Una recesión inacabable de más de cuatro años, el corralito y sus secuelas no del todo conocidas y la devaluación han transformado al negocio de la cultura, del espectáculo y del entretenimiento en la Argentina en una morisqueta triste de lo que supo ser. La segunda radio en audiencia, Rivadavia, está en convocatoria de acreedores desde fin de año, pero su onda será –ESPN mediante– portadora de los partidos del Mundial. En igual situación se encuentra América 2, el tercer canal por aire, eje de una reciente y compleja ingeniería financiera. A cambio de una antigua deuda de US$ 50 millones que Carlos Ávila tenía con la compañía estadounidense Liberty Media (de la época en que se lo compró a Eduardo Eurnekian), Ávila entregó 14% de sus pertenencias en Torneos y Competencias para no verse compelido a vender el canal. El 2 y el 7 son los canales abiertos que propalarán la Copa Jules Rimet. Perfil, la editorial de revistas líder, también está concursada.
En el año 2001 –para no ir demasiado lejos– esta actividad económica, tan afín a la recreación y al tiempo libre– rindió en rubros como libros, cine, teatro, televisión, radio, prensa escrita, discos y publicidad, una cifra cercana a los $ 10.000 millones convertibles en dólares, mordiendo 3% del Producto Bruto Interno y proporcionando sustento eficaz y seguro a cerca de 200.000 personas. En este momento, para bien y para mal, todo gira en torno del Mundial en Corea y Japón. A alguna de estas actividades les rebanará gente (caso del cine y el teatro), pero a otras (televisión por aire y satelital, radio, publicidad, medios escritos) puede darle tanto como para salvar el año.
Debido a esta circunstancia casi todo –proyectos, arranques, visitas, inversiones– se ha pospuesto para la primera quincena de julio, que no parece un momento demasiado lejano, salvo en la Argentina actual donde 45 días pueden equivaler a un año y medio. Sólo después de que haya terminado de volar el último papelito y el país todo deje de comportarse como una “barra quilombera”, podrá empezar a evaluarse lo que el Mundial dejó y quitó con un poco más de mesura. Y, para colmo, todo dependerá de los resultados futbolísticos, que en muchas ocasiones suelen ser mucho más demoledores que los resultados políticos.
Libros y discos, con bajas y alzas
Cada uno de los renglones específicos de la cultura y el entretenimiento se encuentran, en este momento, signados y acorralados por el achicamiento, la cancelación de proyectos y la influencia de distintas y sucesivas reestructuraciones, que acercan esas actividades a la calamidad.
No existe una editorial de libros que no haya reducido abruptamente su plan mensual de novedades respecto de años anteriores. Es lo que originará que en el 2002 se impriman 30% menos de volúmenes que en el 2001 y en el 2000, cuando se registraron 15.000 nuevos títulos. Sin embargo, la edición 28 de la Feria del Libro fue un éxito. Paradoja total: 45 días antes de su inauguración, sus organizadores –ahogados por el corralito-corralón en US$ 400.000– dudaban de hacerla, porque numerosas editoriales tanto locales como internacionales habían decidido no reservar lugares.
Pero, milagros suceden de vez en cuando: la fiesta librera concitó la atención de 1.200.000 personas que generaron compras casi 30% superiores a las de 2001, mientras las librerías de la ciudad permanecían en estado de inanición. Así fue: la Feria se colmó de argentinos que paseaban o aprovechaban toda clase de actos gratuitos, y de centenares de uruguayos, chilenos y brasileños que aprovechaban las ventajas cambiarias y llenaban sus bolsas con novedades que en sus países no se consiguen. Aún así, las cifras de venta fueron humildes: la última y premiada novela de Tomás Eloy Martínez resultó el título más vendido, pero sin superar los 3.000 ejemplares.
Uno de los días de la Feria, empleados de librería recientemente despedidos organizaron una especie de “cacerolazo” en la Rural, para dar cuenta de su situación y para que nadie olvide que en los últimos años 250 librerías bajaron sus persianas en Buenos Aires y alrededores.
