Este boom del comercio por Internet lo encabezó en los últimos dos años el mercado de la telemedicina, que superaría más de US$ 175.000 millones en 2026, lo que implica un alza de 25% anual. Dentro de ella, hay un auge extraordinario de las consultas digitales que prácticamente duplican el promedio global.
Todo el sector, pero de modo especial el sistema de la medicina prepaga, está sintiendo esta verdadera revolución, que va a la par con los efectos globales de la pandemia, pero que además computa los efectos de la crisis sanitaria global, –y en nuestro país los costos y la inflación–, además de la renuencia oficial en actualizar aranceles.
Todo esto es lo que ha transformado a la medicina del más alto nivel científico en una disciplina que se expande en todas partes del mundo por igual, sin diferencia alguna entre los países avanzados y los emergentes.
El fenómeno del auge excepcional de la telemedicina es efecto directo del estallido de la pandemia del coronavirus, que ocurrió en China en el primer trimestre de 2020.
La revista Forbes señala que la demanda de servicios de telemedicina en EE.UU. aumentó 257% el año pasado, una tendencia que abarca incluso a las regiones rurales, tradicionalmente alejadas de la medicina telemática hasta el surgimiento de la pandemia.
Agrega Forbes que, en zonas históricamente aisladas de la sociedad norteamericana como las montañas de los Apalaches en Kentucky, y el estado de Washington en la frontera norte con Canadá, las consultas de telemedicina han crecido más de 700%.
Lo que ha ocurrido es un cambio de hábitos monumental, un nuevo mundo que se ha abierto, y no solo para los pacientes, sino también para los profesionales de la medicina.
La tendencia de fondo de este momento mundial es el alza excepcional del teletrabajo, transformado en una nueva forma de producir acorde a la era digital, que por sus rasgos estructurales adelanta entre 4 y 6 años el pleno despliegue de la Cuarta Revolución Industrial (CRI).
Telemigración
Esto ha desatado un fenómeno masivo de telemigración, que significa que los freelancers de todas partes del mundo, especialmente provenientes de EE.UU. y Europa, han retornado en gran escala a sus lugares de origen para realizar desde allí tareas individuales para múltiples clientes.
El resultado de este fenómeno es que se ha creado un mercado de US$ 86.000 millones anuales, que se expande 15% por año. Es lo que se denomina global gigeconomy.
Está claro que esa inmensa masa de telemigrantes posee educación universitaria o terciaria además de una completa cultura digital transformada en una segunda naturaleza.
Todo indica que este no es un acontecimiento circunstancial, producto de una pandemia que tiende a quedar atrás, sino un cambio estructural de fondo, que en definitiva es la base de una nueva fuerza de trabajo global, absolutamente digitalizada, trashumante, de alto nivel de calificación.
Lo que ha ocurrido es una combinación de telemigrantes que se telecomunican y trabajan desde cualquier parte del mundo, y un proceso de robotización generalizada que abarca incluso la “Internet de las Cosas” de los sistemas productivos radicados en las distintas “economías nacionales”; la consecuencia es un salto de productividad de alcance global que se transforma en el signo distintivo del siglo 21.
La Organización Mundial de Comercio (OMC/WTO) estima que el comercio mundial se expandirá anualmente 1,8/2 puntos porcentuales por encima del promedio de los últimos 10 años hasta 2030, debido a la caída experimentada por los costos de transacción que provoca la digitalización prácticamente completa del sistema, lo que equivale a una expansión acumulada de 31%/34% en los próximos 15 años.
Este crecimiento excepcional se manifiesta ante todo en la “Logística de Internet”, que no es otra cosa que la “Internet de las Cosas” apoderándose de todo el sistema de comercio global a través de un mecanismo cooperativo y abierto que se opera internamente y transforma al conjunto en una red de redes interdependientes.
Sistema de salud y pandemia
Entre la emergencia y la transformación
El sistema de salud vive una situación crítica en el mundo y en nuestro país. Y no lo es solo por las exigencias que impone la atención del coronavirus que sigue enfermando a millones de personas, generando miles de víctimas y tensando al sistema a limites impensados.
Diego Pereyra. La pandemia de los datos.
