Crecen las empresas de trabajo temporario

    Gary Becker, en su ya famosa obra El capital humano, afirmaba que “la conclusión empírica más importante es, probablemente, que las personas con mayores niveles de educación y de formación casi siempre ganan más dinero que las demás”.


    A partir de ese concienzudo estudio que lo llevó a ganar el Premio Nobel de Economía, el investigador estadounidense instaló el abordaje científico y metodológico de esas dos palabras que se definían por la contraposición crítica a la noción tradicional de acumulación de riqueza: capital… y humano.


    Quince años después, la década del ´90 ­la era clintoneana en el Norte, la era menemista en la Argentina­ hizo suyo aquel concepto de un capital basado en el conocimiento y en el “ser”, a través de pensadores como el danés Claus Möller, Peter Senge, Fred Kofman, Tom Peters, Daniel Goleman o Stephen Covey.


    Pero a aquel período entre 1992 y 1996, en el que la Argentina protagonizó una serie inusual de crecimiento económico, sobrevino la progresiva involución que caracterizó a los años siguientes y su colofón, la crisis económica fuertemente recesiva sumada a la tremenda crisis político-institucional que, a partir del 19 y 20 de diciembre pasado, desembocó en las renuncias del entonces superministro de Economía, Domingo Cavallo, y del propio presidente de la Nación en forma sucesiva.


    Entonces, el pánico pareció apoderarse de los empresarios y los despidos masivos engrosaron una tasa de desempleo ya elevada, hasta ubicarla en 22% de la población activa, según estimaciones del actual ministro de Economía, lo que significa aproximadamente una cantidad de 3,2 millones de personas desocupadas en todo el país.


    La duda que se plantea es si la turbulencia severa que atraviesa la Argentina va a generar que las empresas borren con el codo del tercer milenio lo que escribieron con la mano durante los noventa o si, por el contrario, podrán sostener la filosofía de trabajo esbozada.

    Crisis y desafío


    Para Nora Berio, gerenta senior de KPMG, “los gerentes de Recursos Humanos tienen por delante un trabajo tremendo ya que deben darle un sentido a las cosas para mantener la motivación. Porque el miedo es un factor paralizante que siempre hace que uno sea menos competente, menos eficiente. Pero lo cierto es que este miedo está instalado”.


    Según Darrell Rigby, director de la consultora Bain & Company de Boston, hay dos modos de transitar las etapas de un ciclo recesivo fuerte: mediante un “planteo convencional” y “contra la corriente”. Si se lo hace de la primera manera, seguramente se pondrá la proa hacia el recorte de costos y con inversión cero; si en cambio se opta por navegar contra la corriente, se detectarán las oportunidades tendientes al fortalecimiento del negocio y, fundamentalmente, se cerrarán filas con quienes se comparte la tormenta: empleados, proveedores, socios y clientes.


    Según Juan José Fulgi, gerente general de Hidalgo & Asociados, la realidad argentina asemeja un río que “sube y arrastra todo. Arrastra las piedras, los peces, o un burro muerto que estaba en el camino. Y en el mercado laboral, donde tenemos entre desempleo real, subocupación, trabajo basura y trabajo precario, alrededor de 30% de las personas activas, nos acostumbramos a hervir lentamente en ese medio hostil hasta sobreadaptarnos a la temperatura de ebullición”.

    Las únicas que crecen


    Sin embargo, en un país que pulverizó 175.700 puestos de trabajo formales, durante el 2001, en el área metropolitana, Córdoba y Gran Rosario solamente, surge un dato que se despliega como una flor en medio del desierto: el crecimiento sostenido de las empresas de personal temporario.


    En septiembre del 2001, las 90 empresas de personal temporario en la Argentina colocaron 41.922 personas según una medición específica que lleva el Indec. De todos modos, ese número no representó el pico del mercado, que está en baja respecto de principios del año anterior, habiéndose registrado la cima de la curva en diciembre de 1999, con 52.515 personas ocupadas. El sector factura alrededor de $ 450 millones anuales.


    Las “temporarias” no sólo han crecido sostenidamente en los últimos cinco años sino que lo han hecho a contramano de una tendencia mundial, que indica que el incremento del PBI de un país genera un aumento del mercado de trabajo temporario. En la Argentina, hasta 1999, por cada punto de aumento del PBI se incrementaba la dotación en 2,6 puntos. Asimismo, a un decrecimiento del producto bruto le seguía una baja en el mercado de personal temporario. Sin embargo, en el 2000 el PBI bajó 0,5% y la ocupación de personal eventual creció casi 4%, hecho que se repitió el año pasado, cuando en el primer trimestre el PBI decreció 2,1% y esta modalidad laboral aumentó 3,5%.


    “En los últimos cinco años hemos superado el récord de ventas en toda la historia de la compañía, que nació en 1965, y el año pasado, que había tenido un primer trimestre muy bueno y que siguió bien hasta que terminó con el último trimestre como uno de los peores de toda la historia, Manpower asignó 200 personas más que el año anterior, 21.700 temporarios”, relata entusiasmado Eduardo March, subgerente general y gerente de Marketing de Manpower, la empresa líder en la Argentina.

    Clientes internos


    Adecco, la competidora más cercana en el mercado local, es líder en el mundo y colocó 6.000 personas en sus 800 organizaciones clientes.


    Su director general, Hervé Pollet, hace referencia a esos trabajadores como “6.000 clientes internos a los cuales Adecco les paga el sueldo mientras prestan su servicio en empresas líderes”.


    En Europa los empleados temporarios representan 2,2% de la mano de obra activa y se estima que para el 2010 va a llegar a 4,2%. En la Argentina, ese porcentual llega a sólo 0,34 puntos de la población activa. En Brasil y en Chile, por nombrar vecinos, superan 1%.


