“El diluvio de escándalos, iniciado con el caso Enron, amenaza con bloquear la reactivación económica mundial. Es preciso mejorar la disciplina y la transparencia contable. Los mercados deberán dictar y aplicar normas más severas para prevenir comportamientos ilícitos”.
El párrafo figura en el reciente informe del Fondo Monetario Internacional sobre la estabilidad financiera global, de escasa -si no nula- difusión en la Argentina y en América latina. Es decir que la crisis amenaza con ser global y no es responsabilidad exclusiva del Cono Sur. No obstante, el Congreso estadounidense y la Securities & Exchange Commission han lanzado iniciativas en ese sentido que, aunque tímidas, han sido inmediatamente cuestionadas por los 50 principales grupos económicos y financieros de Estados Unidos. Entre ellos, Kodak, Coca-Cola y otras firmas al parecer involucradas en maniobras contables.
En realidad, las reformas propuestas por la SEC son modestas. A lo sumo, exigirían que los balances trimestrales se difundiesen dentro de los 30 días de cerrado el ejercicio (no los actuales 45) y los anuales dentro de los 60, en vez de 90. “El apuro podría generar errores”, sostiene PricewaterhouseCoopers, virtual coordinador del lobby contra las reformas.
La otra cara del fenómeno afecta a Wall Street y los valores de sus cotizantes en el mercado. Desde 1938, una vez superada -merced a políticas keynesianas- la depresión que se iniciara con el derrumbe de 1929, y hasta 1991, hubo una guerra mundial y 11 recesiones. Las bolsas estadounidenses siempre se recobraron en algo menos de seis meses.
Pero la duodécima recesión 2000-1, más bien corta, es excepcional en un aspecto: quienes compraron acciones hace año y medio todavía no podrían revenderlas con ganancia en moneda corriente. Éste es el resultado de una investigación de Bridgewater Associates, basada en el Standard&Poor´s 500, la cartera más estable e influyente del mundo. ¿Por qué? Entre otras cosas por la burbuja combinada de punto com, tecnológicas y telcos, pero esencialmente -a criterio de Lester Thurow- porque “ya no se confía en directivos ni ejecutivos. Las bolsas se recobrarán recién cuando los precios sean realistas y el management vuelva a ser honesto y transparente”.
El estilo de gestión fomentado por los profetas de la nueva economía ha generado casos como los de Enron, Global Crossing, Qwest International, varias farmoquímicas, Vivendi, Kirch, NTL, las telefónicas francesa y alemana, Vodafone, etc. “El ejecutivo rico, agresivo y dominante se ha mostrado incapaz de manejar la crisis”, señala el trabajo de Bridgewater.