La crisis deja en evidencia la necesidad de afrontar aquellos cambios de fondo que se venían postergando y que ahora son indispensables para afrontar una realidad mucho más exigente y con nuevas demandas de los actores del mercado comenzando por un cambio sustancial que se está produciendo en el afiliado y paciente.
“En Argentina el sistema de salud se maneja con herramientas que tienen más de 40 años”, dice Diego Pereyra asesor médico de KPMG Argentina para la industria de Salud y Farmacéutica. Egresado de la Universidad de Buenos Aires y con la especialización en Terapia Intensiva y Medicina Crítica, tiene una vasta experiencia en el sector privado y actualmente es, además, coordinador académico de HealthTech, docente del MBA Salud de la Universidad de San Andrés; y Teamleader de Singularity University capitulo Buenos Aires. Con él dialogamos sobre los desafíos que debe afrontar el sistema para poder satisfacer la nueva demanda y expectativa de una sociedad mucho más exigente e informada.
–¿Cuál es el principal cambio en el sistema de salud que ha producido el impacto de la pandemia?
–Se han producido cambios de 180 grados. Pero el más importante es el uso de datos, el procesamiento de la información en el sistema de salud. La propia pandemia nos llevó a ver y a analizar todo el tiempo los datos del sector en cuanto a infectados, fallecidos, camas en terapia intensiva, médicos infectados, vacunas, y la cantidad de personas vacunadas.
Se habla de fase uno, dos y tres, y cuántos pacientes fueron estudiados para obtener la seguridad de una vacuna. Entonces, desde que se inició la pandemia los números, las estadísticas, están en el centro de todas las informaciones y decisiones y por eso el análisis de los datos es el tema más importante de estos tiempos en salud.
El gran cambio es que esta vez tenemos métricas y variables numéricas objetivas para ver que está pasando en el sistema y que pasará mañana. Y, además, todos tenemos acceso a esos datos estadísticos. Se puede decir que ésta es la pandemia de los datos, pero en el caso de Argentina disponemos de datos con herramientas de los años ochenta.
–¿Es el mismo efecto el producido en la Argentina que en el mundo?
–No es lo mismo en Latinoamérica que en la Argentina, y además es una región que no disponía de grandes sistemas de información en comparación a lo que sucede en los países más desarrollados como Estados Unidos y Europa donde hay sistemas interconectados que permiten saber al instante toda la información de un paciente.
En cambio, en la mayoría de los países de la región, y aquí también, no hay históricas clínicas y recetas digitalizadas, tampoco una red conectada que pueda mostrar qué está pasando en tiempo real con tableros epidemiológicos que monitoreen todo el tiempo qué está pasando en cada enfermedad.
En Argentina había y todavía hay muy poco desarrollo de estos sistemas informáticos y la pandemia aceleró este proceso. Aquí se está viviendo una transición. En las empresas o instituciones de salud no hay transformación digital.
Antes de la pandemia no había un pensamiento estratégico para elaborar un plan de cómo deben ser las organizaciones en los próximos 10 años; pero ahora la necesidad de la emergencia sanitaria lleva a tomar decisiones de cambios para desarrollar el futuro sistema. Se nota ahora que hay gente que está trabajando en esa dirección, proyectando distintos tipos de escenarios posibles de crisis que puedan hacer colapsar el sistema ante futuras nuevas pandemias. Pero aquí todavía el sistema es muy analógico, artesanal, manual, con herramientas de hace más de 40 años.
–¿Se pueden satisfacer las crecientes expectativas del mercado en estos momentos de alta demanda? ¿Cómo deben adaptarse los prestadores en este contexto?
–Sinceramente, no se pueden satisfacer totalmente las expectativas del mercado. Se tuvo que improvisar con lo que se tenía. De hecho, la ley de receta digital dice que hay que sacar una foto a la receta escrita a mano y después enviarla por mail a una farmacia para poder comprar un medicamento. Y la farmacia, a su vez, tiene que imprimir esa receta para hacer luego su auditoría. Es decir, todavía hay dependencia del papel, de procesos manuales.
Se están teniendo respuestas con lo que se tiene, por eso hablo de que el sistema está viviendo una transición hacia un sistema digital como ya está funcionando en los países desarrollados. En este escenario, los prestadores deben enfocarse hoy en el análisis de datos, estudiar bien toda la información disponible utilizando las herramientas informáticas que existen para identificar deficiencias y oportunidades.