El 2001 fue para la industria disquera un año sombrío. Ya venía a los tumbos desde 1999, cuando ubicó en el mercado local 21 millones de unidades. En el 2001 vendió 30% menos y para este 2002 los más optimistas calculan vender poco más de 10 millones de volúmenes. O sea, una merma de 60%.
Con las dos principales expendedoras minoristas (Musimundo y Tower) con severos disturbios económicos y financieros y con sistemas de pagos prácticamente quebrados, las grandes compañías editoras, varias de ellas transnacionales (la inglesa Emy, la japonesa Sony y la alemana BMG) idearon un sistema de venta común para ahorrar y poder sobrellevar la situación. Hasta hace poco, el artista que soñase con un disco de platino debía vender entre 60.000 y 80.000 unidades y hoy se lo lleva a su casa con la mitad de esa venta. Mientras tratan de hacerse fuertes en súper e hipermercados, las compañías se esfuerzan, con poco éxito, por frenar ese flagelo mundial que es la edición pirata.
La TV, en problemas
Durante casi 15 años, la evolución del negocio del cable en la Argentina fue tomado como modelo en el mundo. Líder en toda Latinoamérica (54% de penetración en todo el territorio, contra 21% que tenían los venezolanos), también asombraban los 5 millones de abonados. Pero la fidelidad no resultó eterna. La salida de la convertibilidad alteró las reglas del juego y las mayores operadoras del país (hay 800 de distintos tamaños) comenzaron a perder abonados, a razón de 1.500 diarios, así como aumentó el número de “colgados” ilegalmente de la red.
Los problemas de la televisión paga se agudizaron por un aumento del abono de entre 13 y 15%, que seguramente no será el último a lo largo del 2002. Durante casi todo abril las señales de la CNN y The Film Zone estuvieron fuera del aire mientras reconvenían un nuevo contrato, que las compañías extranjeras exigían a los operadores locales que no fuera en otra moneda que el dólar.
En los canales de televisión abierta, la crisis impidió el retorno –al menos hasta mitad de mayo– de figuras de la talla de Nicolás Repetto, Mirtha Legrand, Susana Giménez y Julián Weich y de programas como Culpables, Gran Hermano o Telenoche Investiga. Al menos retornaron Jorge Guinzburg, Osvaldo Laport, Nancy Dupláa, Facundo Arana y el hombre cuyas idas y venidas hicieron temblar al emporio Telefé. Marcelo Tinelli ya está otra vez en el aire, aunque sin tirar manteca al techo. Sus premios se nacionalizaron. En su exitoso Videomatch ya no entregan más pasajes a paradisíacas islas caribeñas sino a muy buenos parajes argentinos. En forma pública, Tinelli renunció a viajar con más de 25 personas al Mundial y desviar esos fondos a objetivos solidarios.
También en las principales productoras de contenidos ya ocurrió de todo: caída de proyectos, rebaja de sueldos a los trabajadores del medio, atraso en el pago de remuneraciones, pago con bonos, suspensión de compras de material técnico y de enlatados. El fin de la presunta “fiesta” provocó otros dos castigados: la postergación, al menos hasta agosto, de los premios Martín Fierro y la caída de facturación en 12 de las 18 mayores agencias de publicidad que funcionan en el país.
Cine y teatro: ¿productos de exportación?
En cine, la devaluación rebajó los costos generales de producción (incluidos los cachets), pero hacer copias y procesar materiales a laboratorios vuelven casi prohibitiva la actividad que, paradójicamente, atraviesa un buen momento en el mercado local y en el internacional luego de los éxitos de filmes como Nueva reinas y El hijo de la novia.