    Pollet no cree que las empresas apelen al personal temporario como una cuestión coyuntural exclusivamente; sabe que “la filosofía de las empresas es tener un porcentaje de su plantel como personal temporario para contar con esa flexibilidad. Antes las empresas tenían una producción o prestaban un servicio con la certeza de lo que iban a colocar todos los meses. Hoy en día, a veces la planificación cambia cada semana o cada cinco días y hay que adaptarse a eso. Por ello es que el factor humano se empezó a flexibilizar, para responder de manera proactiva y reactiva a la demanda del mercado”.


    Dependiendo del ángulo de mira, el trabajo temporario se puede ver como una morigeración del desempleo o como una profundización enmascarada del drama laboral que vive hoy la Argentina.


    La experiencia mundial indica que aproximadamente 33% de los trabajadores temporarios son finalmente efectivizados, aunque para March “hoy no se cumple en la Argentina ese dato. Hasta hace dos años atrás, 50 o 60% de la gente asignada quedaba efectivizada”.


    El trabajo temporario no es la panacea de un mercado laboral con más de tres millones de desocupados, pero permite a las empresas seguir funcionando y generando empleabilidad, detectar el potencial de la gente y, si es posible, efectivizarla.


    Por otro lado, asegura continuidad al trabajador, ya que estos “empleados permanentes discontinuos”, como se los denomina legalmente, tienen una demanda sostenida por parte de las importantes carteras de clientes de las empresas líderes.


    El problema será compatibilizar trabajadores efectivos y temporarios, frente a lo cual “el desafío será generar un clima donde estas diferencias no impacten negativamente en la organización”, explica Li Puma de Pharmacia, convencido de que la tercerización es una tendencia “que no vamos a poder evitar”.


    Fulgi cree que el sendero de los profesionales será el de la autonomía, ya que “van a subsistir sólo aquellos cargos que tengan una clara orientación al negocio y una visión generalista. Creo que se va a revalorizar más que nunca al líder de proyecto y va a surgir el perfil que aparece en las películas del superRambo, a quien le encargan una misión determinada y él elige con quiénes va a llevarla a cabo. Elige al mejor en explosivos, el mejor en tal cosa, y arma su equipo.”

    El Quijote de la capacitación

    En medio de una recesión severa
    y dilatada, agravada por la crisis institucional que vive la Argentina,
    es entendible que algunas empresas decidan levantar su campamento de estas
    tierras. En el mercado de la capacitación, los principales players
    multinacionales ya plegaron sus petates y los embarcaron hacia otras tierras,
    buscando climas más benignos.

    Sin embargo, siempre hay una excepción
    que confirma la regla. La estadounidense Door Training, con presencia
    en 60 países y una facturación de US$ 22.000 millones, no
    sólo se quedó en el agitado Río de la Plata sino
    que apostó al crecimiento para 2002.

    Fundada en 1981 por el holandés
    Bart van Lujik, hoy pertenece al poderoso grupo Raytheon de los Estados
    Unidos y cuenta con una dotación mundial de 110.000 personas.

    Su nombre surgió de unos versos
    del poeta inglés William Blake que dicen: “There are things
    that are known/ and there are things that are unknown./ Between them there
    are always doors.”
    (Hay cosas conocidas/ y hay cosas desconocidas./
    Entre ellas siempre hay puertas).

    Y la Argentina parece ser una puerta que
    permanecerá abierta para esta consultora internacional con base
    en Texas. Por lo menos eso parece desprenderse de la entrevista que MERCADO
    mantuvo con el presidente Door Training Argentina, Alejandro Altilio.

    ­En una Argentina con un contexto
    difícil, muchas empresas competidoras en el rubro capacitación
    han decidido irse del país o reducirse a una mínima expresión.
    Sin embargo, su compañía decidió expandirse y crecer
    en este momento. ¿Esto es una locura o tiene una dirección
    determinada?

    ­No, tiene una dirección determinada
    y le cuento una anécdota. Le pregunté días atrás
    a la persona más joven que compone el plantel de Door qué
    edad tenía. Me dijo 32 años. Le pregunté hasta qué
    edad pensaba trabajar, y me contestó que, como mínimo, hasta
    los 70 o 75 años. Entonces le dije, bueno, cuando vos tengas 70
    o 75 años quizá yo ya me haya retirado pero vos vas a continuar
    con Door, con lo cual Door está para los próximos 40 o 45
    años por lo menos.

    ­¿Qué sucede con el
    marco complicado que nos toca vivir?

    ­Y cuando uno vé que hay una
    oleada como la que se viene, lo único que puede hacer es pasarla
    por arriba. Si uno se mete dentro de esa ola es como que te infecta un
    virus y te quedás adentro. Entonces, al pensarnos a nosotros mismos
    dentro de 40 años en la República Argentina, vemos esto
    como un período malo que hay que superar y tenemos que aprovechar
    las oportunidades.

    Estamos incorporando esta año más
    entrenadores. Estamos abarcando más segmentos de mercado. Estábamos
    en dos o tres segmentos clave y hoy estamos en siete, casi ocho segmentos
    clave. Y apostamos a ser líderes en excelencia. Cuando hablo de
    excelencia, hablo de la excelencia en brindar soluciones.

    ­Door opera con un sistema
    de franquicias. ¿Contribuye ésto a mejorar resultados?

    ­La gente de capacitación
    busca fundamentalmente dos cosas: primero, un desarrollo personal, crecer
    como persona, y luego generar su propio negocio. Entonces, en contraposición
    de muchas otras empresas que ponen empleados para capacitar, nosotros
    ponemos dueños de sus propias franquicias, donde cada uno se puede
    desarrollar mejor.