vicepresidente senior de Booz Allen
& Hamilton se refiere al rumbo del bloque y cree que el Mercosur es una herramienta
útil “porque cuando se suman los mercados internos de la Argentina, Brasil y
del resto de los socios, finalmente empezamos a construir un mercado que tiene
un cierto tamaño”. Lejos de considerarlo un reducto cerrado, Forteza asegura
que no quiere al Mercosur para que la Argentina se refugie en él porque, aclara,
aunque sea más o menos comparable al tamaño de la economía de España, en el
ámbito mundial sigue siendo relativamente chico.
Para el alto ejecutivo de Booz Allen, el concepto pasa por recuperar la posibilidad
de que el bloque sea una plataforma, “como para que nuestras empresas logren
mayor escala y competitividad, sirviendo a ese mercado interno ampliado. Pero,
además, sirve para que también tengan que salir al mundo y logren ser más competitivas”.
Y aclara que el objetivo es conseguir que la del Mercosur pase a ser una economía
más abierta, mientras hoy, tanto la brasileña como la argentina, son cerradas.
Luis Pagani, presidente del grupo Arcor, casi un sinónimo de multinacional argentina,
habla del rumbo del Mercosur, se refiere a la llegada de Lula a la presidencia
de Brasil y comenta que el bloque surgió por una iniciativa de empresarios privados.
“Si se observa lo sucedido en los 11 años que transcurrieron desde su puesta
en marcha diría que, en general, fue un buen negocio para la Argentina, porque
la balanza comercial de intercambio entre Brasil y nuestro país, muestra que
nos ha sido favorable”, dice el máximo ejecutivo de la compañía que en 2001
tuvo ventas por $ 1.070 millones.
Y asegura que el mejor mercado que tienen las pequeñas y medianas empresas es
el de 170 millones de brasileños que están a dos horas de avión. Pagani subraya
que los vecinos “forman un mercado potencial en el que 50% de la población consume
y otro 50% tiene posibilidades de consumir; al menos, ésa es la expectativa
que se abre con el futuro presidente Lula”. El empresario opina que, con Brasil
como socio, aumenta la fuerza para negociar con la potencia número uno del mundo.
En coincidencia con Nofal, agrega que, por los indicios que Lula ha mostrado,
el primer mandatario brasileño le dará impulso al mercado regional. El titular
de Arcor observa el costado político: “El Mercosur, independientemente del punto
de vista comercial, da una base sólida para expandirse en el mundo. Y ha consolidado
un sistema democrático en la región”. Todo parece confluir en las ventajas de
la unión entre la Argentina y Brasil. Sin embargo, en el 38º Coloquio de Idea
(Instituto para el Desarrollo Empresarial de la Argentina) realizado en noviembre
en Mar del Plata, Sebastián Edwards, profesor de Economía Internacional de la
Ucla y profesor visitante de IAE-Universidad Austral, plantea su disidencia
y sostiene que la Argentina debe salir del Mercosur. “Asociarse con Brasil fue
una pésima idea”, afirma tajante. “Debe dejar dormir el Mercosur por un tiempo.
Sé que esto que digo no gusta”, acierta, destacando que el bloque comercial
es una mala idea si se la compara con otra opción. Según Edwards, si la Argentina
se hubiese abierto al mundo de manera más amplia, más allá del mercado común,
no estaría en esta situación. “El vínculo entre la Argentina y el Mercosur hace
al país muy poco abierto al mundo. La relación entre sus exportaciones y el
PBI es de algo menos que 10%”, dispara el economista chileno, al tiempo que
fogonea su idea al definir a Brasil como un país inestable. “Además, es extraordinariamente
proteccionista, con muchas regulaciones”. José Botafogo Gonçalves, embajador
brasileño en Buenos Aires, se encarga de contestarle [ver entrevista en página
14].