Por eso es clave invertir en tecnología de salud y en recursos humanos que sepan utilizar estos instrumentos para eficientizar procesos, optimizar costos y mejorar prestaciones. Esto es tanto para el sector privado como para el público.
–Con mayores presiones del mercado, ¿cómo se debe abordar la crisis desde el management del sistema?
–Los sistemas públicos y privados están bajo presión por la pandemia y las nuevas exigencias del mercado y de la sociedad. En el privado, los costos de las prepagas y de los prestadores están aumentando permanentemente. Por los problemas económicos que hay, pacientes y clientes están cambiando sus planes de coberturas hacia otros más baratos, reemplazando el prestador o directamente yéndose al sistema público.
Hay una fuga de clientes-pacientes que ya se venía registrando desde hace algunos años atrás y que ahora se aceleró. Asimismo, esta situación lleva a un aumento de los fraudes por el uso de tarjetas de prepagas por parte de personas que no son las titulares y que buscan acceder a los descuentos de medicamentos. Entonces, el sistema privado se tensó por la pérdida de afiliados y por el trabajo que implica tener estrategias de retención de los mismos.
Aquí también el tema de la experiencia del cliente–paciente toma el centro de todas las decisiones. La gente ya no es un paciente pasivo, están mucho más informado y exigente, sabe analizar datos, exige tratamientos y, por lo tanto, el sistema debe dar respuesta a todo y saber qué valor agregado le puede dar para retener o atraer clientes. El desafío es entender sus necesidades y hacerle más fácil la vida y su cuidado. Y este es un proceso que se da online. Entonces, el desafío de quienes gerencian hoy los sistemas de salud es mejora la experiencia del cliente-paciente, hacer más humana la relación, recuperar empatía, que el paciente vuelva a ser paciente y que el médico vuelva a ser médico, roles que se han desdibujado por la propia dinámica de la emergencia y por las estructuras que no están preparadas para afrontar los cambios.
–¿Cuál es el tema que en estos momentos de cambios es determinante a la hora de reformular el sistema y el negocio relacionado a la salud? ¿Costos, tecnología, recursos humanos, escala usuario/clientes/consumidor, mercado?
–En esta coyuntura el tema central es el de los costos del sistema de salud de la Argentina y, como consecuencia de ello, la capacidad para optimizar gastos, ver cuánto se puede ahorrar para reinvertir en la transformación. Al mismo tiempo los prestadores deben definir con el presupuesto que tienen cuánto pueden invertir, básicamente en tecnología, para adaptar sus organizaciones a las nuevas demandas del mercado.
Un primer paso muy útil es adoptar el sistema RPA (Robotic Process Automations) que es una herramienta para automatizar los procesos administrativos, muchos de los cuales son hoy manuales y repetitivos. Es muy útil para mejorar el servicio y optimizar costos.
Entonces, muchos de los recursos humanos que quedan liberados de esos trabajos mecánicos se los puede capacitar para otras funciones más específicas que permitan mejorar la calidad de la atención.
De esta manera, un principio de cambio es implementar el RPA junto al análisis de datos, y tener muy en cuenta la experiencia y exigencia del cliente-paciente. Otro tema que está al tope de la agenda es destinar una parte del presupuesto al servicio de seguridad informática para protegerse de posibles ataques al sistema de salud.
–¿La transformación que la tecnología está produciendo en los sistemas de salud puede llevar a un cambio de paradigma con relación al que venía cumpliendo? ¿De ser un sistema basado en la atención a migrar fuertemente a la prevención y al autocuidado?
–La implementación de la tecnología y la transformación digital no está solo pensada para la medicina de atención, asistencialismo o de curación, sino que permite trabajar básicamente en la prevención, en los procesos educativos. La tecnología hace que hoy los pacientes puedan tener acceso a sus históricas clínicas a través de los celulares y las distintas plataformas digitales.
Conocer sus principales parámetros como presión arterial, azúcar en sangre, calidad de sueño, por citar algunas. Ya no es información que esté archivada en un consultorio.
La trasformación digital en salud no es solo para la asistencia tradicional o preventiva, sino que a través de ella el sistema puede salir a buscar a los pacientes a través de los distintos dispositivos y en tiempo real. Por ejemplo, gracias a la inteligencia artificial y al análisis de datos, en 2019 China pudo detectar pacientes que se morían como consecuencia de la aparición de un patrón del cronoravirus que primero fue un brote, luego epidemia y al mes pandemia mundial.
