En el último semestre, siete grandes adquisiciones cambiaron el panorama de la industria de alimentos y bebidas: Kraft Foods de Philip Morris con Nabisco Foods; Unilever con Bestfoods; Kellogg´s con Keebler; General Mills con Pillsbury; Pepsi con Quaker Oats; Nestlé con Ralston Purina; y ConAgra Foods con International Home.
Hubo sólo un contrato relevante fuera del sector: Georgia-Pacific con Fort James.
Pero, según anticipan los observadores, es posible que pronto se materialicen más fusiones en otros sectores. “A veces sólo se necesita un contrato que funcione como propulsor”, señala William Steele, analista de Bank of America Securities.
Este disparador bien puede ser Bristol-Myers Squibb, que puso a la venta su división Clairol de cuidado del cabello. La operación tal vez encienda la chispa para que jugadores que quedaron afuera busquen otras opciones, compren o vendan marcas. La mecha ya prendió para que otras empresas cambien de manos, como Dial Corp., que aspira a ser la próxima candidata.
Steele sostiene que las fusiones pueden ser el camino obligado tanto para grandes como para pequeños jugadores. Los grandes necesitan las adquisiciones para bajar costos y reanimar el crecimiento de las ganancias, en tanto que los pequeños se sienten abrumados por el peso de los gigantescos clientes minoristas y competidores.
“En este período de lento crecimiento de los ingresos, la consolidación de la industria se ha convertido en un gran tema”, opina Amy Chasen, analista de Goldman Sachs. “En realidad, tal vez la concentración resulte inevitable.”
Piedras en el camino
Sin embargo, no todas las experiencias dejaron un saldo positivo. El analista Andrew Shore, del Deutsche Bank, considera que la adquisición de Duracell, en 1996, introdujo los problemas que finalmente condujeron al despido del presidente y CEO de Gillette, Michael Hawley, en octubre. Del mismo modo, John McDonough, presidente y CEO de Newell, fue suplantado porque la compra de Rubbermaid, en 1999, no produjo los resultados esperados. Las acciones de Clorox llegaron a cotizarse 47% por debajo del nivel que habían alcanzado antes de la compra de First Brands, en 1999.
Tras las compras realizadas por Unilever en el año 2000 Ben & Jerry´s, Slim Fast y Bestfoods, el gigante pasó de una riqueza abundante a un endeudamiento pronunciado, de la noche a la mañana.
El valor de mercado de Procter & Gamble descendió US$ 60.000 millones cuando circularon los rumores acerca del interés de la empresa por Warner-Lambert Co. y American Home Products. Esos US$ 60.000 millones podrían haberse utilizado para comprar Gillette, con un valor de mercado actual de US$ 36.000 millones, que rechazó la oferta de adquisición presentada por el entonces presidente y CEO de P&G, Durk Jager, a fines de 1999.
Oferta mundial
Kimberly-Clark, la empresa no alimentaria que mejor rindió en ventas y ganancias durante los últimos dos años en Estados Unidos, no apunta a grandes adquisiciones. Su presidente, Wayne Sanders, comentó que anticipaba un crecimiento anual de las ventas de 1% a 2% a partir de adquisiciones, lo que significa que Kimberly-Clark busca una empresa con ventas anuales inferiores a US$ 300 millones.
Sanders advirtió que, aunque en Estados Unidos muchas empresas de la industria del papel han sido absorbidas en los últimos años, sobran candidatos a la compra en el extranjero. Y añadió que no piensa expandirse más allá de los productos de papel, que no está interesado en agregar una cuarta categoría, aparte de los pañales, higiene corporal y cuidado médico.
En un informe difundido el año pasado, Steele mencionó a Clorox y Playtex como compras convenientes para Kimberly-Clark. Playtex, una empresa de envergadura relativamente modesta que vende pañales y toallas higiénicas, parecería ser la mejor opción entre las firmas estadounidenses.
Un bocado demasiado grande
Con una dominante presencia en el mercado de productos para afeitar, además de las pilas Duracell, Gillette es el mayor trofeo fuera de la industria alimentaria. Claro que sería difícil encontrar un comprador con el poder y la voluntad de adquirir una compañía de US$ 9.500 millones, aun cuando el directorio de Gillette estuviera dispuesto.
En algún momento se mencionó a Colgate-Palmolive como socio potencial de Gillette. El presidente y CEO de Colgate, Reuben Mark, no se apresuró a descartar su interés por Gillette cuando Chasen lo consultó sobre este tema durante una conferencia de Goldman Sachs, en enero.
Sugirió, en cambio, que los inversores le preguntaran al CEO de Gillette, Ed DeGraan, y al socio fundador de Kohlberg Kravis Roberts & Co., Henry Kravis, presentes en la conferencia, acerca de las posibilidades de concretar algún acuerdo. Ambos prefirieron no opinar.
Mark, quien al parecer evaluó una posible fusión con Clorox en los últimos años, afirmó que su empresa puede cumplir con las proyecciones previstas de ganancias sin concretar acuerdo alguno. Y agregó que, durante los 17 años que lleva al frente de Colgate-Palmolive, sólo ha efectuado pequeñas adquisiciones.
“Somos muy cuidadosos”, indicó. “Las grandes compras por necesidad estratégica han causado pérdidas enormes a los inversores durante la última década.”
Más tarde, en una entrevista, expresó que estaría interesado en las marcas de champú y acondicionador para el cabello de Bristol-Myers, en caso de que un comprador quisiera separarlas, aunque aclaró que tendría que evaluar las condiciones del contrato.
Entre las empresas que tienen la mira puesta en Clairol se encuentran Procter & Gamble que en un principio consideró la idea de adquirir marcas medicinales, pero luego la desechó y Henkel. Otras interesadas son la japonesa de productos de consumo Kao y la alemana Wella.
P&G parece la favorita para adquirir las tinturas y Wella sería la posible compradora de los champúes y acondicionadores.
La operación de Clairol podría despertar el interés de compradores extranjeros en marcas estadounidenses y Dial es una fuerte candidata a ubicarse primera en la lista de ávidos compradores. El presidente y CEO de Dial, Herb Baum, no ha ocultado su interés por vender la empresa total o parcialmente.
Sara Lee, que hasta ahora se mantenía fuera de la ola de fusiones, ha intentado concretar un acuerdo con Dial a principios de año. Steele opina que hay que esperar acuerdos entre empresas alimentarias y no alimentarias, dado que grandes minoristas, como Wal Mart, son cada vez más fuertes en ambas áreas.
Baum también evaluó posibles fusiones o alianzas con empresas de similar envergadura, como Alberto-Culver, Church & Dwight, Playtex y Rayovac, entre otras.
Un vocero de P&G confirmó que la compañía evalúa las condiciones de un posible acuerdo con Bristol-Myers Squibb para adquirir los productos para el cabello, al igual que Henkel.
Los analistas esperan que más compañías, grandes y pequeñas, cedan ante la creciente presión y se fusionen.
“Para las que desean permanecer independientes, hay una mayor presión para comprar. Muchas empresas de productos de consumo saben que ni Unilever ni Nestlé ni Procter cuentan con el tamaño y la escala suficientes como para enfrentar a Costco, Carrefour y Wal Mart”, afirma un ejecutivo de una consultora especializada. “Cualquier empresa con ventas por US$ 5.000 millones o menos tiende a ser menos relevante cuando opera con estos minoristas gigantescos.”
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