El nervio de la guerra
Si bien no soporta la depresión del Cono Sur, Estados Unidos ha abandonado,
por el momento, su rol de locomotora económica mundial. Y arrastra a Alemania
y Japón, los dos actores que suelen seguirlo en el empuje global. Mientras tanto,
el Alca (Ãrea de Libre Comercio para las Américas) avanza hacia su concreción
en 2005 y abre otro juego en el tablero continental. “Con recesión habrá más
chances de que Estados Unidos vuelva a dar prioridad al Alca”, dice Llach. Y
subraya que, claramente, la prioridad del país del norte es extender su frontera
integrando a América Central, el Caribe y Chile. Para el economista, la etapa
siguiente, la del Alca en toda su magnitud, será más lenta. Según Nofal, el
Alca es, por ahora, un proyecto en el que se está negociando. “La idea es que
se termine de negociar en 2005 y que a partir de 2006 comience la desgravación
progresiva de aranceles que llevará de 10 a 15 años”. En este sentido, Forteza
afirma que se debe negociar en función del interés nacional. “Hay naciones más
poderosas, pero la Argentina es la nuestra y tenemos que defender nuestros intereses”,
dice el vicepresidente de Booz Allen & Hamilton. El directivo cree que Brasil
también se encuentra frente a ese tipo de disyuntivas. “Si logramos llegar a
una agenda compartida entre Brasil y la Argentina, nos irá mejor. Tendremos
más posibilidades de negociación y de defender nuestras posiciones con dignidad
y lograr, como en toda discusión, avances y conquistas que permitan llevar adelante
el proyecto de desarrollo que queremos para los dos países”. Con respecto a
las relaciones entre el Mercosur y otros bloques, Pagani afirma que el Alca
y la Unión Europea ya deben ser materia de negociación para el mercado regional
porque 2005 no está lejos. El máximo ejecutivo de Arcor sostiene que los argentinos
deben ser muy inteligentes en esta negociación, al tiempo que revisa la política
económica llevada a cabo en la década pasada. “Estamos pidiendo un acuerdo financiero
con el FMI, pero también hay que reparar algún error de la década de los ´90,
como haber abierto indiscriminadamente nuestro mercado a cambio de nada. Los
dos extremos son malos. Porque ser ingenuos y ultracerrados tampoco construye
nada”.
La madre de todas las batallas
Al referirse a Estados Unidos y su poder, América latina y el Mercosur, Llach
asegura que el fortalecimiento de Bush no es bueno para el subcontinente porque,
hasta ahora, su política en ese terreno ha sido muy distinta a la de Bill Clinton,
“y muy negativa”, según explica el economista. “No descarto que la política
económica de Estados Unidos vaya a cambiar en el futuro ya que su economía tiene
problemas muy serios. Todavía no lo ha hecho, pero puede entrar en recesión.
Y ese fenómeno en Estados Unidos tiene un efecto tremendo, porque todos recuerdan
la depresión de los años ´30. Eso puede derrumbar cualquier esquema”, asegura.
Para Llach, si la economía norteamericana entra en recesión, los estadounidenses
revisarán muchas cosas. Una de ellas sería el modo de aproximarse a los problemas.
“Si Brasil tuviera inconvenientes con su deuda, se crea un problema muy grave
para Estados Unidos. Y en caso de recesión, no descarto que pueda haber algún
cambio en la segunda parte del mandato de Bush”. Al Mercosur y a la coyuntura
económica de Estados Unidos, Nofal agrega el significado del comercio exterior
y el financiamiento externo. La presidenta de Eco-Axis dice que con Estados
Unidos en recesión se afectan las exportaciones de la región. “Si el mundo desarrollado
está en recesión habrá menos liquidez para los países emergentes”. La ex funcionaria
explica que un escenario externo más favorable debería incluir a un mundo desarrollado
vibrante en materia de crecimiento económico. “No es el escenario que enfrentamos
con Estados Unidos en recesión y con la Unión Europea en una situación cuasirrecesiva”.
Es el momento en que empieza a jugar la guerra preventiva para reactivar la
economía estadounidense. Horst Köhler, titular del FMI, a mediados de septiembre,
explicaba que una guerra corta entre Estados Unidos e Irak podría tener un efecto
reactivador sobre la economía mundial. Juan José Llach no está de acuerdo con
el director del organismo multilateral: “Sinceramente, no lo creo. Las dificultades
de la economía estadounidense son más profundas. Hay un problema de sobreinversión,
de alto endeudamiento, y va a tener que tomarse las cosas en serio. La prueba
está en que la tasa de interés bajó 0,5%, cosa que sorprendió a muchos porque
es un camino muy peligroso”.
El necesario Maastricht
El ex ministro de Educación se refirió a las luces que llegaban desde Brasil,
con Lula y su empuje al Mercosur. Pero Llach también hizo mención a las som
bras, a las que vuelve con un punto que considera vital para el bloque regional.
