Una tradición mendocina

    Después de una década en la que apuntaron a la reconversión vitivinícola, la diversificación de la producción y la búsqueda de valor agregado, los empresarios cuyanos -con los mendocinos a la cabeza- volvieron a apostar a las exportaciones tradicionales y las ventas a granel. Obvio, la depreciación del peso hace más rentable colocar productos primarios más allá de las fronteras, aunque sea en menor cantidad que en el pasado.


    Las dos pequeñas locomotoras que hoy están movilizando al sector agrícola son, por un lado, la producción de ajo y frutas frescas de carozo y, por el otro, el mercado de los mostos concentrados (que se utilizan como sustitutos del azúcar) y los vinos espumantes (champañas y afines).


    En el primer caso, el negocio fue estacional porque después del primer trimestre se terminó el stock; ahora hay que esperar hasta la próxima cosecha. Hasta mayo pasado, los productores de ajo y frutas frescas colocaron en el exterior -y a precio dólar- los productos que gestaron con la paridad uno a uno. Por ejemplo, el ajo triplicó su valor a $ 1,30 el kilogramo en promedio (en noviembre se había vendido a $ 0,60 por kilo y en mayo superó los $ 3). Algunos especulan que, previendo este boom exportador, la superficie hortícola aumente 15% este año.


    A los productores de fruta fresca con carozo también les fue bastante bien, sobre todo en sus despachos a Brasil.


    Con todo, hay que esperar que el mercado se reacomode para evaluar cómo será la temporada 2003 que -para el campo cuyano- empieza a fines de diciembre próximo.


    Según algunos especialistas como el economista Alfredo Aciar, del Instituto de Desarrollo Rural, si se sustituyen insumos importados por nacionales, en la medida de lo posible, los costos medidos en dólares disminuirían cerca de 55% y las condiciones de competitividad crecerían 50%.


    En la actividad secundaria, los dos claros ganadores fueron los productores de mosto concentrado y las bodegas exportadores de espumantes. Las cifras que maneja el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) son contundentes. En junio pasado, las ventas al exterior de mosto crecieron 88%, en relación con el mismo período del año anterior, e ingresaron a la provincia poco más de US$ 4 millones en un solo mes. Los principales compradores fueron Estados Unidos, Japón, Canadá, Chile, Brasil, Jamaica, Rusia y Australia.


    Y las exportaciones de vinos espumosos también se incrementaron en junio más de 370% con relación al año anterior. Los destinos fueron los principales consumidores mundiales (Estados Unidos y el Reino Unido) y algunos mercados emergentes como Chile y Venezuela.


    En la órbita vitivinícola éstos fueron los únicos dos productos con alzas muy marcadas en lo que se refiere a volumen y a precio. Al resto, no le fue tan bien: las exportaciones totales de vino cayeron 31% en volumen y 26% en montos totales. Y los despachos hacia el mercado interno cayeron 10%.