Esta tecnología también se puede utilizar para hacer seguimiento de enfermedades y diversas patologías desde Salta a Tierra del Fuego y en forma inmediata, obteniéndose información clave para desarrollar acciones sanitarias o preventivas de enfermedades crónicas como dengue o chagas, por poner dos ejemplos.
–¿Qué país está más adelantado en la instrumentación de un nuevo sistema de salud basado en la tecnología, la inteligencia artificial, análisis de datos, etc.?
–El país más avanzado en el mundo en estos temas es Estonia donde se ha digitalizado todo el sistema de salud con los procesos gubernamentales. Digitalizó lo que se llama la interoperabilidad; esto es, haciendo que todos los sistemas de historias clínicas sean compatibles con los existentes y en todo el país.
Así un paciente puede utilizar los servicios de una clínica, tiempo después pasar a otra o a un hospital público, y el sistema permite que todos los prestadores tengan accesibilidad digital a misma información del paciente en forma automática.
Estonia lo hizo y funciona muy bien. Incluso, los países nórdicos de Europa están trabajando para lograr esa interconectividad entre los países, un servicio de alta calidad para los millones de turistas que se mueven por el mundo y que podrán tener en un futuro próximo acceso a una base de datos global.
–La telemedicina o medicina remota, ¿es el futuro o ya ha llegado y es presente?
–La telemedicina ya es el pasado. Ahora son los pacientes los actores excluyentes, los que exigen al sistema y al médico que tenga conectividad, que estén informatizados y sepan manejar todas las herramientas digitales. Es decir, el paciente es hoy el que determina la relación con el profesional en un sistema de atención médica informatizado, con otra cultura que viene impulsada por las nuevas generaciones digitales que nacen con la tecnología. Estamos en una transición no solo tecnológica sino generacional hasta que llegue el momento en que los llamados millennials de hoy conduzcan el sistema de salud del futuro con otra cultura y mentalidad.
Rodolfo Canese
Un cambio de paradigma
“El impacto de la pandemia en el mundo ha traído cambios irreversibles al sistema de salud que primero debió responder con suma rapidez a la emergencia y, al mismo tiempo, prepararse para una etapa inédita y desafiante de la atención médica posterior al Covid.
A las clásicas sostenibilidad financiera, seguridad y calidad en la prestación de atención y acceso a los servicios, ahora se suma, en el centro del sistema la Inteligencia Artificial, el procesamiento de datos, la impostergable inversión tecnológica, todos desafíos inmediatos e impostergables.
Los principales sistemas de salud del mundo se preguntan si esta nueva realidad exige algo más que una simple mejora. Se trata de una transformación completa del sistema, un cambio de paradigma, de cultura, de relación con la sociedad, con los clientes, y pacientes, con los proveedores y gobiernos, y con la sociedad civil organizada”, explica Rodolfo Canese, socio líder de Salud y Farmacéutica KPMG en Argentina.
Asimismo, Canese entiende que la nueva realidad médica requerirá el rediseño de los sistemas para abordar la atención primaria, secundaria, comunitaria y aguda para después de la actual crisis sanitaria. “Exigirá una fuerza laboral interprofesional más ágil que brinde atención en equipo; con personal capacitado de primera línea que aproveche la tecnología, incluida la atención virtual, para permitirles concentrarse en un trabajo de mayor valor”.
“Y deberá mantener la atención virtual y los avances digitales que los consumidores de atención médica ahora esperan para garantizar el acceso continuo a los servicios de salud de una manera segura. La visión que desarrollamos desde KPMG es la de un sistema de salud verdaderamente conectado, donde la transformación digital permita a los usuarios estar conectado a través de diversos canales; de entornos de atención, por organizaciones de salud con oficinas integradas de front, middle y back office; y respaldado por el aprovechamiento de la tecnología empresarial en beneficio de los pacientes. Colocar a los pacientes en el centro mismo de la atención y los sistemas que la brindan. Este debe ser el “verdadero norte” de nuestros sistemas de salud de ahora en más”, agregó.