“Desde 1996 estoy proponiendo, para el Mercosur, un acuerdo similar al Tratado
de Maastricht”. El director de Economía del IAE compara a la Argentina y Brasil
con un matrimonio que, como cualquier otro, tiene problemas, pero que a pesar
de todo necesita convivir. “Aunque traten de independizarse, el impacto de una
economía sobre la otra es muy fuerte”, afirma. Por eso considera fundamental,
para ambos países, un acuerdo similar al Tratado que afianzó el perfil macroeconómico
de la Unión Europea. “Si se hubiese establecido algo similar en 1997, cuánto
mejor les hubiera ido a la Argentina y a Brasil”, enfatiza Llach. Según el ex
ministro, ese acuerdo estaría orientado a pensar en el futuro en una moneda
común, por lo cual se requieren metas de déficit fiscal, de deuda pública, de
inflación y de tasas de interés. “Lo que se llama coordinación de políticas
macroeconómicas”, aclara.
Nofal pone un signo positivo al balance del Mercosur. La ex subsecretaria de
Industria y Comercio Exterior afirma que el mercado común viene presentando
problemas de funcionamiento en los últimos años, que tienen que ver con la falta
de consolidación y profundización del bloque. Se deben tanto a problemas macroeconómicos
como a dificultades en materia comercial. “En el Mercosur debería darse un programa
para resolver los problemas y disputas comerciales, de acceso a mercados, asimetrías
e incentivos, y solucionarlos mediante un programa de mercado único como sucedió
en la Unión Europea”, define la ex funcionaria. Y asegura que se debe empezar
con esa coordinación en lo macroeconómico, para arribar al mismo objetivo mencionado
por Llach: “Después, a mediano plazo, hay que avanzar en la coordinación cambiaria.
Y a largo plazo en la moneda común”. Sin embargo, no cree que pueda abordarse
el tema de la moneda común hoy mismo, aunque ratifica que la coordinación macroeconómica
es un paso previo y necesario para poder llegar a ella. La titular de Eco-Axis
asegura que quizá sea un proceso que no se resuelva en 10 años, como sucedió
con la Unión Europea, y que aquí se dé en 15. Según explica, el origen de la
crisis de la región empieza con el shock externo que se produce con la crisis
financiera en Asia en 1997, con la moratoria de la deuda de Rusia en 1998 y
con la caída bruta de ingreso de capitales en la región, la devaluación de Brasil
y el descenso en los precios de los commodities. “De haber tenido un esquema
de coordinación macroeconómica, quizá hubiéramos absorbido mejor esos shocks.
Podríamos habernos diferenciado del resto de los países emergentes, y la caída
del ingreso de capitales no hubiese sido tan abrupta ni hubiera habido un crecimiento
fuerte en las tasas de riesgo país y de interés”, agrega. El 21 de noviembre,
el mismo Lula comenzó a impulsar el uso de una moneda común, destinada en principio
a las operaciones de exportación e importación de productos agrícolas, que sería
utilizada por la Argentina y Brasil. Para Llach, el camino del bloque regional
pasa por poner en marcha una ofensiva muy intensa en la promoción del comercio
y el desarrollo económico de los países emergentes. “Esto es vital en el Mercosur.
Pero no sucederá mañana”, sostiene. El economista vaticina que el marco externo
no será muy propicio y, justamente, apunta a que ésa sería una razón para fortalecer
el Mercosur, porque de esa manera se aprovecharía este impasse en el Alca. “Sobre
todo con Lula a la cabeza”. El ex ministro concluye con lo que para él puede
configurar un obstáculo en el rumbo hacia un anhelado Maastricht en el Cono
Sur, que tiene que ver con el camino de cada país del bloque. “No sé hasta dónde
va a llegar la vocación integracionista, tanto de la Argentina como de Brasil,
porque este acuerdo implica ceder soberanía. Vemos a Grecia y Portugal, por
hablar de dos países débiles de la Unión Europea, y observamos que no pueden
devaluar más, aunque tengan planes de competitividad”, termina Llach. M P. P.
MERCADO On Line le amplía la información:
* "No toquen al Mercosur". MERCADO, marzo de 1999.
http://www.mercado.com.ar/mercado/vernota.asp?id_producto=976&id_nota=30
* Mercosur. Página oficial.
http://www.mercosur.org.uy/pagina1esp.htm
* "Lula propone el trueque agrícola". La Nación,
21de noviembre de 2002.
http://www.lanacion.com.ar/02/11/21/de_451747.asp
* "Lula busca pacto políticoregional previo al Alca".
El Cronista, 21 de noviembre de 2002
http://www.cronista.com
* "La vía rápida complica al Mercosur". Clarín,
17 de diciembre de 2001.
http://www.clarin.com/diario/2001/12/17/e-01501.htm