Pro y contra del proteccionismo

    El campeón del libre comercio, George W. Bush, sorprendió al mundo dos veces este año: primero fueron los aranceles protectores de la industria siderúrgica local, que trabaron importaciones desde diversos países (Europa, Japón y Brasil, entre ellos) y provocó la airada reacción colectiva de los países exportadores. La Unión Europea decidió represalias por US$ 4.000 millones, tras ganar una disputa previa en la Organización Mundial de Comercio (OMC), y Washington comenzó a desmontar, sigilosamente, el andamiaje protector en beneficio exclusivo de los europeos.


    Luego vino la ley que garantiza subsidios por US$ 185.000 millones a los productores agrícolas del medio centro estadounidense, un electorado que los republicanos cortejan con vistas a las elecciones parlamentarias de este mes. Entonces fue el Grupo de Cairns, donde se congregan los productores agrícolas eficientes -también participa Estados Unidos- que mantienen una larga lucha contra el inmenso proteccionismo agrícola de la Unión Europea y de Japón.


    Organismos internacionales y países pobres y emergentes clamaron al cielo: no pueden pagar la deuda externa y encima se les priva de la posibilidad de vender sus productos y de mejorar la calidad de vida de sus pueblos.


    La reacción reciente del Grupo de Cairns fue elocuente: no habrá avance alguno en la eliminación de aranceles y de medidas que obstaculizan el comercio mundial, como pretende la nueva ronda de la OMC, mientras subsistan estas barreras a los productos agrícolas. El argumento es que Estados Unidos agrava la situación creada por Europa y Japón -que no compran granos para defender a sus productores ineficientes- ya que exporta a precios ridículamente bajo los excedentes de maíz, trigo, arroz y soja, tras atender las necesidades internas.


    De este modo, se instaló nuevamente el viejo y nunca saldado debate sobre proteccionismo y libre comercio, que parecía aletargado. Para evitar una guerra comercial a gran escala, expertos mundiales piden no crear nuevas barreras comerciales hasta que finalice la ronda de Doha, cuya conclusión está prevista para 2005. Obviamente, la guerra que se quiere evitar es entre las economías más poderosas del planeta.


    El año pasado, el acuerdo al que se arribó en la ciudad árabe de Doha era impulsar una nueva ronda de flexibilización del comercio global, desmantelamiento de barreras artificiales, y fortalecimiento de las reglas equitativas de un comercio libre.


    Las economías más débiles no tienen capacidad de imponer represalias efectivas. Los europeos no tienen apuro en aplicar represalias, pero adelantaron que las exportaciones estadounidenses afectadas provendrán precisamente de los estados con cuyo electorado pretende congraciarse George W. Bush.


    Acusaciones y comparaciones


    En la reciente reunión conjunta del FMI y del Banco Mundial, el tema no ocupó mucho tiempo en las deliberaciones, aunque ambos organismos continúan presionando para que los países pobres y emergentes mejoren su manejo financiero, avancen en la privatización de empresas públicas y se comprometan con el “libre comercio”.


    La única voz estentórea fue la de James D. Wolfensohn, titular del Banco Mundial, quien acusó a los países más poderosos de escamotear US$ 1.000 millones diarios a los productores agrícolas de América latina y de África. El economista jefe del Banco Mundial, en la misma línea, estimó que en promedio una vaca europea recibe US$ 2,50 diarios en subsidios, en Japón US$ 7 por día, mientras que la gente de la región al sur del Sahara dispone de menos de US$ 2 por día.


    En tanto, en América latina la ley de subsidios agrícolas fue recibida con enorme preocupación: será más difícil para los productores locales competir con sus colegas estadounidenses en los mercados internacionales y, lo que es peor, puede elevar las exportaciones agrícolas de Estados Unidos a países de la región. En el Mercosur, los dos grandes productores y exportadores, como Brasil y la Argentina, amenazan con llevar la cuestión al panel de la OMC, y sugieren que un tratado de libre comercio con Estados Unidos será necesariamente demorado hasta que se corrija esta situación.


    Por efecto de la nueva ley, la Argentina estima que puede perder exportaciones equivalentes a US$ 1.500 millones anuales, mientras que Brasil sitúa su pérdida en US$ 2.400 millones.


    Según los entendimientos arribados en la última ronda de comercio mundial, Estados Unidos no debería asignar más de US$ 19.100 millones en subsidios agrícolas.


    Posiciones enfrentadas


    Todos los gobiernos regulan su comercio exterior. Hasta dónde lo hacen es tema de profundo debate y controversia.


    Los defensores del comercio libre proponen un sistema abierto de comercio con pocas limitaciones y poca participación del gobierno. Quienes abogan por el proteccionismo creen que los gobiernos deben tomar medidas para regular el comercio y subsidiar industrias, para así proteger la economía nacional. Aunque la intensidad de la participación del gobierno en el comercio varía de país en país y de producto en producto, en general podría decirse que las barreras al comercio se han reducido mucho desde la Segunda Guerra Mundial. Pero todos los gobiernos practican cierta medida de proteccionismo. El debate se centra en si habría que aplicar muchas o pocas medidas proteccionistas, cuáles y de qué manera para que un país logre sus objetivos macroeconómicos de largo plazo.


    Una situación de comercio totalmente libre permitiría:

    • ofrecer a la población casi todos los bienes y servicios al menor
      costo posible;
    • dar a los consumidores la libertad de comprarle a quienquiera que produzca
      los bienes y servicios con mayor eficiencia; y
    • generar una competencia por las industrias nacionales que podría
      provocar desempleo y menor crecimiento en las empresas menos eficientes.