Grupo Osde
Medidas de alivio para la cadena de valor
La reformulación de los planes de mediano y largo plazo implica que los financiadores siguen siéndolo, pero convirtiéndose gradualmente en gestores de salud, porque además acompañan, guían, sugieren, promueven hábitos saludables, entre muchas otras cosas.
Por Rubén Chorny
Al ser consultado en el marco del informe sobre medicina privada que Mercado realiza cada mes de mayo, Luis Fontana, director general de Grupo Osde, brinda su visión sobre la situación actual del sistema de salud y los enormes desafíos a los que se enfrenta.
–¿Cuál en estos momentos de cambios es el tema determinante a la hora de reformular el sistema y el negocio relacionado a la salud?
–En primer lugar, la salud, en sentido estricto no es un negocio. Es una actividad profesional, destinada a cubrir un derecho universal, que está en tensión en el mundo a partir de la pandemia y que en Argentina estaba en tensión desde mucho antes, por una sumatoria de factores. El primero tiene que ver con el desfasaje entre costos (muchos de ellos en dólares) e ingresos (todos, sin excepción, en pesos). El segundo tiene que ver con que la resolución judicial de los conflictos, la denominada judicialización de la medicina, termina estableciendo de hecho un PMO mucho más amplio que el fijado por la ley, con frecuencia avalando prácticas que carecen de la necesaria evidencia científica, más a la medida de ciertos intereses que de los verdaderos derechos de los pacientes.
–La transformación que la tecnología está produciendo en los sistemas de salud ¿puede llevar a un cambio de paradigma con relación al que venía cumpliendo: de ser un sistema basado en la atención a migrar fuertemente a la prevención y al autocuidado?
–Sin duda. Esto ya no es el futuro sino el presente, aunque en nuestro país esté todavía en estado muy embrionario. El concepto central es que la salud y la enfermedad no son productos del azar. La salud es sinónimo de estado general de bienestar psicofísico, no solo ausencia de enfermedad. Y ese bienestar, se construye de manera cotidiana, a partir de la incorporación de hábitos saludables. Esto solo reduciría drásticamente enfermedades como EPOC, diabetes y cardíacas.
La tecnología disponible permite hacer seguimiento en tiempo real, pero la llave está en el cambio cultural. Cómo hacemos para que cada individuo se asuma como protagonista y responsable de su salud. Es un cambio de paradigma respecto de hace algunos años.
Prácticas y cirugías postergadas
–¿Las mayores presiones del mercado dónde se están produciendo y cómo se debe abordar la crisis desde el management del sistema?
–El sistema de salud argentino cruje por todos lados, pero es indudable que la postergación obligada de algunas cirugías y prácticas por motivos de público conocimiento han puesto a los prestadores en una situación más delicada. Cuanto más pequeña es una estructura y menor su espalda financiera, más comprometida es su situación.
Frente a esto, nosotros hemos tomado algunas medidas de alivio para nuestra cadena de valor. Somos plenamente conscientes de que sin sanatorios, que son nuestros aliados estratégicos, no hay servicio posible para nuestros socios. Pero lo que podemos hacer nosotros es, sino simbólico, como mucho paliativo.
Más allá de esta coyuntura, nuestros planes de mediano y largo plazo, incluyen una reformulación. El rol del financiador hoy se vuelve más complejo, porque la salud involucra muchos otros factores, además del económico. Nos vamos convirtiendo, gradualmente, en gestores de salud. Es decir, seguimos siendo financiadores, pero además acompañamos, guiamos, sugerimos, promovemos hábitos saludables, entre muchas otras cosas. Nuevos escenarios obligan a pensar creativamente.
Grupo Sancor Salud
Reformular el sistema desde una mirada integral
La esencialidad que cobró el rubro salud en la tranquilidad de las personas obliga a las compañías, a sus recursos humanos, a sostener calidad, pero también a ajustarse a la creciente demanda, a las expectativas y al contexto.
Por Rubén Chorny
En entrevista con Mercado, Fernando Werlen, director general de Grupo Sancor Salud, da cuenta de los desafíos que presenta el sistema de salud, en general, y destaca particularmente la labor del personal ante la crisis sanitaria.
–¿Cuál es el tema que en estos momentos de cambios es determinante a la hora de reformular el sistema y el negocio relacionado a la salud? ¿Costos, tecnología, RR.HH., escala, usuario/clientes/consumidor, mercado?