En teatro, se suspendieron proyectos de musicales costosos, como Cabaret, que iba a darse en el Sky Ópera, pero, a la vez, la malaria no pudo frenar a Alejandro Romay, que invirtió por partida cuádruple: remodeló el Broadway, puso con todos los chiches Tanguera y El violinista en el tejado y, como si esto fuera poco, saltó a Madrid para poner en condiciones la sala Alcázar, a donde llevará compañías argentinas. El mismo camino siguió el dueño del Multiteatro de la calle Corrientes, Carlos Rottemberg, que ya instaló oficinas de producción en España.
En los últimos congresos internacionales de la especialidad, la brutal caída de venta de los diarios argentinos es un tema frecuente.
La edición más reciente de la revista de la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas habla de “un estado de cosas gravísimo” y, entre otros ejemplos dramáticos, menciona el de los tres diarios gratuitos que se distribuían en Buenos Aires de los que sólo uno quedó en pie.
En el mismo rubro, numerosas revistas se encuentran en estado agónico. Perfil intenta manejar su convocatoria y la editorial que le sigue en el segmento de revistas, Atlántida, desmintió a mitad de mayo el cierre de sus mensuarios Negocios y la tradicional Chacra, así como admitió que Billiken y Para Ti tendrían tres salidas en el mes en lugar de cuatro. Carlos Ávila, luego de una instancia de ajuste muy conflictiva, vendió El Gráfico, La Primera y F1 Racing a una sociedad integrada por Daniel Vila y José Luis Manzano, con intereses en los diarios Uno, de Mendoza, y La Capital, de Rosario, así como también en radios y en cables del interior.
No es la última noticia de venta de medios que se aguarda, porque ya se sabe que Telefónica Media busca interesados para colocar las acciones que posee de Azul Televisión. Y porque, prácticamente, no hay un medio o productora que se pueda resistir a una aceptable oferta de compra o traspaso.
Los medios y el negocio del Mundial
Mientras tanto, llega el Mundial y cada día un poquito más, todos nos iremos poniendo la camiseta o tirándola al diablo, según avance o no el equipo de Bielsa. Las empresas de radio y televisión (y sus periodistas y técnicos) añorarán la mano suelta de los mundiales ´94, en Estados Unidos, y ´98, en Francia, aunque también los medios gráficos reducirán sensiblemente su dotación de enviados especiales. DirecTV tiene los derechos de transmisión (de este mundial y también del siguiente, en el 2006), y mientras en TV por aire los compartirá con América 2 y Canal 7, en cable lo hará con Fox Sports.
En radio, los derechos los tiene Rivadavia (según convenio con la ESPN), en tanto La Red y Nacional utilizarán derechos de relato, aunque sin enviados especiales. Se extrañará a Enrique Macaya, a Marcelo Araujo y a Víctor Hugo Morales, tradicionales voces mundialeras. Estos dos últimos viajarán por su cuenta y emitirán desde allí, aunque no necesariamente desde los estadios. Muchos sueñan con salvarse si es que la escuadra celeste y blanca consigue su tercera copa del Mundo. En tanto, nadie firma nada y patea la pelota hasta después del Mundial. Por las dudas.
Más allá de las pálidas, la peor crisis de la Argentina en su historia podría llegar a suponer un buen momento para realizadores, autores, intérpretes y productores nacionales. En libros y en televisión, hacer cosas aquí para el extranjero podría ser una salida. Eso sí, sin dejar de atender el mercado interno de la cultura, porque la gente, que ya perdió demasiado, se resiste a perder estos valores del espíritu.
Opciones y alternativas como el Colón gratis o Todos al Colón por $ 2, el fin de semana teatral con 170 salas independientes a $ 3, las entradas de cine mucho más baratas o a $ 2, la Feria del Libro, el Festival de Cine Independiente de Buenos Aires o el audaz Teatro Profesional a la gorra, en el Lorange, fueron convocatorias de tanta aceptación que seguirán repitiéndose y reproduciéndose.
La cultura en números
Una investigación reciente originada El trabajo tiene cifras muy inquietantes Otro índice de concentración: |
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