    Si los autos se pueden fabricar con más eficiencia en otro país y los consumidores tienen la libertad de comprarlos en cualquier parte, la industria automotriz nacional perderá su negocio y puede pedir al gobierno que la proteja limitando la importación de autos más baratos.


    Argumentos en favor de la protección


    Son muchos los argumentos que presentan los defensores del proteccionismo:

    • Mano de obra barata: Los países menos desarrollados tienen
      una ventaja de costos natural porque los costos laborales en esas economías
      son bajos. Pueden producir bienes más económicos que las economías
      desarrolladas, bienes que son más competitivos en los mercados internacionales.
    • Industrias nacientes: Los proteccionistas dicen que las industrias
      nuevas deben ser protegidas para darles tiempo a crecer y fortalecerse lo
      suficiente como para competir internacionalmente, especialmente aquellas que
      pueden brindar una sólida base para el crecimiento futuro, como por
      ejemplo, computación y telecomunicaciones. Los críticos, por
      su parte, responden a eso que algunas de esas industrias nacientes nunca “crecen”.
    • Preocupaciones de seguridad nacional: Cualquier industria clave
      para la seguridad nacional, como la producción de equipamiento militar,
      debería ser protegida. Así la nación no tendrá
      que depender de proveedores extranjeros durante crisis políticas o
      militares.
    • Diversificación de la economía: Si un país
      canaliza todos sus recursos hacia unas pocas industrias, se arriesga demasiado
      a depender de la suerte que corran. Mantener competitivas industrias más
      débiles mediante protección, contribuye a diversificar la economía
      de la nación
    • Degradación del nivel ambiental: En el apuro por satisfacer
      la demanda mundial para sus exportaciones, más países pueden
      comprometer la seguridad del medio ambiente. Esto es especialmente cierto
      en el caso de los países menos desarrollados, que no tienen en vigor
      leyes claras de protección ambiental.


    Métodos de protección


    Los gobiernos usan una serie de herramientas para manejar la posición de sus países en el comercio internacional.

    • Aranceles: Son impuestos a las exportaciones. Las hacen más
      caras a los consumidores, reduciendo de esa forma la demanda.
    • Cuotas de importación: A veces los gobiernos restringen la
      venta de productos extranjeros aplicando cuotas a la importación. Ellas
      limitan la cantidad de unidades que se pueden importar y ayudan así
      a los productores nacionales limitando la cuota de mercado que pueden cubrir
      los productos extranjeros.
    • Restricciones voluntarias: Otras veces los gobiernos negocian acuerdos
      mediante los cuales un país acepta voluntariamente limitar sus exportaciones
      de un determinado producto. Japón, voluntariamente, limitó la
      exportación de autos a Estados Unidos, en 1992, a 165 millones de vehículos
      por año.
    • Subsidios: Otra forma de lograr los objetivos del proteccionismo
      es hacer más competitiva a la industria nacional. Los subsidios, que
      son subvenciones del gobierno a una industria, son una manera de conseguirlo.
      Un subsidio puede ser:
      • directo (pago liso y llano);
      • indirecto (el gobierno otorga exenciones impositivas especiales o incentivos,
        compra excedentes, da préstamos a bajo interés o garantiza préstamos
        privados). Por ejemplo, Estados Unidos subsidia, entre otros, el azúcar
        y los productos lácteos.
    • Veda comercial: A veces los gobiernos prohíben el comercio
      con ciertos países por razones políticas (en tiempos de guerra
      o de crisis política). También vedan la importación de
      ciertos productos para proteger a sus industrias nacionales. Por ejemplo,
      Japón prohíbe la importación de arroz para proteger a
      su industria arrocera nacional.
    • Imposición de normas: Los niveles sanitarios, ambientales
      y de seguridad varían según el país. Esos niveles pueden
      actuar como obstáculo al comercio libre y como herramienta útil
      al proteccionismo. Por ejemplo, la Unión Europea exige niveles muy
      estrictos de seguridad y salud a todo país que quiera vender sus productos
      en ese mercado.
    • Otros: Aparte de las restricciones legales puede haber otros obstáculos
      menos formales que impiden el comercio. Uno de ellos es el factor cultural.


    Argumentos en favor del comercio libre


    El debate sobre hasta dónde debería llegar la libertad del sistema comercial es de larga data, con posiciones y argumentos que fueron evolucionando con el tiempo. A los defensores del comercio libre de Estados Unidos les gusta decir que los consumidores se benefician con la libertad de comercio y dan muchas razones para respaldar su teoría:

    • El comercio libre y la resultante competencia extranjera obliga a las empresas
      estadounidenses a mantener bajos sus precios.
    • Los consumidores tienen una mayor variedad de bienes y servicios para elegir
      en los mercados abiertos.
    • Las empresas nacionales tienen que modernizar sus plantas, técnicas
      de producción y tecnologías para mantenerse competitivas..
    • Cualquier tipo de medida proteccionista, como los aranceles, suele provocar
      acciones de contraataque de los gobiernos extranjeros, lo cual puede restringir
      la venta de bienes estadounidenses en esos mercados. Eso puede dar como resultado
      inflación y desempleo en Estados Unidos, porque las industrias de exportación
      sufren y suben los precios de las importaciones.
    • Un sistema comercial abierto crea mejor clima para la inversión
      y los emprendimientos empresariales, que otro donde exista el temor de que
      el gobierno corte el acceso a ciertos mercados.
    • El costo de la protección es casi siempre más alto que sus
      ventajas.