–Con base en mi formación y experiencia, considero que no hay un único tópico determinante para reformular el sistema y el negocio de la salud, sino que debemos abordarlo integralmente con una mirada 360°, en que los pacientes, recursos, tecnología, mercado y costos sean por igual el centro de nuestras discusiones. Hemos vivenciado, en estos momentos de crisis y cambios acelerados, que todas las variables debieron ajustarse, adaptarse e innovarse. Pero inevitablemente debemos poner especial atención en los costos, porque es lo que nos permite delinear con mayor proyección, o no, el resto de las variables a gestionar.
Por un lado, tenemos los factores condicionantes de los costos (inestabilidad económica, impacto de la dolarización y carga impositiva), mientras que por el otro lo esencial, las personas, su salud y su tranquilidad. Nuestro rubro tomó esencialidad, por lo que nuestros servicios no solo deben sostener la calidad, sino también ajustarse a la creciente demanda, a las expectativas y al contexto. Hablo de recursos humanos, de cómo cuidarlos, de adaptarlos en sus condiciones laborales y de aplicación de nueva tecnología que en nuestro caso nunca cesó en su innovación, estando a la par de las definiciones políticas y acuerdos. El sistema sanitario, nosotros, debemos aunar esfuerzos y buscar el equilibrio en esta situación tan dinámica con el fin de priorizar la sostenibilidad y el bienestar del servicio de salud.
La doble cara de la pandemia
– ¿Se pueden satisfacer las crecientes expectativas del mercado en estos momentos de alta demanda?
–El personal de salud que está en contacto directo con la enfermedad vive diariamente la doble cara de la pandemia: como profesionales y como pacientes. Los trabajadores y las trabajadoras de la salud representan aproximadamente el 4% de casos totales de Covid–19, un número significativo si tomamos en cuenta que son ellos quienes asisten a la población. Se ha oído hablar mucho sobre “colapso del sistema sanitario” y no reniego de eso: las demandas son más altas, los casos se han casi triplicado (en Grupo Sancor Salud, hoy tenemos un promedio de 3.500 socios activos con Covid y más de 80 camas requeridas para internación) y esto está acompañado por la urgencia. Así que las expectativas, y con razón, son altísimas.
Sin embargo, con gran responsabilidad, quiero ratificar que con la articulación de nuestro equipo y nuestra red estamos adecuándonos a la situación y conteniéndola. Traslados, reubicaciones, reemplazos, todos son métodos de adaptación que aceleramos para sostener el servicio. Nosotros, como empresa, agilizamos y repensamos procesos para acompañar, responder y personalizar aún más nuestra atención.
–¿Cómo deben adaptarse los prestadores en este contexto?
–Supieron con enorme grandeza ponerse al frente de esta situación. Lo veo a diario porque son nuestros aliados, los profesionales de la salud y el personal esencial, son los héroes indiscutidos y hacia ellos solo tengo admiración y agradecimiento.
–¿Cuál es la variable de ajuste en la oferta de salud ante la compleja relación entre las prepagas y los prestadores en el prolongado contexto de atraso en la actualización de las cuotas y la alta inflación en los costos?
–Claramente la variable de ajuste en la oferta de salud fueron las prestaciones diferenciales que conforman cada plan. Estamos en constante diálogo con nuestros “aliados” (como así le llamamos a los más de 150.000 prestadores que nos acompañan) para atender sus requerimientos y resolverlos, y crear propuestas equitativas.
Contar con la red más grande de profesionales es un síntoma de que el diálogo y los acuerdos entre estas partes funcionan. En paralelo, nuestra amplia variedad de planes nos permitió continuar protegiendo a cada asociado que nos elige, cubriendo y acompañando sus necesidades, independientemente de la pandemia, pero que requieren atención y que, gracias a nuestra experiencia, capacidad, podemos sostener.
Grupo Omint
Transformaciones en salud y nuevas formas de vincularse
La aparición del Covid–19 implicó nuevos desafíos: la innovación y la tecnología desempeñaron un papel fundamental como aliadas en el proceso de adaptación.
Por Marcelo Mancini (*)
La pandemia nos obligó a cambiar normas y hábitos establecidos. Nos puso frente a desafíos que, dada la urgencia y gravedad que tenían, nos llevaron a adaptarnos inmediatamente.
En el sistema de salud, esto se vio reflejado en grandes retos que, aún hoy, seguimos transitando.
Si bien en Grupo Omint veníamos trabajando para implementar nuevos servicios y presentar adelantos tecnológicos para brindar la mejor atención, la pandemia marcó un antes y un después.
Lo primero que hicimos fue reafirmar nuestro compromiso inquebrantable con la salud para seguir brindado un servicio de calidad.
Desde nuestras clínicas propias (Bazterrica, Santa Isabel y del Sol), la dirección plasmó la visión del grupo y llevamos a cabo la implementación de un plan integral para adecuar nuestras capacidades y estar reforzados para la gestión de los casos de pacientes con Covid–19.
Se formó el “equipo Covid” para la gestión de la pandemia, que ganó el premio IAG Shining Star, destacando su labor, compromiso, creatividad y empeño para brindar servicios frente a la alta demanda.
Uno de los bastiones de la adaptación en los servicios fue la telemedicina, una iniciativa que desde Grupo Omint veníamos aplicando como pioneros desde hace más de cinco años.
Médico Online de Omint quintuplicó su disponibilidad horaria. Actualmente cuenta con atención las 24 horas, servicio de pedido de recetas y diversas especialidades, como clínica, pediatría, odontología e infectología, entre otras.
La videoconsulta de las clínicas Santa Isabel, del Sol y Bazterrica pasó de ser solo por guardia, a ofrecer servicios programados con los profesionales de distintas especialidades.
En cuanto a la presencialidad, desde las clínicas Santa Isabel, del Sol y Bazterrica reforzamos los servicios, manteniendo las guardias 24 horas e incrementando la capacidad operativa de internación clínica y cuidados intensivos. Aumentamos el personal médico, de enfermería y de administración, instalamos un consultorio febril con rápida evaluación diagnóstica y adquirimos nuevos equipamientos tecnológicos de primera línea como camillas con transporte, sistema de alto flujo de oxigenoterapia en los pisos, respiradores de alta complejidad, triage en guardia para la correcta categorización de los pacientes, entre otros.
Estos esfuerzos contribuyeron a mantener la calidad de nuestra atención en un momento de tensión sanitaria y evitar así que colapsaran los de centros de salud.
Medidas de seguridad
Desde el punto de vista de seguridad se equiparon con protección acrílica todos los puestos de contacto, contamos con señalética de ordenamiento de filas, se limitó el acceso a las visitas para reducir la circulación del virus en las instalaciones, se cambiaron los protocolos de limpieza y se incrementaron las compras de material especial para protección del personal, del paciente y de los profesionales médicos.
Incorporamos el “hisopador móvil”, a través del cual más de 10.000 personas pudieron hisoparse en sus casas y sumamos talleres de prevención en la plataforma Bienestar Online, para llegar de otra manera a nuestros socios. Gracias al aprendizaje adquirido, presentamos recientemente en Argentina y en Brasil el nuevo plan Omint midoc, una solución orientada a la atención integral de la salud, donde el socio es asistido por un médico personal que lo guía a través de las distintas herramientas digitales y permitiendo contar con una historia clínica digitalizada disponible para el socio y los prestadores de salud.
Quiero mencionar lo más importante: nuestro equipo humano, sin el cual nada hubiera sido posible.
Con el objetivo de seguir ofreciendo una alta calidad de servicio, 1.200 colaboradores se volcaron al teletrabajo asegurando la misma calidad de servicios para nuestros socios. En las clínicas se implementó la metodología de Team Steps logrando una estrategia de comunicación más eficiente, siendo los primeros en la Argentina en implementar esta práctica en la comunidad de salud.
Nuestra estrategia de Recursos Humanos frente al Covid–19 obtuvo el Primer Premio Buenas Prácticas de RR.HH. 2020 de Dossier–BenchClub y Primer Premio Gestión del Talento del Grupo Brasil.
Desde Grupo Omint, la innovación tecnológica, el compromiso, la implementación de nuevos servicios y el trabajo profesional de nuestros equipos hicieron la diferencia.
Es un camino que la pandemia nos ha hecho recorrer y que ya no tiene vuelta atrás.
(*) Director general de Grupo Omint